El campo estadounidense fue un hervidero de votos para el presidente Donald Trump las pasadas elecciones
12 de diciembre de 2017 – Nueva York – Agencias.
La posibilidad de un fracaso en las negociaciones para renovar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), que une a Estados Unidos, México y Canadá desde 1994, es real. Hasta el punto de que el subsecretario de Agricultura estadounidense, Ted McKinney, está pidiendo públicamente al sector que haga planes de contingencia para protegerse ante tal eventualidad. La agrícola será, según la agencia de calificación de riesgos Standard & Poor’s, la industria que sienta el primer impacto directo. También una de la que más está presionando en Washington para evitar la salida de EE UU del mayor acuerdo comercial del planeta.
El campo fue un hervidero de votos para la victoria electoral de Donald Trump hace un año en las presidenciales. Pero, aunque los agricultores y granjeros son favorables a la “modernización” de los tratados comerciales que tiene EE UU con el resto de sus socios, especialmente el norteamericano, también le dice que el pacto es útil para sus intereses y la negociación no puede ir a la deriva.
Esta semana se celebra en Washington una nueva ronda de discusiones a nivel técnico para tratar de avanzar en algunas cuestiones y así allanar el camino a los negociadores principales, cuando a comienzos de años se reúnan en Canadá. McKinney, que está a cargo de comercio y asuntos agrícolas internacionales, dice que los trabajos no avanzan a estas alturas como esperaba.
Lo prudente ante este atolladero, opina en una entrevista concedida a un medio especializado del sector, es que los productores de grano y de carne empiecen a tomar medidas. “Sabemos muy bien lo que piden, pero les aconsejamos a todos que se preparen con plantes de contingencia”, dice. En este sentido, señala al futuro, los productores deberían ver formas de diversificar sus negocios: no concentrar en México y Canadá el grueso de sus ventas en el exterior, como ocurre ahora.
El Departamento de Agricultura está dirigido por Sonny Perdue, que hace un mes hizo un comentario en un tono similar. Entonces dijo que estaba en discusiones con la Administración Trump y el Congreso para ver la manera de mitigar los efectos de un fracaso en la negociación comercial para proteger a los productores y responder al efecto negativo en los precios por el alza de los aranceles.
Baches en el camino
Tanto Perdue como McKinney tratan de ser optimistas. Creen que hay margen para que el TLC 2.0 sea aún una realidad. EE UU busca con la negociación eliminar subsidios que considera injustos para el campo estadounidense, porque esas ayudas permiten a los productores extranjeros vender por debajo del precio de mercado. “Habrá baques por el camino que crearán nerviosismo”, señalan.
McKinney culpa de la falta de progresos en la renegociación del TLC a la contraparte mexicana y canadiense. Pero el sector lleva meses expresando su frustración porque considera que no tiene el peso suficiente para influir en la negociación, como otras industrias. Washington insiste que entiende las “consecuencias” trágicas que tendría el abandono pero creen que los agricultores sabrán adaptarse.
“Si alguien se pregunta si el equipo del Departamento de Agricultura está dando a conocer los puntos de vista del sector, sí, lo estamos haciendo”, concluye McKinney, “alto y claro”. Los expertos de Goldman Sachs y Bank of Montreal ya están elaborando informes en los que analizan el potencial impacto del fracaso en la negociación, porque no descartan que EE UU de el paso.
El propio Trump amenazó en agosto con levantarse de la mesa si no veía progresos para esta primavera. Robert Lighthizer, el principal negociador de EE UU, también dijo en un comunicado tras la quinta ronda que le preocupaba los escasos avances que se estaban registrando y agregó que no ve muestras de que México y Canadá quieran comprometerse seriamente con las conversaciones.