El grupo, en el que había mujeres y niños, saltó la frontera el lunes en la zona de Yuma y se entregó a la policía. Un tercio de ellos son niños
12 de abril de 2018 – Los Ángeles / México – Agencias.
Un grupo de 61 personas se entregó el lunes a la policía de fronteras de Estados Unidos tras cruzar ilegalmente desde México en la zona de Yuma, al oeste de Arizona. Se trata de 59 guatemaltecos, un ciudadano salvadoreño y uno mexicano. Según informó la policía de fronteras, el grupo asegura ser parte de la caravana de migrantes centroamericanos que comenzó a cruzar México en marzo y creció hasta las 2.000 personas, incluyendo mujeres y niños. El grupo de Yuma sería el primero conocido de esa caravana en llegar a Estados Unidos.
Los agentes de fronteras (Border Patrol) vieron al grupo saltar la valla. En ningún momento trataron de escapar, su intención era entregarse, según confirmó el portavoz de este cuerpo policial en Yuma, Justin Kallinger. El grupo es uno de los más grandes detenidos este año por la Border Patrol en el sector de Yuma. El 90% eran familias. Un tercio de los detenidos son menores de 18 años.
La detención se produjo a las 12.05 de la tarde del lunes. La zona donde fueron detenidos es uno de los lugares más inhóspitos y peligrosos para cruzar ilegalmente. Por eso es también uno de los sectores donde menos arrestos se producen (12.847 en todo el año pasado). Se trata de decenas de kilómetros de desierto entre San Luis del río Colorado, en México, y la autopista 8, el primer lugar civilizado en territorio de Arizona. Entremedias hay un muro fronterizo y es prácticamente imposible escapar de la vigilancia en campo abierto.
El salvadoreño detenido dentro del grupo era una persona que forma parte de la banda MS-13. La policía de fronteras lo identificó como Herbeth Geovani Argueta-Chávez, de 18 años. Argueta-Chávez reconoció a los agentes que formaba parte de la Mara Salvatrucha, una prioridad absoluta en la estrategia de seguridad del Departamento de Justicia, pero también dijo que estaba intentando separarse de la banda. Su intención era llegar a Los Ángeles.
La caravana de migrantes a la que estas personas aseguran pertenecer llegó a convertirse en un asunto de política internacional la semana pasada. Empezó con unas primeras informaciones sobre un grupo de inmigrantes centroamericanos que se dirigía hacia el norte y estaba creciendo hasta reunir a unas 1.000 personas. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cargó contra la caravana y pidió que los Estados fronterizos enviaran a la Guarda Nacional (ejército de reservistas que depende de los Estados) para reforzar la frontera. En Arizona, el gobernador aprobó el envío de 225 efectivos a la frontera. Aún no han sido desplegados.
Con la llegada de los guatemaltecos a suelo estadounidense, la caravana de migrantes organizada por una ONG ha cumplido con su objetivo original; llamar la atención y pasar a Estados Unidos.
El grupo de guatemaltecos se incorporó el día 25 de marzo en la ciudad de Tapachula, en la frontera con Guatemala. De los casi 2.000 migrantes que formaban parte de la caravana, el 80% eran de Honduras. Caminaron más de 400 kilómetros en dirección al norte hasta Matías Romero, en Oaxaca a donde llegaron la semana pasada. Aquí recibieron los tuits de Donald Trump que alertaban de la llegada de una caravana que se desplazaba ante la permisividad del Gobierno de Peña Nieto.
El grupo posteriormente se trasladó en autobuses a Ciudad de México para participar en una protesta frente a la Embajada estadounidense y visitar, el martes, el Senado, acompañados del padre Alejandro Solalinde.
Para entonces el grupo ya se había diluido y cada uno buscó por su cuenta la forma de llegar al norte. Según asegura la policía de fronteras de EE UU, los guatemaltecos fueron detenidos el lunes por la Border Patrol en Yuma, a tres horas de Tijuana, el destino original de los organizadores de la caravana.
Los centroamericanos huyen de la pobreza y la violencia en el Triángulo Norte que componen Guatemala, Honduras y El Salvador. Gran parte de ellos contaron, que tenían intención de dejarse capturar en su intento por llegar a Estados Unidos para poder gestionar dentro un visado de asilo humanitario. Las cifras oficiales dicen que cada día, en promedio, unas 1.000 personas intentan cruzar la frontera con Estados Unidos.