Las tarifas a productos agrícolas amenazan productos clave y son un aviso de lo que puede pasar si sigue la escalada de represalias
5 de abril de 2018 – Los Ángeles – Agencias.
Donald Trump está a punto de iniciar una guerra comercial con China y las primeras salvas se han escuchado en el campo de California. El aumento de aranceles en China a decenas de productos agrícolas de Estados Unidos ha desatado la inquietud en la primera potencia agrícola del país. Son apenas unos miles de millones en el comercio del Pacífico, pero la situación en la que quedan los agricultores californianos es un aviso de lo que puede venir en otros sectores si continúa la escalada de represalias.
La secuencia por ahora es la siguiente. A principios de marzo, Trump anunció que elevaría los aranceles hasta un 25% al acero y un 10% al aluminio. Dejó exentos a la mayoría de los principales socios comerciales de EE UU, menos a China, dejando claro cuál era su objetivo. El pasado fin de semana, China anunció su represalia. Elevará los impuestos a importaciones de EE UU valoradas en 3.000 millones de dólares. Es una lista de más de 120 productos, en su mayoría agrícolas. La escalada no ha terminado.
El valle central de California es el mayor productor agrícola de Estados Unidos y genera 46.000 millones de dólares anuales. California exporta a China por valor de 2.000 millones. Los principales productos son pistachos (530,5 millones de dólares en exportaciones a China en 2016), almendras (518,1 millones), vino (161 millones), naranjas (133 millones), uvas de mesa (86,5 millones) y nueces (78 millones). Todo esto junto es apenas una pincelada en las exportaciones de Estados Unidos a China (130.000 millones de dólares en 2017), pero las consecuencias de entorpecer su comercio son muy reales.
“A los valles de Fresno y San Joaquín nos afecta muy directamente”, explica por teléfono Ryan Jacobsen, director de la Oficina Agrícola del Condado de Fresno, la asociación de productores de la zona. “Todo lo que te puedas imaginar en un frutero o en una bolsa de frutos secos sale de esta región”. Jacobsen explica que el efecto no es inmediato. “Habrá que ver cómo responde el consumidor chino al coste adicional (que suponen las tarifas). Pero la expectativa es que va a dañar nuestra capacidad de llevar el producto al consumidor chino a un precio asequible”.
“Queremos que esto se resuelva cuanto antes”, continúa Jacobsen. “China es nuestro tercer mercado de exportación. Para que se vea la importancia en algunos productos, China supone el 46% de las exportaciones de pistachos, el 35% para las ciruelas, el 20% de las naranjas y el 12% para las almendras”. En algunos de estos mercados, los compradores chinos no tienen alternativa. California produce el 80% de las almendras del mundo. Pero en otros, advierte Jacobsen, si la situación se prolonga los competidores de Australia, Latinoamérica u Oriente Medio pueden tomar posiciones.
El golpe de China llega en un momento muy delicado. “Estamos a punto de entrar en el pico máximo de producción”, advierte Jacobsen. En estas semanas es cuando empiezan contratar masivamente para la recolección. La fruta se recoge entre mayo y agosto. La temporada de frutos secos empieza a mediados de julio. “Siempre que hay una disputa comercial, se meten con la agricultura de California”, se queja Jacobsen. “Es uno de los pocos sectores que tiene superávit comercial, somos un póster de Estados Unidos y es donde pueden hacer daño”.
La petición de Jacobsen fue ignorada por la Casa Blanca este mismo martes. Trump dio un paso más en la escalada tarifaria y ha anunció nuevos aranceles en unos 1.300 productos de tecnología industrial, transporte y medicina por valor de 50.000 millones de dólares. El miedo de los agricultores de Fresno se empezará a extender a sectores más sofisticados que la almendra. California es la sexta economía del mundo (acaba de superar en PIB a Francia con 2,4 billones de dólares) y está híper conectada con el Pacífico. Las exportaciones del estado fueron 171.000 millones de dólares en 2017 (el 11% de las exportaciones de EE UU). Solo el comercio con México es mayor que con toda la UE.
Clayton Dube, director del US-China Institute de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, recuerda que “California, y específicamente el puerto de Los Ángeles es el núcleo del comercio entre EE UU y China”. El puerto conjunto de Los Ángeles y Long Beach es el más grande de EE UU, juntos mueven más de 14 millones de contenedores al año, el 30% de la actividad portuaria del país. Es la puerta de Asia, y de su buena salud dependen hasta 2,8 millones de empleos en todo el país, según estimaciones del puerto.
“Disminuir en general el comercio entre Estados Unidos y China tendrá un impacto en los puertos y en las empresas de logística”. “Ahora mismo, las consecuencias (de la escalada de aranceles) son precios más altos”, dice Dube, “pero si esto acaba resultando en una disminución de los encargos, se va a sentir aquí, en la gente que sube y baja los contenedores de los barcos”.
El siguiente capítulo se vivió este miércoles, cuando China pasó a represaliar otros 106 productos. Entre ellos la soja (que afecta directamente a las zonas rurales del Medio Oeste que votaron por Trump), coches, productos químicos y algunos productos aeronáuticos. En total afecta a exportaciones por valor de 50.000 millones de dólares. La retórica acompaña: “China no quiere una guerra comercial, pero no le tiene miedo”, es la posición oficial de Pekín.
El lunes, las almendras. El miércoles, la soja y los coches. Mañana puede ser el iPhone o las películas. China se sopla una pestaña y la primera potencia agrícola de Estados Unidos se pone a resguardo. Los agricultores de Fresno son el canario en la mina sobre las consecuencias de una guerra comercial de verdad. Los estibadores del puerto van después. No hay mucho tiempo para reconducir la situación. Las naranjas se cosechan en mayo. Y eso no se cambia con un tuit.