Fuertes medidas restrictivas entran en vigor en la ciudad que concentra un 63% de los casos de Estados Unidos y el 6% de los mundiales
24 de marzo de 2020 – Nueva York – Agencias.
Estar en una de las ciudades más vibrantes del mundo y no poder salir de casa. Es la ironía que viven, oficialmente desde este lunes, en torno a 8,5 millones de neoyorquinos, 20 si se tienen en cuenta los habitantes del Estado de Nueva York a los que se extienden las restricciones. En el primer día de vigencia de la orden de confinamiento por la crisis del coronavirus, tras los cierres progresivos de centros culturales, colegios y establecimientos de ocio, se han multiplicado las llamativas imágenes de icónicas localizaciones como Times Square casi desiertas, en contraste con su constante bullicio habitual. De manera paralela, el número de afectados se mantiene al alza acelerada, en parte por el incremento de las pruebas, y ya supera este lunes los 20.000, lo que supone más del 63% de los casos en Estados Unidos (31.573) y el 6% del total mundial (332.935).
De esos 20.875 casos contabilizados en el Estado de Nueva York, 2.635 (13%) están hospitalizados y 621 necesitan cuidados intensivos (24% de los hospitalizados), lo que el gobernador Andrew Cuomo ha considerado relativamente bueno. En total, el estado ha registrado 157 fallecimientos vinculados al Covid-19, de las cuales 99 corresponden a la ciudad de Nueva York, con 12.305 positivos en coronavirus en total.
Por su parte, la coordinadora de respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, Deborah Birx, ha expresado su preocupación por el “índice de ataque” del coronavirus en el área de Nueva York, donde 1 de cada mil personas tiene el virus, una tasa cinco veces superior a otras áreas, lo que a su juicio demuestra que el virus lleva circulando “semanas”. Según Birx, el 28% de los tests en esta zona están resultando positivos, frente al 8% en otras áreas del país, por lo que ha insistido en la urgencia de aplicar el distanciamiento social y el auto aislamiento.
La lluvia ha contribuido este lunes a ralentizar más notablemente el ritmo de Nueva York, a diferencia de lo ocurrido durante el fin de semana, cuando aún muchos ciudadanos, a pesar de la recomendación existente de quedarse en casa en lo posible, salieron en masa a las calles y especialmente a los parques, aprovechando el buen tiempo. Incluso el gobernador del Estado, Andrew Cuomo, ha lamentado esta actitud, tildándola de “insensible” y “arrogante”, y ha reclamado a la ciudad un plan para controlar la densidad en estos espacios públicos.
El alcalde Bill de Blasio, por su parte, ha afirmado posteriormente que la policía y el personal de los parques comenzarán a educar y advertir a los ciudadanos para que mantengan la obligatoria distancia de seis pies (1,8 metros), con excepción de “quienes vivan bajo el mismo techo”. La orden estatal decreta la obligación de mantener esta distancia social y recomienda restricciones especialmente estrictas a los mayores de 70 años y con problemas de sald. Cuomo ha reconocido la dureza de esta situación, pero ha abogado por estar “socialmente distanciado, pero espiritualmente conectados”.
Como nuevas medidas por parte de su administración, ha ordenado el incremento del 50% de la capacidad de los hospitales (recomendando aumentarla al 100%, de ser posible), y ha anunciado la creación de cuatro temporales, uno de ellos en un centro de convenciones de Manhattan, así como la llegada de material sanitario y la aplicación de tratamientos experimentales para enfermos.
Por su parte, el alcalde Bill de Blasio ha vuelto a alertar, en una entrevista con CNN, sobre la falta de equipamiento médico y ha asegurado que actualmente solo puede garantizar que dure “una semana”. El alcalde, que ha dicho que habló el domingo con el presidente Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence, ha reclamado acciones y ha solicitado el despliegue por parte del Gobierno federal de personal sanitario del Ejército y de otras partes del país.
A las imágenes históricas que esta crisis está dejando en la Gran Manzana, se ha sumado este lunes la del cierre del parqué de la Bolsa de Nueva York, que por primera vez en sus 228 años de historia ha funcionado exclusivamente de manera electrónica, aunque ya cada vez había menos operadores en persona. En un fantasmagórico distrito financiero ha trabajado Ron Davis, neoyorquino “nacido y criado en Harlem”, muy concienciado sobre la dimensión de esta crisis: “Creo que en escala es mayor que el 11-S, porque entonces fue afectada Nueva York y Estados Unidos, pero esto es en todo el mundo”. Por su parte, Cuomo ha insistido: “Yo la veo como una ola, que romperá en algún punto. Y la cuestión es cuál es el punto de ruptura, y si cuando la ola rompe colapsa el sistema sanitario”.
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