En Estados Unidos existe un incipiente brote alérgico contra los hispanohablantes. En cada nueva generación de latinos radicados se pierde más el idioma
29 de mayo de 2018 – Washington – Agencias.
La hija de Ana Inojosa evita hablar español en la escuela concertada a la que asiste en Brooklyn, Nueva York. “Dicen que es feo”, le cuenta la niña de seis años a su madre. Cuando un hispano habla en su idioma, sus compañeros le hacen sentir mal. “Ella me dice que la mayoría de los que fastidian son de origen mexicano. Yo creo que replican la discriminación que han sufrido sus padres”, supone Inojosa, de Venezuela, radicada desde hace dos años en el país norteamericano. 300 kilómetros al norte, en un McDonald’s de Providence, Rhode Island, trabaja Magdalena de la Cruz, dominicana de 35 años. A ella no la molestan si habla su lengua materna, simplemente no la dejan. “Nuestra jefa dijo que algunos blancos se sentían incómodos si hablábamos en español, así que nos obligan a comunicarnos en inglés”, cuenta de la Cruz y agrega: “Yo le respondí que eso es racismo”.
En un país donde se ven anuncios en español, donde los servicios públicos ofrecen atención por teléfono en los dos idiomas y en donde es común que te tome el pedido un hispanohablante, sería una falsedad decir que no hay facilidades para los 55 millones de hispanos que viven en Estados Unidos, el 17,5% de la población. Pero cada vez son más frecuentes los episodios del brote alérgico al español sumados a las grietas xenófobas que ha abierto la administración de Donald Trump. El último caso fue el de un agente fronterizo que le solicitó los documentos a dos mujeres por hablar español en una estación de servicio en Montana. Hace unas semanas se viralizaron los gritos de un abogado amenazando a unos hispanohablantes en un restaurante. “Esto es América”, les advirtió. Y a comienzos de este mes unos empleados de la cadena Albertson demandaron al supermercado por una supuesta política de No Spanish, incluso en los recesos, que se habría aplicado en 2012 y 2013.
En Estados Unidos hay más personas que hablan español que en España. Un récord de 40 millones de habitantes (un 12,5%) lo hablan en sus casas. Aunque, según un estudio de Pew Research Center (PRC), hay que algo está cambiando: La población latina crece, pero el porcentaje de los que hablan el idioma cae. “Es una tendencia pequeña, pero avanza más rápido que antes”, apunta Mark Lopez, director de investigación hispana en PRC. Lopez sostiene que los menores de 18 años nacidos en el país norteamericano con padres hispanohablantes serán los reflejen la pérdida del idioma. Hay que considerar que ya son más los hispanos nacidos en Estados Unidos que los que llegan.
Más allá del asunto demográfico, lo relevante para Ignacio Olmos, director del Instituto Cervantes de Nueva York, es que desde hace 10 años que Estados Unidos está saliendo de su aislacionismo lingüístico, con la introducción de las escuelas bilingües. “Hace 20-25 años atrás, el español era el idioma que hablaba tu jardinero, tu empleada doméstica o la cajera, pero hoy es el idioma que aprende tu hijo en el colegio”, explica. Aunque reconoce que el racismo se ha espoleado en la era Trump. “Se ha acentuado la sensación de impunidad en esta administración, pero también crece el rechazo a ese tipo de actitudes, esa es la tensión que estamos viendo”, analiza.
A pesar de que se respira un ambiente más hostil en los últimos dos años, a nivel laboral, por ejemplo, no ha variado el número de denuncias por discriminación que ha recibido la Comisión Federal para la Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC, por sus siglas en inglés). En 2017 admitieron más de 90.000 quejas, asesoradas de forma gratuita, que incluyen las por idioma, decisiones arbitrarias por el lugar de origen, acoso, entre otras. “Hay que entender que la política ‘solo inglés’ no es ilegal cuando está motivada por cuestiones de seguridad (como el caso de los bomberos) o garantizar el funcionamiento del negocio (un dependiente y un cliente) y se implementa por motivos no discriminatorios”, aclara Joseph Olivares, portavoz de EEOC.
La multiculturalidad que ostenta Estados Unidos en sus grandes ciudades la ha conseguido integrando a los que vienen a través del inglés. Pero eso ya no es tan así. Ante este fenómeno, “cierta población blanca tiene miedo a que su país deje de ser lo que era y ese temor tiene tintes racistas”, afirma Olmos. Pero aunque todavía haya quienes no lo quiere ver, ya no lo pueden no escuchar. Lo dejó claro el año pasado el puertorriqueño Luis Fonsi, que tuvo a todas las emisoras y discotecas gobernadas por su tema Despacito. Si hasta los hijos de Ivanka Trump no se pudieron resistir al ritmo latino, en otra demostración de que los cambios los verá la próxima generación.