Oficiales de inteligencia de EE UU confirman que Abu Muhammad al Masri, acusado de ser uno de los autores de los ataques a las embajadas de Estados Unidos en África en 1998, fue tiroteado en agosto en Teherán
13 de noviembre de 2020 – Washington – Agencias.
Oficiales de inteligencia estadounidenses han confirmado que el número dos de Al Qaeda, el grupo terrorista matriz de la yihad global, fue asesinado en Irán hace tres meses. Abdulá Ahmed Abdulá, considerado uno de los cerebros de los atentados mortales que en 1998 golpearon dos embajadas de EE UU en África, fue abatido el 7 de agosto en las calles de Teherán por dos agentes israelíes a bordo de una motocicleta, según ha informado este viernes el diario The New York Times, el mismo día que Francia anunciaba la muerte del líder de la filial de Al Qaeda en el Sahel. Junto a Abdulá, cuyo nombre de guerra era Abu Muhammad al Masri, murió también su hija Miriam, la viuda de Hamza bin Laden, uno de los hijos de Osama bin Laden y figura clave en la organización, que fue asesinado en una operación especial al inicio del mandato de Donald Trump.
La ejecución de Al Masri, que parece sacada del guion de la nueva serie israelí de éxito, Teherán, corrió a cargo de los pistoleros israelíes, pero se perpetró a petición de Washington, según cuatro de los funcionarios de inteligencia que confirmaron la noticia al diario. Se desconoce qué papel concreto desempeñó Estados Unidos, al margen de rastrear los movimientos de Al Masri y otros jefes de Al Qaeda en Irán durante años (un refugio llamativo, dada la enemistad jurada entre la teocracia chií y el grupo yihadista suní). La muerte del número dos de Al Qaeda alimentaba un rumor recurrente, pero no había tenido confirmación hasta la fecha. El grupo terrorista no siempre informa de la muerte de sus comandantes, o bien lo hace con retraso; en este caso no se ha pronunciado todavía.
La alta volatilidad de la región -Estados Unidos asesinó en enero en Irak al jefe de la Guardia Revolucionaria iraní, general Qasem Soleimani- incrementa la prudencia a la hora de atribuirse la responsabilidad del ataque o arrogarse los méritos que se deriven de él, de ahí que tampoco Irán o Israel se hayan pronunciado al respecto ni siquiera para azuzar retóricamente la tensión que como enemigos irreconciliables entretienen. Al Masri fue uno de los fundadores de Al Qaeda y era considerado el relevo natural -tenía en torno a 60 años- de su actual líder, Ayman al Zawahiri, sobre cuya muerte también se ha especulado con insistencia.
Al Masri figuraba en la lista de los más buscados del FBI por los atentados contra las embajadas de EEUU en Kenia y Tanzania, que costaron la vida a 224 personas y dejaron centenares de heridos. La agencia estadounidense había ofrecido una recompensa de diez millones de dólares por información que llevara a su captura, mientras la foto del yihadista aparecía aún este viernes en la lista, ha confirmado el diario. Su ejecución en Teherán se produjo el mismo día de los atentados a las legaciones de EEUU en África, el 7 de agosto.
La confirmación de la muerte de Al Masri se produce en un contexto internacional complicado, en el que se suman el relevo presidencial en EE UU, una oleada de explosiones y periódicas protestas sociales en Irán, la creciente animadversión entre los dos países y una semana antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU considere ampliar un embargo de armas contra el régimen de los ayatolás. El presidente saliente, Donald Trump, retiró en 2018 a EE UU del pacto nuclear firmado con Irán en 2015. Por las implicaciones regionales de la noticia, subraya el diario, sorprende aún más que la agencia de noticias oficial iraní informase en su día del asesinato afirmando que las víctimas habían sido un profesor miembro de Hezbolá, el partido-milicia chií libanés, y su hija; según fuentes egipcias y libanesas, el profesor se llamaba igual que el alias dado a Al Masri por sus anfitriones durante su estancia en Irán, a partir de 2003, según la inteligencia norteamericana. Ha habido que esperar hasta este viernes para que fuentes autorizadas de Washington identificaran la valiosa pieza cobrada, mientras Israel e Irán aún guardan silencio, igual que la Casa Blanca.