El presidente francés hace un llamamiento a favor de la paz y el multilateralismo en la conmemoración del centenario del Armisticio.
13 de noviembre de 2018 – París – Agencias.
París se convirtió por unas horas en el centro del mundo. Cerca de 72 jefes de Estado y Gobierno se reunieron ayer en la capital francesa para conmemorar el centenario del Armisticio que puso fin a la I Guerra Mundial. «Sumemos nuestras esperanzas en lugar de oponer nuestros miedos», lanzó el presidente francés a sus homólogos concentrados en una carpa bajo el Arco del Triunfo. En un breve discurso, con el cielo gris y lluvioso, y la Plaza de la Concordia como fondo lejano, Emmanuel Macron exhortó a «luchar por la paz » y rechazar «el replegarse, la violencia y la dominación».
El presidente de la República francesa construyó su discurso en torno a la condena de los nacionalismos, en una velada referencia al presidente norteamericano, Donald Trump, que predica la preferencia por EE UU con su «America first». Frente al nacionalismo, Macron opuso el patriotismo. «Es exactamente lo contrario», declaró. «El nacionalismo es la traición».
Apoyándose en el sacrificio de los «peludos», los soldados que combatieron en la Gran Guerra, Macron exhortó a hacer frente a «los antiguos demonios que resurgen, dispuestos a llevar a cabo la obra del caos y de la muerte», y señaló la «inmensa responsabilidad» que tiene cada dirigente para «conjurar las amenazas» que llegan en forma de «recalentamiento climático, pobreza, hambre, enfermedad, desigualdad e ignorancia». El presidente galo hizo también un panegírico de las instancias internacionales y foros internacionales que «permiten a los enemigos de ayer iniciar el diálogo y hacer que el cemento del entendimiento sea la prueba de una armonía finalmente posible».
La ceremonia estuvo marcada por los gestos de multilateralismo. Desde primera hora de la mañana, los invitados fueron llegando al Palacio del Elíseo y, desde allí partieron cuatro autobuses con todos los dirigentes del mundo a bordo. Solo hubo dos excepciones, la de Donald Trump, que prefirió acudir directamente en su coche blindado, según los servicios de protocolo porque así lo exigía su equipo de seguridad, y la de Vladimir Putin, que llegó directamente desde el aeropuerto con unos minutos de retraso.
El resto de dirigentes: la canciller alemana, Angela Merkel; el «premier» canadiense, Justin Trudeau; el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el rey de Marruecos, Mohamed VI, y el de España, Felipe VI, acompañado por el presidente Pedro Sánchez, todos ellos viajaron en el autobús y, cuando faltaban unas decenas de metros se dirigieron andando, todos juntos, hacia el Arco del Triunfo. Fue una imagen que evocaba otra similar, la que se produjo el 11 de enero de 2015 tras el atentado en «Charlie Hebdo», cuando dirigentes del mundo entero vinieron a París para encabezar una marcha de solidaridad con las víctimas del terrorismo.
La presencia de Trump no fue del gusto de todos. Tres militantes de Femen forzaron el dispositivo de seguridad cuando pasaba el cortejo del presidente americano por los Campos Elíseos. Las Femen llevaban el torso al descubierto y escritas las palabras «falsos pacificadores, verdaderos dictadores». Fueron detenidas inmediatamente por la Policía por exhibición sexual. El ministro del Interior, Christophe Castaner, quitó importancia a esta irrupción a pesar de que el fuerte dispositivo de seguridad no había podido impedir la incursión de las militantes en la zona acordonada. Castaner aseguró después que la comitiva de Trump no estaba «para nada» amenazada, que se trataba de «una operación de comunicación visual» y que las mujeres fueron «inmediatamente neutralizadas».
Tres horas más tarde, en la Plaza de la República dio comienzo una manifestación anti Trump para protestar contra su presencia en París. Aunque las autoridades francesas habían alertado sobre posibles desbordamientos porque temían la presencia de varios centenares de activistas violentos, finalmente solo hubo unos cientos de manifestantes pacíficos que soportaron la lluvia antes de dispersarse.
El presidente de EE UU declinó desde el principio la invitación al Foro de París por la Paz, que tenía como objetivo alabar los méritos de un mundo multilateral, pero la mayoría de los invitados a la ceremonia del Armisticio asistieron al acto, que tuvo lugar por la tarde en La Villette. De nuevo Macron tomó la palabra para defender esta iniciativa «contra las pasiones tristes» que para él «tiene vocación de reproducirse cada año». El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, pronunció un discurso coincidiendo con el líder francés en las similitudes que se observan estos días con el ambiente que se respiraba en el periodo de entreguerras. Macron habló hace unos días de la amenaza de «la lepra nacionalista», y Guterres alertó ayer contra un «desencadenamiento» como el que se produjo durante los años treinta.
Posteriormente intervino Merkel, que siguió los pasos de Macron para alertar sobre la amenaza que supone el aumento del nacionalismo y del populismo, a los que se debe hacer frente porque «el equilibrio pacífico entre unos y otros, e incluso el proyecto europeo de paz son de nuevo cuestionados».
Mientras la mayoría de líderes mundiales se reunían en La Villette, Trump visitó el cementerio americano de Suresnes donde rindió homenaje a los «valientes» soldados que lucharon en suelo francés, y de los que 1.541 están enterrados en este cementerio de la periferia parisina. El presidente norteamericano recordó el trabajo de los «marines legendarios» que participaron en la batalla del bosque de Belleau en l’Aisne. «Lucharon como en el infierno», dijo Trump, y recordó que de esta batalla viene el mote de «perros del infierno» que tienen los marines.