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Al Madrid le basta con Cristiano ante el APOEL

Cristiano Ronaldo
Cristiano coge el balón tras marcar el segundo del Madrid. ÁLVARO GARCÍA

El cuadro de Zidane golea al Apoel con dos tantos del luso, bien asistido por Bale como extremo zurdo, y otro de Sergio Ramos

13 de septiembre de 2017 – Madrid – Agencias.

Por mucha púrpura que tenga, la Copa de Europa no está eximida de algunos partidillos. Por ejemplo, el poco aliñado encuentro en Chamartín entre el mayúsculo campeón del torneo y un rival becado en la fase previa, el Apoel, un telonero. Lo que podía anticipar un festival madridista derivó en un choque sosaina y enmarañado en el primer acto, y con algo más de chicha en el segundo. Entre medias, Cristiano y punto. Bastante para que el Madrid descamisara al Apoel a medio gas.

De entrada, de embrollo en embrollo desde el calentamiento, cuando se advirtió a Sergio Ramos comentar al fisio que algo le molestaba cada vez más. Ya con la pelota en circulación se cambió las botas. Para entonces el partido ya iba de interruptor en interruptor. Que si un encontronazo de Casemiro con De Camargo, que si un dolor en costado de Marcelo, que si una lesión muscular definitiva de Kovacic… Para colmo, Kroos, su relevo, en la hamaca en el banquillo, tardó cuatro minutos en calzarse, vendarse, arroparse, alisarse…

Con tanto ajetreo de masajistas y utileros, el fútbol en sí se redujo al cruce de caminos entre Cristiano y Bale. Sin Benzema, ambos se repartieron el radar del ariete, posición más dispuesta para el luso que para el galés. Ocurre, sin embargo, algo paradójico. A CR le agrada partir desde la izquierda, lo que aborrece Bale. Pese a ser su mejor campo de maniobras, el británico siente que el extremo es de una graduación menor. Una vez más, el discurrir del partido puso en evidencia la percepción de Bale. Lo mejor del Madrid, al margen de las virguerías de Isco, llegó con él como interior zurdo y CR como nueve ancla. Por ahí, con centros de Bale se gestaron el primer tanto del portugués y el penalti sancionado a Roberto Lago que ejecutó el 7 blanco. Entre medias, un racimo de ocasiones de CR asistido por su colega de Cardiff.

Mientras Cristiano y Bale se ajustaban y desajustaban, el Madrid, como no podía ser de otra manera, gobernó la cita a su antojo. Pero equivocó el albedrío. Mal asunto cuando los futbolistas tienen más ritmo que la pelota. Le pasó al Madrid durante todo el primer tiempo, con el balón gripado y todo muy previsible. Para su suerte, el animoso pero insustancial Apoel, concedió una contra tras su única acción meritoria en ataque. Keylor activó rápido a Kovacic, que puso en danza a Isco. El malagueño sacó la cadena a Morais y conectó con Bale en la izquierda. El extremo ocasional gestionó un estupendo servicio para CR. Con él al frente, el Madrid las mete a la primera; sin él, por lo visto ante Valencia y Levante, hay más fogueo del debido. Antes del intermedio, a Cristiano se le escaparon un par de remates por un pulgar, pero lo cierto es que Waterman, portero de los chipriotas, se fue al intervalo sin haber sido requerido para alguna parada o paradita.

El segundo tiempo alumbró a otro Madrid, con otro volumen, otra escala, mayor decisión. Suficiente para afeitar aún más al Apoel. Isco tiró del catálogo que le distingue y Kroos, Modric y Casemiro subieron de marcha. Mientras, Bale y Cristiano siguieron a lo suyo. El luso reclamó desatado una diana que no fue, un remate al larguero que picó sobre la raya de gol, pero el balón no traspasó del todo la frontera. Luego embocó el penalti y divisó en primera línea la chilena de Sergio Ramos, cortita, pero efectiva, para abrochar el tercer tanto local. Sin ser un equipo redondo, al Madrid le bastaba con media pierna y Cristiano.

El tramo final, resuelto por completo el envite, destiló dos intrigas. Por un lado, comprobar en qué quedaría la voracidad atacante de CR, dispuesto a cazar un bote, un cochinillo o lo que se terciara por el área de Waterman. Como una entrega de Modric en la que el ansia jugó una mala pasada a Ronaldo, que no reprimió el fuera de juego. Lo mismo que en su pase a Mayoral para otro tanto anulado al estar fuera de lugar el portugués.

Si el apetito de CR no tiene fin, tampoco debe ser menor el de Ceballos, al que Zidane concedió los últimos veinte minutos. El chico llegó con cuajo del Betis pero apenas ha tenido carrete. Tampoco Borja Mayoral, otro aliciente para los diez minutos finales, por más que CR copara su puesto natural de nueve-nueve. Pero el encuentro estaba despachado, todo era ya muy distendido y hasta Bale se fue sin bronca de la grada.

Ceballos y Mayoral apenas tuvieron escaparate. De llegar a reivindicarse será otro día, en una jornada con mayor enjundia. La de este estreno en Champions se la merendó Cristiano, que no repara en la jerarquía del adversario. Él a lo suyo, golea que golea. El mejor gancho posible para un Madrid que todavía se ve algo borroso en el espejo del triunfador Madrid del último curso.

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