26 de octubre de 2017 – Nueva York – Agencias.
El Congreso de Estados Unidos dio este jueves un paso decisivo en el proceso de adopción del primer presupuesto de la presidencia de Donald Trump, tras aprobar la Cámara de Representantes la ley que permitirá liberar las partidas de gasto durante el ejercicio fiscal 2018. Además, la medida les da el vehículo para negociar la reforma que llevará al recorte de impuestos que prometió el republicano durante la campaña.
La resolución presupuestaria salió adelante con un ajustado margen (216 a 212). Una veintena de republicanos se descolgaron, bien porque se eliminan deducciones muy populares en sus Estados o porque consideran que no se hace lo suficiente para contener el gasto. Los demócratas, por otra parte, votaron todos en contra. El Senado debe dar ahora el aprobado final al borrador, pero le bastaría con la mayoría simple para prosperar.
El presupuesto en su formulación actual sumará 1,5 billones de dólares (1,3 billones de euros) al déficit durante los próximos 10 años, lo que va contra el principio de disciplina fiscal del ala más conservadora. El argumento de la Casa Blanca es que el mayor crecimiento generará ingresos adicionales y lo combina con recortes de cinco billones en programas sociales como el Medicaid (asistencia sanitaria a pobres) o el Medicare (jubilados) en ese periodo.
La acción de la Cámara sigue al voto el pasado viernes en el Senado. Se trata en realidad de una estrategia de procedimiento, que evita que los demócratas dilaten el proceso para la adopción de las diferentes partidas de gasto, estimado en cuatro billones de dólares, de los que 622.000 millones van a Defensa. Los republicanos abren así una vía rápida para recortar los impuestos y evitar un fracaso como ocurrió con la derogación del Obamacare.
La reforma fiscal de Trump logra dar así un paso importante. Sin embargo, hay muchas cuestiones en el aire sobre cómo se llevará a la práctica. En este momento solo existe una propuesta marco en la que se establecen los objetivos principales. Pero hay decisiones críticas que se deben concretar, entre ellas la imposición de los planes de pensión o cómo se compensará la pérdida de ingresos.
Fórmula consensuada
La intención es que haya una primera propuesta legislativa específica para el 1 de noviembre, cuando comenzará la negociación real para dar con una fórmula consensuada. “Es posible”, asegura el líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, “el objetivo es conseguir que la clase media pueda ahorrar”. Donald Trump espera, incluso, que se sume algún congresista demócrata.
Además de recortar los impuestos para los individuos y las empresas, el nuevo marco fiscal busca duplicar la deducción mínima sobre la renta, facilitar la desgravación de gastos en inversiones de capital para los negocios y repatriar los beneficios que las grandes multinacionales dejan aparcados en el exterior. El secretario del Tesoro, Stephen Mnuchin, pide a los legisladores que aprueben la reforma cuantos antes.
Los conservadores necesitan anotarse una victoria legislativa en este sentido que puedan ofrecer a sus bases antes de las elecciones a medio mandato. La intención de los representantes republicanos es que el texto para simplificar el sistema fiscal se pueda adoptar antes del receso de Acción de Gracias. Ryan admite que los miembros de su partido deberán adoptar decisiones complejas para adoptar la reforma.
Nancy Pelosi, la líder de los demócratas, considera que el plan fiscal que se está diseñando desde la oposición es “irresponsable” y busca favorecer principalmente a las rentas más altas. “Estos son recortes de impuestos para los ricos, no es una reforma de los impuestos”, lamentó antes del voto en un anticipo de lo que será la posición de su partido en este proceso. “Es una vergüenza”, agregó.