Periodistas extranjeros presencian varias explosiones en la zona. Pyongyang lo presenta como un gesto de buena voluntad antes de una posible cumbre con EE UU
25 de mayo de 2018 – Pekín – Agencias.
Corea del Norte asegura que ha “demolido por completo” su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri, en el norte de su territorio, en lo que pretendía ser un gesto de buena voluntad antes de la cumbre que su líder, Kim Jong-un, iba a celebrar con el presidente estadounidense, Donald Trump, en Singapur. Pero apenas horas más tarde, Trump enviaba una carta en la que cancelaba la reunión. El gesto perdía su significado.
“El Instituto de Armas Nucleares de la RPDC (República Popular Democrática de Corea) organizó una ceremonia para desmantelar por completo el sitio de ensayos nucleares del Norte el 24 de mayo, para garantizar la transparencia del fin de las pruebas nucleares”, ha indicado la agencia oficial norcoreana KCNA. Según esta nota, no se ha detectado ninguna fuga radiactiva tras el procedimiento.
Según han contado los periodistas presentes —de medios de EE UU, Reino Unido, China, Rusia y Corea del Sur a los que el Norte invitó a ser testigos del evento—, el desmantelamiento comenzó en torno a las 11.00 horas locales (04.00 hora española), cuando un tremendo estallido hizo volar el túnel norte. El más simbólico de todos ellos: cinco de las seis pruebas nucleares norcoreanas se habían desarrollado allí, incluida la última, una bomba de hidrógeno en septiembre de 2017.
Otras explosiones tres horas más tarde derrumbaron dos túneles aún por estrenar, los del sur y oeste. Un cuarto túnel, el del este, donde se llevó a cabo la primera prueba nuclear norcoreana en 2006, estaba inutilizado desde entonces.
Más detonaciones dejaron inutilizables las torres de observación, centros de control y acuartelamientos. Los estallidos finalizaron a las 16.17 locales, las 09.17 en España, según contaron los periodistas, que pudieron seguir todo el procedimiento desde unas tribunas instaladas a unos 500 metros de distancia. “Columnas de humo cubrieron rápidamente la montaña”, ha descrito la agencia de noticias surcoreana Yonhap, en referencia al monte Mantap, bajo el que se encontraban los túneles.
Antes, los periodistas, que en total estuvieron en Punggye-ri unas 10 horas, pudieron ver el interior de los túneles, aparentemente con los explosivos ya colocados en ellos, antes de ser trasladados a una distancia segura, según ha contado CNN. Una vez finalizaron los estallidos, regresaron a los túneles para comprobar que, efectivamente, se habían derrumbado y la entrada había quedado bloqueada por los escombros.
El Ministerio de Exteriores surcoreano expresó su satisfacción por la noticia. “Esperamos que sirva de oportunidad para que avance la desnuclearización completa”, ha dicho su portavoz, Noh Kyu-duk.
Aunque inicialmente Corea del Norte había asegurado que expertos internacionales también serían invitados a acudir, no llegó a hacer realidad ese compromiso, lo que ha desatado dudas entre la comunidad de expertos en control de armamento. Como los propios periodistas invitados reconocen, carecen de los conocimientos técnicos necesarios para garantizar que el centro ha quedado tan destruido que no podrá volver a ser utilizado nunca o si las cargas de explosivos eran lo suficientemente grandes como para derrumbar algo más que las entradas de los túneles. Aquellos que llevaban mediadores de radiación en el equipaje los vieron confiscados a su llegada a Corea del Norte.
Cuando este país destruyó una chimenea de enfriamiento de su reactor nuclear en Yongbyon, en 2008, también invitó a la prensa internacional y a expertos para que fueran testigos; un año más tarde, las instalaciones estaban de nuevo en funcionamiento.
Los analistas escépticos apuntan que el alcance del paso de hoy es más simbólico, en el mejor de los casos, que práctico. Según algunos estudios, la base ya estaba inutilizada por las sucesivas explosiones nucleares cada vez de mayor intensidad. Y aunque las instalaciones hayan quedado destruidas por completo, siempre es posible levantar un centro similar en algún otro punto.
“Doy la bienvenida al ‘cierre’ de Punggye-ri. Pero permitir que los periodistas sean testigos de la destrucción de los túneles no es suficiente para garantizar que no vuelven a ocurrir pruebas”, opinaba el director de la Asociación de Control de Armamento, Daryl Kimball, en un tuit inmediatamente después del anuncio. En su opinión, “el siguiente paso lógico” es permitir que los inspectores de la Organización del Tratado de Prohibición Total de Ensayos Nucleares puedan supervisar las instalaciones destruidas y que Pyongyang firme y ratifique ese tratado.
Corea del Norte argumenta que no necesita llevar a cabo más pruebas nucleares porque ya ha conseguido desarrollar lo suficiente este arsenal. Los analistas calculan que el país cuenta con entre 10 y 60 bombas.
La destrucción de Punggye-ri, a la que Corea del Norte se comprometió tras la cumbre entre su líder supremo, Kim Jong-un, y el presidente del Sur, Moon Jae-in, el 27 de abril, no ha conseguido evitar la cancelación -si es definitiva o no, aún no está claro- de la reunión en Singapur.
Dos meses después de acceder entusiásticamente a celebrarla, tomando por sorpresa a sus propios asesores, Trump ha dado portazo. Ya había avisado que había posibilidades “sustanciales” de un aplazamiento, por lo menos, molesto por lo que percibió como un lenguaje agresivo de Pyongyang. Corea del Norte, por su parte, había apuntado la posibilidad de retirarse, con el argumento de que Estados Unidos no estaba tomando en serio el proceso.
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