7 de noviembre de 2017 – San Francisco – Agencias.
Silicon Valley tiene una extraña relación con las drogas. Está mal visto ser gordo o fumar. El azúcar es el nuevo tabaco y la dieta de moda es, directamente, no comer. Fumar mata, pero si es marihuana, relaja. Los calmantes son malos, pues generan adicción, pero no lo son tanto cuando sirven para experimentar.
Las excusas para este doble rasero son de los más peregrino. Desde biohacks, la tendencia que pretende hackear el cuerpo humano en busca de productividad —por lo que permite tomar la sustancia con tal de buscar la eficiencia—, hasta recurrir al ídolo espiritual de Silicon Valley, Steve Jobs. El fundador de Apple tuvo una juventud llena de experimentación, era la época hippie tardía, y él un chaval criado en una California llena de agitación. Dice la leyenda que era habitual que en los comienzos preguntase a los aspirantes a empleados sobre su relación con las drogas en la época universitaria. No lo juzgaba como algo negativo, sino como un signo de curiosidad.
A esto se suma la colección de perks en Silicon Valley. Todo vale con tal de agasajar al empleado. Incluso a los inquilinos. Los perks, algo así como una mezcla de chucherías, recompensas y privilegios para mantener contento al personal, con masajes, juegos en grupo, máquinas de videojuegos o cabinas para echarse la siesta, en muchos casos incluyen un minibar con autoservicio en la oficina. Algunas startups tienen hasta una sala secreta donde celebrar los hitos de la incipiente compañía. We Work, el espacio de alquiler de oficinas preferido por los techies, incluye grifo para tirar cerveza. En Twitter todavía tienen algunos.
Salesforce, que esta semana ha tomado el centro de la ciudad con su conferencia, Dreamforce, un evento que copa todas las habitaciones de hotel, ha decidido eliminar el alcohol de sus neveras y eventos internos. Su CEO, Marc Benioff, uno de los grandes filántropos de la zona, considera que no se da buen ejemplo con ello y deteriora la salud.
En los comienzos de Google hubo masajistas internos, cocineros de sushi y barra libre. En los inicios de Facebook se hicieron célebres —y también parte de la leyenda por la película que supuestamente recrea la creación de la red social— sus hackathones (maratones de programación) regados en alcohol. Ya no. Silicon Valley madura, se cuida y quiere mantener el liderazgo con empleados sanos. Pero no lo tomemos muy en serio, es posible que dentro de unos años la moda sea volver a esa cosa tan antigua que salía de un alambique. Basta con darle un toque artesano a todo para que gane adeptos en esta orilla del Pacífico.
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