26 de julio de 2017 – Nueva York – Agencias.
Un Senado amargamente dividido votó, por fin, el martes para avanzar con la legislación prometida por los republicanos para revocar y reemplazar «Obamacare». La votación final fue de 51-50, con el vicepresidente Mike Pence, que ejercía su prerrogativa constitucional, rompiendo el empate después de que dos republicanos se unieran a los 48 demócratas que votaron «no». Los perdieron después una moción para sustituir Obamacare en la que no presentaron un plan adjunto.
El presidente estadounidense Donald Trump había instado ayer a los republicanos del Senado a sacar adelante su reforma sanitaria después del segundo fracaso de la semana pasada. Fue cuando el líder de la mayoría de la Cámara Alta, Mitch McConnell, tuvo que cancelar la votación al no tener los votos suficientes tras dos deserciones de última hora. Sin embargo, Trump no se dio por vencido, y llamó a los senadores al día siguiente a la Casa Blanca para obligarles a intentar aprobar la ley antes del receso del verano.
De esta forma, la tensión vivida ayer en el Capitolio recordó a la que tuvo lugar cuando el entonces presidente Barack Obama sacó «in extremis» la reforma sanitaria, que ayer Trump intentó derogar con su nueva iniciativa. A esto se añadió el dramatismo de la vuelta del senador de Arizona, John McCain, después de que se le hubiese diagnosticado un tumor cerebral. Es la misma enfermedad que sufrió su querido amigo Ted Kennedy, senador demócrata de Massachusetts y hermano del presidente John F. Kennedy. McCain dio un sentido discurso sobre que había venido a votar a favor de abrir el debate, pero que votaría en contra de la derogación de la ley.
A toda esta presión, se añadió la incertidumbre de que no se supo hasta el último momento qué versión de la legislación iba a presentar McConnell. Era solamente la votación de procedimiento que debía abrir el debate sobre la nueva ley. Pero las fricciones internas entre el Partido Republicano provocaron que McConnell prefiriera mantenerse cauto al respecto. Pero sabía que la mera presencia de McCain en el Senado iba a hacer que sus compañeros de partido decidiesen a favor de empezar el diálogo sobre la misma, aunque luego voten en contra de sacar adelante la ley.
De esta forma, el líder de la mayoría de la Cámara Alta reconoció que «tenemos que ceder y comprometernos con nuestros votantes, y proporcionarles el alivio que merecen del experimento fallido de la izquierda. Y ahora tenemos una oportunidad de verdad de mantener esos compromisos. Espero que todo el mundo aproveche el momento», reconoció McConnell, que criticó la ley de Obama sin mencionarla de forma directa. De momento, en una señal de avance, el senador Rand Paul, que se había negado a aprobar la ley hace días, reconoció ayer que iba «a votar a favor de abrir el debate» después de haber hablado con McConnell, y asegurarse de que se abordarían sus propuestas de desmantelar la ley de Obama.
En el otro lado de la bancada, el senador Chuck Schumer, demócrata de Nueva York, recordó que los miembros de su partido votarían en contra de abrir el debate. Una oposición que se deja sentir en la Cámara Alta, ya que ocupan 48 asientos. Mientras, los republicanos, con 52, sólo pueden permitirse el lujo de ceder dos apoyos, siempre y cuando que McCain esté en el Capitolio. Con este empate, le correspondería al vicepresidente Mike Pence, según la ley del Capitolio, desequilibrar la balanza a favor de los conservadores. Lo que finalmente ocurrió ayer. La votación concluyó con un empate a 50 votos entre partidarios y detractores de seguir adelante. Pence usó su posición como presidente del Senado para deshacer el empate. Desde la Casa Blanca, Trump se encargó ayer de caldear el ambiente a través de sus mensajes en Twitter. «ObamaCare está torturando al pueblo estadounidense. Los demócratas han tomado el pelo a la gente durante mucho tiempo. Deroga o Deroga y Reemplaza. Tengo la pluma en la mano», escribió ayer el presidente.
Presupuesto para el muro
En la Cámara de Representantes, el portavoz de la mayoría republicana Paul Ryan trabaja para sacar adelante esta semana el plan presupuestario del año fiscal 2018, que incluye 1.600 millones de dólares, solicitados por la Casa Blanca para empezar a construir el controvertido muro entre Estados Unidos y México. La partida destinada a la estructura se incluirá en el presupuesto del Departamento de Defensa. Así, Ryan planea obligar a Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata de la Cámara Baja, y los legisladores de su agrupación a votar a favor del controvertido muro, piedra angular de sus promesas en política migratoria contra la que se ha levantado el Partido Demócrata. El legislador demócrata Rubén Gallego, de Arizona, uno de los estados fronterizos junto con California, Nuevo México y Texas, acusó a los conservadores de «hacer el trabajo sucio» del presidente, el cual todavía no ha presentado un plan específico sobre las medidas y los materiales de construcción del muro.
Durante una teleconferencia Gallego explicó la estrategia de los republicanos: «Los demócratas nos encontramos en una situación difícil». Si los demócratas votan en bloque que «no» al muro, dejarían sin salarios, tanques y provisiones alimenticias y médicas al Ejército. «No debemos permitir que roben a nuestras tropas para satisfacer el frágil ego de Trump», apuntó Gallego, quien antes de entrar en política luchó en la guerra de Irak.