El anuncio lo ha hecho Enrique Balbi, portavoz de la Armada, lo que reduce las posibilidades de encontrar la nave en la zona de búsqueda
20 de noviembre de 2017 – Buenos Aires – Agencias.
Falsa esperanza. El portavoz de la Armada argentina, Enrique Balbi, ha confirmado este lunes en conferencia de prensa que los ruidos detectados no pertenecen al submarino ARA SAN Juan, y que podría tratarse de un “ruido biológico”, lo que disminuye, según los expertos, las posibilidades de encontrar la nave en la zona de búsqueda. El plan de rescate, sin embargo, continúa según lo previsto, como se viene haciendo durante los últimos cinco días.
“Dos naves de la armada escucharon ruidos. El ruido es constante, permanente, pero tengamos paciencia. No queremos generar falsas esperanzas ante un dato, pueden ser ruidos del mar, ecológicos”, dijo Balbi más temprano. Las reticencias del portavoz se vieron justificadas horas después del primer anuncio, por desgracia. “No corresponde a un patrón de golpes de casco”, dijo el marino más tarde. Sin embargo, aclaró, “se aprovechará la navegación de los buques oceanográficos y el buque polar brasileño para que no queden dudas y descartar que el ruido no es de un submarino y no es de golpe de casco con código morse”.
La desmentida del origen humano de los ruidos ha sido la segunda decepción de los rescatistas y, sobre todo, los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan en menos de 24 horas. Por la mañana, la Armada confirmó que siete llamadas satelitales fallidas captadas el sábado no pertenecían al teléfono submarino. “Hay muchos buques en la zona que pudieron hacer esas llmadas”, dijo Balbi.
Este lunes era la fecha límite para el arribo de la nave a Mar del Plata. La demora es la evidencia de que la nave no tiene sólo un problema de comunicación, como especularon los rescatistas en un primer momento. La primera hipótesis de la Armada es que el ARA San Juan sufrió un problema eléctrico. Hoy se supo que el capitán de la nave reportó el miércoles “un principio de avería” en el sistema de baterías que alimentan la propulsión, y que por ello se le ordenó que ponga fin a sus tareas de control de pesca ilegal y ponga proa a Mar del Plata por el rumbo más corto. Gabriel Galeazzi, otro portavoz de la fuerza, aclaró que las averías de ese tipo son “normales”, se informan “a cada momento” y pueden no tener relación alguna con la pérdida de la nave en alta mar. No son además las que el submarino utiliza para salir a superficie y renovar su oxígeno.
El mal tiempo ha vuelto casi imposible los rastrillajes por agua y los radares de las aeronaves son poco fiables con olas de hasta seis metros y vientos de 75 kilómetros por hora. “El tiempo comenzará a mejorar poco a poco a partir del martes”, dijo Balbi, “el mar argentino, en el sur, no es un escenario ideal. Esperamos que los sensores que países amigos han puesto a disposición serán más efectivos si bajan las olas”.
Argentina desplegó en la zona de búsqueda 13 unidades navales y 10 aviones de exploración naciones y extranjeros. Los rastrillajes se realizan día y noche, durante 24 horas, pero sin éxito. La ayuda más sofisticada llegó desde Estados Unidos y Reino Unido. “Contamos con sensores de última tecnología, de primer nivel, pero no podemos controlar la meteorología”, dijo Balbi. Dos vídeos oficiales dieron una idea de las condiciones de mar que enfrentan los rescatistas, con un mar embravecido y olas que rompen en el puente de mando de los buques.
Con el paso de las horas, la posibilidad de que la tripulación se quede sin aire es lo que más atormenta a los resctatistas y familiares de los 44 tripulantes. El ARA San Juan debe emerger una vez por día para cargar energía y alimentar de aire la cabina. Si puede cumplir con este ritual, los marinos tienen alimentos y recursos para navegar durante 30 días. Pero otra es la realidad si está sumergido constantemente. “Ahí el siniestro es más perjudicial”, dijo Balbi, “pero es difícil precisar cuánto tiempo puede estar así, porque depende del tipo de avería”. La única certeza es que el tiempo es crucial.
El ARA San Juan partió de Ushuaia, en el extremo sur del país, el pasado lunes, tras participar de un ejercicio de la flota de mar. Cuando emitió su última coordenada, estaba a 400 kilómetros de la costa, a la altura del Golfo San Jorge, entre Puerto Deseado y Comodoro Rivadavia, en la Patagonia argentina. Fabricado en Alemania en 1985, fue restaurado a nuevo en 2014, como parte de la política de recuperación de la flota armada que realizó el kirchnerismo. Los trabajos incluyeron la renovación de las 1.000 baterías propulsoras, alimentadas por cuatro motores diésel que también fueron reemplazados.
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