Una de cada dos personas no localizadas tiene 29 años o menos, según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas
25 de abril de 2018 – México – Agencias.
La tragedia de los tres estudiantes de cine que murieron a manos del crimen organizado en Jalisco pone a México de nuevo ante una de sus peores pesadillas. Los jóvenes aspirantes a cineastas fueron secuestrados, torturados, asesinados y disueltos en ácido mientras grababan una tarea escolar. El crimen contra los alumnos de la Universidad de Medios Audiovisuales CAAV, todos menores de 25 años, ha puesto en evidencia la ola de violencia e inseguridad que azota al país y que, en muchos casos, se ha cebado con los más jóvenes. En México hay 16.594 menores de 29 años que están reportados como desaparecidos o extraviados, según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED). Esto quiere decir una de cada dos personas “no localizadas” en México son jóvenes. En total, el país no sabe dónde están 34.268 personas, de acuerdo con el último corte de datos oficiales de enero de este año.
Jalisco es uno de los Estados que más atraen universitarios de otras partes de México. Es la quinta entidad con más centros de estudio a nivel superior, tiene 210 universidades, según la Secretaría de Educación Pública. Jalisco ocupa, además, el tercer sitio por número de universitarios matriculados en el ciclo escolar 2016-2017 con casi 220.000 alumnos, solo detrás del Estado de México y la capital. Salomón Aceves Gastélum, Marco García Ávalos y Daniel Díaz —los tres estudiantes abatidos por sicarios del narco— llegaron a Guadalajara, la capital estatal, para perseguir una carrera en el cine.
Jalisco, que se ha afianzado como una de las mejores opciones para estudiar en el país, es también el tercer lugar nacional con más denuncias de desapariciones: 3.060. A partir de la extradición a Estados Unidos del líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, en enero del año pasado se agudizó la disputa entre grupos por nuevas plazas y nuevos mercados. El Cártel Jalisco Nueva Generación, un antiguo aliado de Sinaloa y al que pertenecían los dos detenidos que hay por el caso, ha entrado de lleno a la disputa en Jalisco. “Y para ganar las plazas hay que ser el más violento”, comenta Martín Barrón, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales.
“Lo que estamos viendo es una terrible descomposición del país y quienes están muriendo son los más jóvenes”, advierte Barrón. El investigador señala que existe una “enorme vulnerabilidad” ante la violencia entre los menores de 30 años por la falta de oportunidades, de programas de Gobierno para atender sus necesidades y de políticas públicas que combatan las causas reales de la violencia en el país. Apenas dos días después de que se dieron a conocer los avances de la investigación en Jalisco, un grupo armado abrió fuego contra un instituto de Bachillerato en Tamaulipas y cinco estudiantes resultaron heridos.
“Los jóvenes tienen ya un doble papel frente a esta crisis de la violencia: son víctimas y son victimarios”, apunta el investigador. En este último caso, Aceves tenía 25 años y Ávalos y Díaz, 20. Omar “N” (se omite el apellido porque las indagatorias están en curso), uno de los dos detenidos, tiene también 20 años y ha saltado a los titulares de la prensa mexicana porque confesó que él había disuelto los cuerpos de las víctimas en ácido y porque se reveló que alternaba sus actividades criminales con el rap.
Mónica Meltis, directora de la organización Data Cívica, detalla que el perfil prototípico de los desaparecidos en México son hombres jóvenes entre 19 y 25 años. Si, además, viven en Chihuahua y tienen baja escolaridad son estadísticamente el grupo más vulnerable. “Cada vez es más frecuente que los jóvenes desaparezcan en grupo, no son desapariciones aisladas y esto nos habla de cómo, en algunos casos, los hombres jóvenes se han convertido en un blanco para trabajos forzados en el crimen organizado”, apunta Meltis.
“¿Por qué desaparecen a los jóvenes? Creo que no es una pregunta que todavía podamos responder”, reconoce Meltis. Hay diferentes tipos de desapariciones y es un fenómeno multifactorial en el que influye el género, la región del país y la proliferación del crimen a partir del inicio de la guerra contra el narco, señala la politóloga. Data Cívica se ha concentrado en transformar miles de renglones de estadísticas en nombres de personas desaparecidas y contabiliza 18.925 menores de 29 años desaparecidos al refinar datos del RNPED. La diferencia se explica porque las víctimas salen del registro oficial cuando son encontradas. “Sabemos cuántas personas siguen desaparecidas, pero no sabemos cuántas personas han desaparecido”, dice Meltis sobre los datos del Gobierno.
Las cifras de desaparecidos cuentan una parte de la violencia y los homicidios dolosos, el resto. Los asesinatos batieron todos los récords en 2017: se cometieron 25.339 en 12 meses, a un ritmo de 70 personas asesinadas cada día. Nunca había habido tantos desde que comenzaron los registros hace 20 años. La monstruosidad de los datos abre la puerta a otro fenómeno: la “normalización” de la violencia y la saña. “La muerte de una persona tiene que ser significativa, pero la violencia ha llegado a un punto en el que los criminales pueden decapitar, disolver en ácido y hacer prácticamente lo que quieran con el cuerpo de alguien”, dice Barrón y agrega: “Eso no es normal ni puede serlo”.
“No somos tres, somos todos”. Es el reclamo de miles de personas que exigen un alto a la violencia y a una crisis que se ha ensañado con los más jóvenes.
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