Una técnica de exploración láser revela los secretos de una zona arqueológica con una extensión de 26 kilómetros cuadrados y que estuvo varios siglos bajo tierra
16 de febrero de 2018 – México – Agencias.
Los secretos de Angamuco han tardado siglos en ser revelados. Los tesoros de la ciudad milenaria de los purépecha, los enemigos del Imperio azteca, habían estado sepultados por el paso del tiempo en el oeste de México y desenterrarlos había representado una tarea titánica con las técnicas arqueológicas tradicionales. Pero un procedimiento revolucionario ha sido un rayo de luz y esperanza para los investigadores. El mapeo láser, que permitió este lunes el descubrimiento de una ciudad maya en Guatemala con 60.000 edificios, ha desvelado ahora que Angamuco tenía 40.000 edificios, tantos como Manhattan y en apenas una superficie de 26 kilómetros cuadrados.
“Es increíble pensar que esta enorme ciudad estaba en el corazón de México sin que nadie supiera de su existencia”, adelantó al diario The Guardian Chris Fisher, arqueólogo de la Universidad Estatal de Colorado y autor de una investigación que puede dar un giro a la historia de esta civilización mesoamericana tal como la conocíamos. “Esta ciudad estuvo abandonada por años antes de la llegada de los españoles y fue ocupada de nuevo después por los purépecha, lo que nos da claves importantes de los procesos sociales que ayudaron a la formación de ese imperio”, agrega en declaraciones.
Aunque que la historia azteca está ya muy estudiada, los purépechas fueron la civilización mayoritaria en el centro de México a principios del siglo XVI. Tenían una capital del imperio llamada Tzintzuntzan al borde del lago Pátzcuaro, área en la que los supervivientes de esta comunidad aún viven. De hecho, las repúblicas purépechas sobrevivieron durante la Colonia y después de la Independencia de México, a principios del siglo XIX, en el Estado de Michoacán hasta que se estableció la división por municipios. Los purépechas adoptaron el cristianismo y combinaron sistemas modernos y tradicionales de organización social, económica y política. “La lejanía entre las zonas purépechas y la Ciudad de México dificultó por años su estudio, sabíamos poco de ellos más por una cuestión geográfica que por otra cosa”, comenta Fisher.
El arqueólogo, que encabeza un equipo de 10 investigadores, ha presentado este último descubrimiento en la reunión anual de la Asociación Americana por el Avance Científico que se celebró esta semana en Austin, Texas. La tecnología Lidar (del inglés Light Detection and Ranging) es un dispositivo que permite determinar la distancia desde un emisor a un objeto o superficie al utilizar un escáner con láser que integra la geolocalización satelital (GPS) y con otros avances tecnológicos. La distancia se mide con luz. Esto ayuda a crear imágenes en alta definición de objetos ocultos por densas capas de vegetación, por ejemplo. “Nos permite ver zonas que antes eran inaccesibles”, explica el arqueólogo. “Los investigadores pueden ir directamente a los puntos que les marca el sistema con coordenadas tridimensionales y un margen de error de cinco centímetros”, agrega Juan José Beltrán, director general de Lidar en América Latina.
La tecnología láser ha revelado que Angamuco era el doble de grande que la capital Tzintzuntzan, ya que se extendía a lo largo de 26 kilómetros cuadrados. “Era una ciudad muy extensa, de gran importancia ceremonial, muy compleja arquitectónicamente y muy densamente poblada”, señala Fisher. La urbe tenía alrededor de 100.000 habitantes entre los años 1000 y 1350 después de Cristo, según el investigador. De comprobarse los hallazgos, Angamuco se convertiría “en la ciudad de México más grande conocida hasta ahora durante este periodo”.
Las imágenes de Fisher dan cuenta de pirámides, caminos, pozos y viviendas antiguas. Los investigadores también han recalcado que Angamuco tiene una estructura inusual porque las plazas abiertas y las pirámides están situadas en los bordes de la ciudad, en lugar de en el centro, localización habitual en el tramado de las urbes. “En vez de tener un núcleo ceremonial, tenía varios puntos importantes distribuidos en toda la superficie”, apunta.
Aunque la ciudad fue descubierta en 2007, las técnicas tradicionales para mapearla y las condiciones del terreno no permitían avanzar con rapidez en la investigación. Fue en 2011 cuando los arqueólogos comenzaron a usar la técnica Lidar. Siete años después, la investigación ha dado frutos. “Esta tecnología está transformando la arqueología, hay otras 30 ruinas en Mesoamérica que están siendo analizadas y de las que podremos saber más con estas técnicas”, dice Fisher, que tiene un proyecto similar en la remota región de Mosquitia, en Honduras. El investigador espera con ansías poner las botas sobre el terreno y seguir desvelando los secretos de Angamuco. Cerca de 7.000 objetos arqueológicos ya han sido verificados en excavaciones que han cubierto cuatro kilómetros del nuevo universo arqueológico de los purépecha.