3 de junio de 2019 – Agencias.
“Un hombre es mucho más que su peor error”, fueron las últimas palabras de Christopher Price antes de recibir este jueves la inyección letal en la prisión Holman de Atmore, Alabama.
Desde 1993 había sido condenado a pena capital por un gran jurado que lo encontró culpable de la muerte de un reverendo dos años antes, a quien asestó múltiples cuchillazos para robarlo frente a su esposa.
En una declaración hecha pública antes de la ejecución, citada por The Daily Mirror, Price dijo: “Siento muchísimo lo de la víctima y su familia por mi crimen. Ni él ni su familia se merecían lo que yo hice. Nadie se merece eso”.
A las 19:31 locales lo declararon muerto, según informó el Departamento de Correcciones de Alabama.
Antes de su ejecución, el condenado pidió al estado que le sirviese como última cena dos litros de helado de pastel de tortuga, un postre estadounidenses hecho a base de caramelo, nueves, galleta y chocolate.
Tenía 19 años cuando la noche del 22 de diciembre de 1991 Prince decidió robar la vivienda del reverendo Bill Lynn y su esposa junto con su cómplice Kelvin Coleman, que había trabajado para el reverendo.
Lynn estaba envolviendo los regalos de Navidad de sus nietos cuando se fue la luz de la vivienda, ubicada en el condado Fayette, al oeste de Birmingham.
Cuando el reverendo salió de la vivienda para revisar la caja de electricidad, Price lo atacó con una espada y un cuchillo, provocándole más de 30 heridas que fueron la causa de su muerte antes de que pudiese llegar al hospital.
La esposa de Lynn, Bessie, presenció lo ocurrido desde la ventana de su habitación en el segundo piso del domicilio.
Tras deshacerse del reverendo, Price y Coleman le pidieron a la mujer que les entregase el dinero, las joyas y las armas que tenía en la vivienda.
A Price lo detuvieron días después en el vecino estado de Tennessee y en 1993 fue condenado a muerte por un jurado. Coleman, por su parte, cumple la pena de cadena perpetua a la que fue condenado tras alcanzar un pacto con la Fiscalía.
“Esta noche, la familia del pastor Bill Lynn, quien fue brutalmente asesinado hace casi 30 años, finalmente ha visto al asesino de Lynn enfrentarse a la justicia,” dijo el fiscasl general de Alabama, Steve Marshall, en una declaración.
Marshall dijo que Price estaba “luchando hasta el final para evitar enfrentarse a las consecuencias de su atroz crimen”.
Efectivamente, Price había argumentado que la inyección letal le causaría un dolor severo y pidió que el estado usara gas letal como una alternativa. Los reclusos del corredor de la muerte en Alabama han tenido desde 2018 la alternativa de elegir “ser ejecutados mediante hipoxia de nitrógeno”.
Dos tribunales inferiores acordaron suspender la ejecución. Pero después de que el fiscal Marshall presentó una petición a la Corte Suprema, la mayoría accedió a levantar la suspensión de la ejecución. El máximo tribunal indicó que Price había esperado demasiado para hacer su reclamación.
Price fue el tercer preso ejecutado este año en Alabama y noveno en todo el país. Desde que la Corte Suprema restituyó la pena de muerte hace cuatro décadas, 1,499 presos han sido ejecutados en Estados Unidos, 66 de ellos en Alabama.