15 de agosto de 2017 – México – Agencias.
Suena fuerte la banda, la tuba, el bombo, los platillos. Los asistentes marcan el compás con la rodilla y el quiebre de cadera. Se encuentran en uno de los pocos lugares de la Ciudad de México donde se escucha en vivo este tipo de música norteña, tocada rápido como la metralla unas veces y otras, alargando los tiempos, acercándose más a la balada. La madrugada de este domingo la banda se había puesto romántica y la ausencia de la tuba dejó espacio para el sonido más aterrador, el del plomo. El local, ubicado frente al palacio de Bellas Artes, destino turístico y enclave cultural por excelencia del país, fue irrumpido la madrugada del domingo por un hombre que decidió no quitarse el casco de la moto. En un vídeo se escuchan 10 balazos que acabaron con la vida de dos camareros, uno de 21 años y otro de 38, y dejaron a otros tres heridos. Esa noche se esfumó de nuevo la sensación compartida de que en la Ciudad de México “no pasan esas cosas”. Ni su centro histórico es ajeno al terror de la violencia.
“Hubo una balacera. Literal, como si estuviéramos en Tamaulipas o en Mazatlán”, cuenta a la cámara un testigo de los hechos que grababa con su móvil lo sucedido. El bar se llama La Cervecería de Banda y está en una de las avenidas más importantes de la capital, en el eje Central Lázaro Cárdenas o eje 1, en pleno centro histórico, a unas cuadras de Bellas Artes y el parque de La Alameda, pero también del Banco de México, del Museo Naval y la Casa de Correos. Una zona habitualmente asegurada por continuos patrullajes de la Policía local, dentro de un plan para rescatar el centro y decirle al turista que ahí está seguro.
Pero hace meses que no está clara esa sensación de seguridad que enorgullecía a una gran parte de los capitalinos. Solo en este fin de semana han sido asesinadas seis personas por impactos de bala. Y las cifras oficiales señalan este año como el más sangriento desde hace dos décadas: de enero a junio de 2017 se han abierto 541 investigaciones por homicidio doloso, mientras que en ese mismo periodo en 2016 hubo 447, y en 2015, 418.
La escalada de violencia en la capital se hizo muy evidente tras el enfrentamiento entre La Marina y fuerzas federales contra el cartel de Tláhuac hace un mes, en el sur de la ciudad, que acabó con la muerte de su líder, El Ojos, y siete personas más. Los bloqueos de calles, los camiones quemados y las armas largas recordaban a los eventos de la guerra contra el narco propios de ciudades como Reynosa, en Tamaulipas. Algo que parecía improbable en el centro económico y político de México.
La decena de balazos dentro de La Cervecería despejaron muchas dudas sobre esa ruptura de la tranquilidad. El agresor aún no ha sido detenido. Según las explicaciones que ha dado la Fiscalía este lunes, el hombre tuvo una pelea con los empleados del lugar y se fue. Poco después, sobre las dos y media de la madrugada, regresó y disparó contra ellos, dos murieron y tres resultaron heridos, uno de ellos grave.
Fuentes cercanas al local, clausurado hasta que se esclarezca lo sucedido, desmienten a este diario que hubiera habido una riña previa a los balazos. “El hombre disparó desde afuera, con el casco puesto. Aquí nadie entra con pistola”, explican desde el otro lado del teléfono.”Aquí la gente venía confiada, porque dentro no pasaba nada”, agrega a este diario un responsable del local. El bar tiene unos grandes ventanales abiertos a la calle y, según el testigo, no hizo falta que entrara. Otros clientes contaron a Buzfeed News México que todo ocurrió cerca de la una y media de la madrugada y que el tiroteo se produjo de manera espontánea, que no escucharon ni vieron ninguna pelea.
Un usuario de Facebook transmitió todo en vivo, aunque después lo borró por miedo a represalias. Igualmente, las imágenes se han difundido en los principales medios del país. Y los balazos que se escuchan recuerdan al espectador que la violencia siempre encuentra un lugar por donde colarse, en este caso, hasta el núcleo de la capital mexicana.