27 de mayo de 2025 – Washington – EFE.
El secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., anunció que el gobierno federal ha decidido dejar de recomendar la vacuna contra la covid-19 para niños sanos y mujeres embarazadas. La noticia fue difundida a través de un video publicado en la red social X, donde Kennedy explicó que la medida implica la eliminación de esta vacuna del calendario oficial de vacunación de los CDC.
Kennedy calificó esta decisión como un acto de “sentido común” y celebró el cambio como un paso positivo en la política sanitaria del país. La medida representa un giro importante con respecto a las recomendaciones anteriores, especialmente durante la Administración de Joe Biden, que había promovido la vacunación en niños y embarazadas como parte de su estrategia de salud pública.
El actual secretario criticó la gestión previa, argumentando que la administración Biden alentó la vacunación en menores sin contar con suficiente respaldo de datos clínicos que justificaran las dosis de refuerzo en ese grupo. Según Kennedy, se actuó con ligereza al sugerir que todos los niños sanos debían recibir dosis adicionales sin la debida evidencia científica.
El nombramiento de Kennedy como secretario de Salud generó una fuerte controversia, dado su historial como una figura destacada del movimiento antivacunas. A pesar de que en comparecencias públicas ha negado ser antivacunas y ha prometido no obstaculizar su uso, la reciente medida ha sido vista por muchos como una señal clara en esa dirección.
Recientemente, el Departamento de Salud también comunicó que impulsará el desarrollo de una nueva “vacuna universal” basada en virus desactivados, un enfoque tradicional que representa una ruptura con las tecnologías innovadoras utilizadas durante la pandemia, como las vacunas de ARNm. Este cambio de rumbo sugiere un regreso a métodos más antiguos y conservadores en materia de inmunización.
El proyecto será liderado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y reemplazaría al programa NextGen, promovido bajo la administración Biden con una inversión de 5.000 millones de dólares. La nueva administración considera que ese plan fue un mal uso de recursos y ha decidido priorizar alternativas más acordes a su visión de salud pública.