26 de abril de 2019 – Agencias.
Daesh, el Estado Islámico, ha puesto definitivamente a los cristianos en su punto de mira para, sencillamente, asesinarlos dentro de su estrategia criminal de imponer un Islam en su versión más rigorista y lograr un “califato mundial”.
Días antes de los atentados de Sri Lanka, atacó una población emblemática de Nigeria, sobre todo por el daño que causó en ella hace cinco años, cuando secuestró a casi 300 niñas, según un comunicación interna de la banda yihadista, publicada ayer, y que ha conocido LA RAZÓN. Se trata de Chibok y los terroristas acompañan una fotografía, que se reproduce en esta misma página web, como “prueba de la “hazaña”.
El hecho de que el grupo de criminales que se agrupan bajo la bandera del Estado Islámico hayan decidido, como uno de sus objetivos preferentes, atacar a los cristianos, a sus templos, a sus intereses, es un asunto de suma gravedad, que se produce en pleno siglo XXI. Lo ocurrido el Domingo de Resurrección en Sri Lanka se comenta por sí mismo.
En el citado comunicado, Daesh relata diversos ataques que ha lazando recientemente en Níger y Nigeria contra lo que llama “la Alianza Africana Cruzada” (cristiana) y, por lo que respecta a Chibok, señala: “los mujahidines (combatientes) del Estado Islámico pudieron, Gracias a Dios (sic)- después de entrar en la ciudad de Chibok, en el área de Brno, proceder a la destrucción de la iglesia del pueblo, y la quema de las casas de los cristianos”.
Lamentan que los habitantes habían sido evacuados por lo que no pudieron consumar la matanza que tenían prevista. Sin embargo, citan de nuevo a Dios para que les ayude durante sus actividades criminales, “hasta que se entreguen (los cristianos) a Dios Todopoderoso, o paguen”, se supone que el impuesto que ellos marquen y que está contemplado como alternativa a la muerte.
Hace unos días se han cumplido cinco años del secuestro por la franquicia de Daesh en la zona, Boko Haram, de 276 niñas, de las que 57 se fugaron a las pocas horas a pie cuando eran trasladadas al bosque de Sambissa, la base donde se ocultan los miembros de la banda. Eran cristianas y el objetivo del rapto, según el cabecilla del grupo, Abubakar Shekau, era convertirlas al islam y casarlas con sus combatientes. Hasta ahora, han sido liberadas, o se han intercambiado a cambio de rescates, 118 niñas, la mayoría gracias a la intermediación de Cruz Roja. Otras 113 siguen en manos de los terroristas, aunque se cree que una veintena han muerto durante el cautiverio.
Para colmo, hace días los yihadistas volvieron a lo que ya era una población casi sin vida desde entonces, con el fin, según todos los indicios, de rematar su odio hacia los cristianos.