La heridas de un joven australiano causadas supuestamente por este crustáceo concitan la atención mundial
8 de agosto de 2017 – Elpaís.
El bicho sospechoso de haber atacado con saña y sigilo los pies y espinillas del adolescente Sam Kanizay cuando se bañaba hace unas noches en las frías aguas de Melbourne (Australia) ya tiene nombre: el piojo de mar. Presuntamente, un enjambre de estos minúsculos isópodos carnívoros carroñeros atacó al joven cuando metió los pies en la playa de Brighton para refrescarse tras jugar un partido de fútbol. Y le dejó los pies ensangrentados como si hubiera sido mordido por pirañas.
El sospechoso —que aún no culpable— de las mordeduras es conocido como carracho en Galicia y como la pulga marina de siempre en medio mundo hispano. Y en el agua es casi imposible de ver a estos crustáceos.
Las fotos de las piernas ensangrentadas de Sam Kanizay, de 16 años, han captado la atención mundial, más aún al saber que casi ni se enteró de lo que le había pasado hasta que, tras media hora a remojo, vio como la sangre brotaba de centenares de minúsculos agujeros. Y que, tras las primeras curas, la sangre volvía a manar.
La expectación aumentó tras la pequeña investigación en la playa del ataque que hizo el padre, Jarrod Kanizay, que recogió en las aguas decenas de estos minúsculos anilocras con un comportamiento agresivo y voraz, que puede verse en un vídeo que colgó en las redes en el que se observa como los supuestos piojos marinos devoran trozos de carne. “Reuní estas extrañas criaturas con una red y metido de pie en el agua”, dijo a la BBC.
Los expertos que han visto los animalitos, como Murray Thomson, de la Universidad de Sydney, están convencidos de que el ataque, que consideran excepcional, es obra de algún tipo de crustáceo carnívoro, aunque ha dudas sobre si se trata de cirolana harfordi o del anilocra physodes (el piojo). En lo que sí hay unanimidad es en que pica con frecuencia, que duele y que, en casos excepcionalísimos, muerde como en el tobillo de Kanizay.
Y tienen que morder, pues el papel carroñero de estos crustáceos de hasta cuatro centímetros de longitud es clave para la limpieza de los mares. “Si no los tuviéramos, tendríamos un mar lleno de peces muertos y aves muertas”, ha dicho Genefor Walker-Smith, biólogo marino que vio la muestra de Kanizay padre, a la Australian Broadcasting Corp.
Lo que resulta extraño es que el joven no se enterase casi del ataque. Aunque tiene explicación. Kanizay jugó fútbol y se fue a la playa cercana a su casa para refrescarse. Se metió en el agua, que estaba fría, lo que puedo anestesiar sus pies. Y puede que tuviera alguna microherida que atrajo a los piojos. “Después de una media hora noté como pines a agujas en los pies. Salí del agua, me sacudí lo que me pareció arena alrededor de los tobillos. Caminé por la playa hasta que me di cuenta de que los tenía cubiertos de sangre”, contó a la BBC.
Los expertos, en cualquier caso, restan importancia a este hecho, que califican de “coincidencia desafortunada”. Ha habido casos de picaduras que han causado irritación, pero no sangrado, especialmente en el golfo de México, donde se llegó a hablar de plaga durante el verano del año pasado. Su picadura produce, en los casos normales, quemazón, picor e hinchazón de la piel. En Galicia, donde abundan estas pulgas en los arenales, son tradicional e históricamente inofensivos.
Kanizay ha vuelto a su casa. Vendado. El bicho sospechoso aún no está identificado sin género taxonómico de dudas. El piojo marino solo es presunto.