Arranca en la isla el proceso contra Áurea Vázquez Rijos, que supuestamente ofreció tres millones de dólares al ejecutor de su esposo en 2005 y durante años estuvo fugada en Europa
23 de agosto de 2018Miami – Agencias.
A Adam Anhang lo asesinaron poco antes de medianoche el 22 de septiembre de 2005. Primero le golpearon con un adoquín en la cabeza. Después le metieron varias puñaladas con un cuchillo de cocina. Unos días antes, Anhang le había dicho a un amigo en un correo: “Estoy un poco asustado”.
Es el relato del FBI con base en testigos presenciales y en la confesión del hombre que lo mató, Álex Pabón Colón, alias El Loco. Ocurrió en el bello Viejo San Juan, el casco histórico colonial de la capital de Puerto Rico, donde los adoquines brillan como un espejo azul cobalto cuando llueve.
El empresario canadiense Anhang tenía 32 años y un patrimonio de 24 millones de dólares –según documentos judiciales–, pero era una bola de temor. Había contratado a un guardaespaldas, le dijo su padre Abe al medio canadiense Global News, y la última vez que habló con él le temblaba la voz. Hacía seis meses que se había casado con Áurea Vázquez Rijos. Áurea: natural de la isla, ganadora de Miss Puerto Rico Petite. Hoy, acusada de contratar a un sicario para matarlo.
La novela negra que ha seguido Puerto Rico los últimos 13 años está lista para su desenlace. Este martes comenzó la selección del jurado. En el banquillo: Áurea Vázquez Rijos, su hermana, su cuñado como cómplices y El Loco, que asegura que le prometieron tres millones de dólares que nunca vio.
La fiscalía acusa a Vázquez Rijos, de 38 años, de orquestarlo todo por dinero. Anhang y ella habían firmado un acuerdo prenupcial por el cual la esposa recibiría más capital como viuda que como ex. La noche de su muerte, según la investigación, Anhang había ido a cenar con ella con la idea de dejar acordado el divorcio. Sin saberlo, al salir del restaurante caminaba hacia la tumba.
Pabón lo asaltó, le ordenó que le diese el dinero y lo atacó. Según un testigo, Áurea se quedó a un lado mirando, sin gritar, sin intervenir. Desangrándose en el piso Anhang, el supuesto atracador le dio un golpe a ella en la cabeza con el adoquín antes de irse. “Para que pareciera real”, relata el informe del FBI citado por Global News. Ni se preocupó de robarle la cartera.
Vázquez Rijos comenzó a pleitar unos meses después con su familia política canadiense por la herencia del difunto, pero pronto optó por huir de Puerto Rico. En 2006 llega a Italia e inicia una doble vida. En San Juan ya había sido detenido por el asesinato Jonathan Romero, un vecino del barrio popular de La Perla al que llegaron a sentenciar a 105 años de cárcel, hasta que en 2008 el auténtico sicario fue arrestado, confesó y Romero quedó libre y con una mención de honor a su inocencia en una canción de los trovadores boricuas de Calle 13.
En su nueva vida italiana, Vázquez Rijos se asentó en Florencia, se integró en su comunidad judía ortodoxa y tuvo dos gemelas con un vecino de la capital toscana. En 2008, imputada ya por la fiscalía como cerebro del crimen y fugitiva, la exreina de la belleza dio una entrevista en Italia a El Nuevo Día, el principal diario de Puerto Rico, en la que dijo que era “completamente inocente”. Según BBC, el padre de las gemelas se acabó enterando de su truculento pasado leyendo el Corriere della Sera, la dejó y se quedó con la custodia de las chiquillas. Ella siguió viviendo en Italia, con su abogado bloqueando las peticiones de extradición, y llegó a montar una agencia de viajes.
El padre de Anhang le seguía los pasos. Contrató a detectives privados que la vigilaron durante años y fueron reuniendo información que entregaron al FBI de Puerto Rico, como los nombres y documentos falsos que usaban, sus cambios de color de pelo o las visitas que hizo a otros países de Europa.
En 2013, la escapada de Áurea Vázquez Rijos se acabó con una artimaña policial. El FBI y la policía española montaron una operación para que viajase a Madrid como guía de un grupo de turistas. Al bajar del avión, le pusieron las esposas.
En España tuvo otra hija en la cárcel. Pese a que alegó que si volvía a su país su vida corría peligro, y afirmó que la muerte de su marido fue obra de una mafia, fue extraditada a Puerto Rico en 2015 con el compromiso de la isla con la justicia española de que no sería condenada a muerte ni a cadena perpetua.