Redcore toma el código de programación del gigante americano, lo ‘tunea’ y lo vende como una innovación china
17 de agosto de 2018 – Shanghai – Agencias.
China está obsesionada con el desarrollo íntegramente local de diferentes tecnologías. Da igual que sean trenes de alta velocidad, aviones de pasajeros, procesadores, o navegadores de Internet. Teme su dependencia del exterior, sobre todo de Occidente, y busca la autosuficiencia en sectores que son clave para su desarrollo. No en vano, el embrollo de ZTE ha supuesto un duro toque de atención: el gigante de equipos de telecomunicaciones chino se saltó las sanciones impuestas a Irán, Estados Unidos prohibió venderle tecnología americana como castigo, y la empresa tuvo que cerrar hasta que Donald Trump decidió mostrarse magnánimo y permitió la reanudación de las operaciones.
Por eso, cada vez que alguna empresa anuncia que ha logrado fabricar un producto ‘100% desarrollado y producido en China’, el país acoge la noticia con una ovación. Pero esa etiqueta no siempre se ajusta a la realidad. Y, en ocasiones, incluso provoca una vergüenza nacional de dimensiones considerables. Ha sucedido con el navegador de Internet Redcore, que sus desarrolladores presentaron como el primero íntegramente diseñado en China y llamado a ‘romper el monopolio americano’.
El problema es que los internautas no han tardado ni un día en descubrir que, en realidad, Redcore está basado en el Chrome de Google. La empresa china ha tomado el código de programación del gigante americano, lo ha ‘tuneado’, y lo ha vendido como una innovación china. Pero ni siquiera se ha molestado en borrar las pruebas -entre ellas hasta el logotipo de Chrome y un archivo ‘chrome.exe’ comprimido- que demuestran lo contrario. Y no por falta de dinero: hace unos días Redcore Times Technology anunció con orgullo que había logrado 250 millones de yuanes (32 millones de euros) de capital tras la entrada de varios inversores.
Ante las evidencias mostradas en las redes sociales por informáticos que han buceado en el código del ‘software’, hoy la empresa no ha tenido más remedio que reconocer la verdad y pedir disculpas. “Hemos cometido un error al asegurar que nuestro navegador está íntegramente desarrollado en China. Hemos exagerado nuestros logros. Solemnemente pedimos disculpas por haber hecho creer al público algo que no se ajusta a la realidad”, ha publicado la empresa en una nota.
No obstante, el consejero delegado de Redcore, Chen Benfeng, se ha defendido en una entrevista con el diario South China Morning Post asegurando que, “aunque es innegable que está construido sobre Chrome”, Redcore incluye muchos elementos innovadores. “La tecnología de los navegadores de Internet es vieja. Escribir el código partiendo de cero llevaría años. Android también se basó en Linux y nadie niega las innovaciones de Google. Google y Apple tampoco escribieron la primera línea de código, hacerlo sería como reinventar la rueda”, ha afirmado.
A pesar de las palabras de Chen, los internautas no han tenido clemencia. “El navegador tiene el corazón de Google escondido tras una capa roja”, ironiza un internauta en Weibo, el Twitter chino, haciendo referencia al hecho de que, según datos de Redcore, su navegador funciona sobre todo en instituciones gubernamentales y en empresas estatales. “Es la copia más cara que he visto nunca”, añadía otro usuario de la popular red social. “Este tipo de empresa hace negocio agitando la bandera del patriotismo, pero no dejan de ser delincuentes”, sentenciaba un tercero. La lista de críticas es interminable.
De momento, la empresa ha retirado el navegador de su página web. Pero el debate continúa, y enfatiza la necesidad que China tiene de avanzar en su capacidad de innovación y de romper su idilio con la copia. Es algo que también ha manifestado de forma contundente el editor del Science and Technology Daily, Liu Yadong. “En mi opinión, en 1919 -cuando nació el Movimiento del Cuatro de Mayo, que buscaba modernizar el país- China carecía de un espíritu científico; y en 2019 seguirá careciendo de él”, sentenció en un discurso crítico muy poco habitual en China. “El nivel de las innovaciones indígenas es bajo y las investigaciones fundamentales son pobres”, apostilló.
Sin duda, el escándalo de Redcore llega en un momento delicado. China y Estados Unidos, las dos principales potencias mundiales, protagonizan una guerra comercial que está dejando al descubierto tanto las carencias de ambos como la creciente interdependencia que caracteriza al mundo globalizado. También demuestra que la tecnología es uno de los sectores en los que las fronteras son más difusas y en los que la colaboración internacional resulta imprescindible.
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