24 de julio de 2017 – Houston – Agencias.
James Matthew Bradley Jr. abrió las puertas del camión y se descubrió la tragedia. “Los cuerpos estaban inertes sobre el suelo como si fueran carne”, reconoció ante la policía el conductor del camión. En él fueron descubiertos el domingo en Texas decenas de inmigrantes indocumentados al borde de la asfixia. 10 de ellos murieron. Cuatro eran mexicanos.
Cuando abrió las puertas del camión en pleno San Antonio, los 39 indocumentados -25 de ellos mexicanos- estaban luchando por sobrevivir bajo una temperatura cercana a los 65 grados. Ocho personas habían muerto cuando el conductor paró poco antes en un estacionamiento. Dos más fallecieron en hospitales. Hay 15 personas en estado crítico por daño cerebral por la exposición al calor, falta de oxígeno o deshidratación.
Los documentos judiciales, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, revelan un viaje infernal. Uno de los inmigrantes mexicanos a bordo fue descrito en el informe de los investigadores federales como J.M.M-J. Cuando abordó el camión en un lugar indeterminado de la frontera, habían pasado varios días desde que salió de Aguascalientes (México) con destino a San Antonio. Pagó 5.500 dólares.
A las 9.00 de la mañana del pasado sábado, una camioneta lo llevó, junto a otras 28 personas, hasta el camión que conducía Bradley, de 60 años y que se enfrentaa cargos que le pueden acarrear la pena de muerte o la cadena perpetua. Eran los últimos en abordar. Había cerca de 70 individuos en su interior y con ellos habían completado el grupo que llevaría a San Antonio.
A.L.V., otro de los inmigrantes que viajaba en el camión, declaró a agentes federales que estaba con un grupo de 24 personas, con quienes se escondió en una casa de seguridad en Laredo (Texas) durante 11 días. “Cuando llegué al tráiler había 70 personas en su interior y hacía mucho calor”, explicó.
H.L.C. —el último testigo incluido en el documento— describió un grupo más grande: de 170 a 200 personas. El inmigrante recorrió la frontera a través Laredo. Había pagado 60.000 pesos mexicanos, unos 3.300 dólares, por cruzar a Estados Unidos.
Una oscuridad completa invadió el tráiler cuando los traficantes cerraron las puertas. Ya hacía calor en su interior. Sin comida ni agua las horas transcurrieron lentas, mientras aumentaba la desesperación. Los inmigrantes comenzaron a hacer ruido para llamar la atención del conductor, pero nadie respondió.
J.M.M-J aseguró que a las 9.00 de la noche del sábado alguien abrió la puerta del camión y les dijo que se irían. Le entregaron a cada grupo colores diferentes para que los traficantes pudieran identificarlos. “El hombre les dijo que el camión tenía refrigeración y no había nada de qué preocuparse”, detalló la declaración.
El inmigrante recordó que durante la primera hora de viaje todos parecían estar bien. “Pero luego algunas personas comenzaron a tener problemas para respirar y otros se desmayaron. La gente comenzó a golpear las paredes para alertar al conductor, pero nunca paró”, revela el texto judicial. “Había un hoyo en la pared del camión y los inmigrantes tomaron turnos para respirar por él”.
J.M.M-J aseguró que de golpe el camión frenó y varios de los pasajeros cayeron abruptamente al suelo. Alguien, a quien no identificó, abrió las puertas. En pocos minutos, varios inmigrantes se subieron a seis todoterrenos negros. Los vehículos se fueron inmediatamente.
Los que quedaron atrás siguieron en el camión, pero no está claro cuánto tiempo pasó hasta que el conductor finalmente abrió las puertas. Y reveló el horror que ha golpeado al país entero reavivando uno de los debates más agrios en Estados Unidos: el cruce ilegal de indocumentados y la política inmigratoria del país.