10 de agosto de 2017 – Agencias.
Acostumbrado a los sobresaltos México amaneció este miércoles con una noticia que cruzaba una barrera hasta ahora infranqueable. El narcotráfico, la gran lacra del país, se había mantenido al margen del fútbol, la vía de escape de millones de personas. Un comunicado del Departamento del Tesoro hacía saltar todo por los aires. El Gobierno de Estados Unidos sancionaba a más de 22 personas por vínculos con el crimen organizado. Sobre todos los nombres sobresalía uno: Rafael Márquez, el histórico capitán de la selección, el jugador con más títulos internacionales. Un referente fuera del estadio que niega cualquier vínculo con una organización criminal.
Rafa Márquez compareció a última hora de la noche sobre el césped del campo de entrenamiento del Atlas, su actual equipo. En su hábitat natural, el futbolista se mostró incómodo. Apenas atinó a leer un breve comunicado. “Diversos medios de comunicación señalaron que soy objeto de una investigación por parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos por supuestos hechos relacionados a un organización criminal”, aseguró el futbolista, quien negó “categóricamente cualquier tipo de relación con dicha organización y con los hechos referidos en las diversas notas periodísticas”.
Las informaciones, no obstante, se basan en un hecho contundente: el Departamento del Tesoro había sancionado al jugador, junto a una veintena de personas, por su presunto vínculo con una red de lavado de dinero del dirigida por el narcotraficante Raúl Flores, del que apenas se tenía constancia. En el caso de Rafa Márquez, que durante la tarde acudió de manera voluntaria a la fiscalía para esclarecer los hechos, se investigan cuatro propiedades –dos en Jalisco, una en Guanajuato y otra en Ciudad de México- y nueve empresas, entre ellas una escuela de fútbol desde la que se habría lavado dinero del narcotráfico. Además, la OFAC señala a dos personas, Mauricio Heredia y Marco Antonio Fregoso, por actuar en nombre o por el futbolista.
“Comprendo la situación jurídica en la que me encuentro y de inmediato me evocaré al esclarecimiento de los hechos con el apoyo de mi equipo de abogados. Aclaro que nunca he participado en ninguna de estas organizaciones”, insistió Márquez, quien se comprometió a colaborar con las autoridades y gobiernos de ambos países.
La inclusión de Márquez en la lista de la Oficina de Control de Bienes de Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) no tiene consecuencias penales, aunque puede derivar en ellas. De momento, implica la cancelación de su visa, el congelamiento de todas sus cuentas y propiedades en Estados Unidos, así como la prohibición para cualquier empresa estadounidense de hacer cualquier tipo de negocios o transacciones con ellos o con las compañías que fueron incluidas en la lista. También algo intangible. Su imagen, impoluta en un mundo pasarela como es el fútbol, ha quedado dañada. Los mexicanos se enfrentaban a una diatriba universal: pocos dudas de la culpabilidad de un político vinculado al narcotráfico; todos creen, o al menos quieren creer, en la inocencia de un jugador de fútbol, en este caso, el icono de un país. “Quiero pedir respeto hacia mi familia y hacia mi situación, es difícil. Sé que mucha gente está conmigo, no los voy a defraudar, así como he encarado mi carrera como profesional y hoy en día es mi partido más difícil, intentaré esclarecer todo”, sentenció Márquez.
Raúl Flores Hernández, el narcotraficante a quien vinculan con el futbolista y el cantante tiene pocos registros en las bases de datos públicas tanto del Gobierno mexicano como en Estados Unidos. El Departamento del Tesoro estadounidense lo identifica como el líder de una organización de narcotráfico, formada en su mayoría por miembros de su familia. En un comunicado de este miércoles, el Tesoro asegura que Flores opera desde hace décadas en el negocio del narcotráfico, especialmente en lo relacionado al lavado de dinero. Aunque, según Estados Unidos, Flores no está vinculado a una organización criminal en concreto, sí ha tenido lazos con los líderes del Cartel de Sinaloa, el más poderoso de México y el Jalisco Nueva Generación, cada vez con más peso. Las autoridades estadounidenses aseguran que tiene vínculos con el narcotráfico desde la década de los ochenta, en Guadalajara (Jalisco) y Ciudad de México.
Flores tiene acusaciones por tráfico de drogas en Estados Unidos desde 2001. Ese año fue arrestado por posesión y tráfico de marihuana en California y sentenciado a 10 meses de prisión y pasó dos años en libertad condicional. Diez años después, en 2010, la Procuraduría General de la República (PGR) añadió su nombre a una lista de narcotraficantes por los que pedía recompensas de hasta cinco millones de pesos (278.000 dólares). La PGR confirmó este miércoles, horas después del anuncio del Departamento del Tesoro, que desde julio de este año Flores se encuentra detenido en una prisión federal de la Ciudad de México.
La PGR tomó este miércoles el control de algunos de los bienes de Raúl Flores, caso del Grand Casino de Guadalajara. En un comunicado, el Departamento del Tesoro asegura que las sanciones anunciadas hoy son consecuencia de un trabajo de años en coordinación con las autoridades mexicanas. La supuesta red de Flores, a punto de cumplir 65 años, incluye a familiares y socios de confianza, siendo el cantante y el futbolista los que han acaparado todos los focos.
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