Más de un millón de personas asistieron a la primera misa de Francisco en Colombia
8 de septiembre de 2017 – Bogotá – Agencias.
En Bogotá hay dos realidades que casi nunca se cruzan. La ciudad se divide en estratos sociales, entre ricos y pobres. En la misa del papa Francisco esas dos caras de la capital de Colombia se encontraron. El jueves fue decretado día cívico y más de un millón de personas acudieron al Parque Simón Bolívar. Fue una asistencia histórica, ni el mejor de los conciertos había logrado congregar a tanta gente. “Este Papa tiene algo que hace que todos, a pesar de las diferencias, sintamos la misma simpatía por él y terminemos acá, reunidos”, dice Sandra Guzmán, de 33 años. Cuando empezó la misa completaba nueve horas esperando ver a Francisco.
Esta era la tercera vez que un Papa estaba en este lugar. El primero fue Pablo VI en 1968 y el segundo Juan Pablo II en 1986. En el país todavía muchos hablan de esas visitas. César Olarte cuenta que tuvo que seguir la de Juan Pablo II por radio. Trabajaba recogiendo café en el Tolima y no pudo viajar a verlo. “Siempre quise sentir cómo era estar en la misa papal”, dice. Él fue uno de los tantos que acampó durante la noche en los alrededores del parque para lograr un buen lugar, lo más cerca posible de Francisco. “Poder estar acá es un milagro”, dice tratado de disimular un nudo en la garganta. “Quiero agradecerle por mi familia porque nunca tuve una y ahora tengo un hogar”. Gloria Inés Cardozo viajó más de una hora desde el sur de Bogotá para cumplir con una promesa. “Yo no vine a pedir nada, vine a dar las gracias”. Dice que le rogó a Dios para que su esposo saliera bien de una cirugía y ahora tiene que dar testimonio.
El recorrido de seis kilómetros en el papamóvil dentro del parque permitió que hasta los que estaban en las últimas filas lograran verlo. La lluvia que se había soltado durante dos horas, se calmó minutos antes de que Francisco apareciera entre la multitud. Gladis Pico hizo un viaje de un par de días desde Guanare, Venezuela. “Estoy acá para ver al Papa y pedirle que salve a mi país”, aseguraba agarrada a una valla con la imagen de la patrona de su ciudad, la virgen de Coromoto. “Somos de los que quedamos en Venezuela, de los que tenemos fe en que todo va a cambiar, no nos queremos ir”.
Colombia es el séptimo país con más católicos. Las ciudades en donde estará el Papa reciben durante estos días a miles de visitantes y los jóvenes quieren mostrarse. Jehan Alí tiene 27 años y es líder juvenil católica. “Somos servidores de la Iglesia, estamos acá porque es nuestro deber como creyentes”, asegura. Durante tres meses el grupo que lidera, en donde hay universitarios, artistas y modelos, se ha reunido para apoyar la visita de Francisco. Ese mismo colectivo, Servidores del Papa, estuvo en la mañana en un evento que congregó a 22.000 jóvenes. Su grupo adopta parroquias de sectores humildes para apoyarlas con dinero y organiza peregrinaciones dentro del país. “Acá tenemos muchos santuarios, muchos lugares para peregrinar, no es necesario buscarlos afuera”, dice.
Las palabras del Sumo Pontífice se escuchaban claramente a pesar de la cantidad de gente.“Aquí, como en otras partes, hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social”, reflexionó el Papa en el evento más simbólico en su paso por Bogotá. Su mensaje habló de poner el bien común por encima de los intereses particulares. “Hace falta llamarnos unos a otros, hacernos señas, como los pescadores, volver a considerarnos hermanos, compañeros de camino, socios de esta empresa común que es la patria”, dijo en una ceremonia que, al menos en donde se llevó a cabo, logró derribar las barreras que tanto dividen a Bogotá.
El parte de las autoridades sanitarias registró durante la misa la valoración a 84 mujeres, 23 hombres y el traslado de seis personas a centros hospitalarios. Aunque fueron atendidos algunos desmayos, la jornada concluyó con un balance positivo. Más de un millón de personas fueron capaces de convivir durante todo un día en el mismo espacio en una ciudad en donde cada día se reportan un promedio de 200 personas heridas o lesionadas por riñas.