El jefe de la comunidad de inteligencia habla de un esfuerzo “generalizado” y confirma intentos de pirateo a candidatos electorales
2 de agosto de 2018 – Washington – Agencias.
El Gobierno de Estados Unidos acusó este jueves con rotundidad a Rusia de tratar de influir en la opinión pública de cara a las elecciones legislativas de noviembre. El director de la comunidad de inteligencia, Dan Coats, aseguró que Moscú continúa llevando a cabo una “campaña generalizada de mensajes para debilitar y dividir” a EE UU y confirmó que piratas informáticos rusos han intentado robar información de candidatos electorales y oficiales gubernamentales.
La Casa Blanca organizó una rueda de prensa con líderes de las agencias de seguridad sobre la protección de los comicios después de que en los últimos días hayan arreciado las acusaciones a Donald Trump de no tomarse en serio la amenaza de una nueva injerencia electoral tras la intromisión rusa en 2016. El temor se ha avivado después de que Facebook desbaratara el martes un esfuerzo “coordinado” de difusión de desinformación y que una senadora demócrata, que opta a la reelección en noviembre, asegurara la semana pasada haber sufrido un intento de pirateo ruso.
Coats, que coordina a todas las agencias de inteligencia y seguridad de EE UU, explicó que los esfuerzos de intromisión no se centran exclusivamente en las elecciones pero sí afectan a asuntos relacionados con ellas. Destacó que, por ahora, no se ha detectado una “campaña robusta” como la de 2016 cuando Rusia lanzó una sofisticada estrategia de difusión de propaganda e información robada al Partido Demócrata con el objetivo de ayudar a Trump y propiciar divisiones sociales. El republicano se ha mostrado titubeante sobre la autoría de Rusia, contradiciendo a sus propios espías. Moscú niega cualquier responsabilidad.
Todos los comparecientes trataron de enfatizar que la protección de los comicios es una prioridad para el Gobierno y que se están adoptando numerosas medidas. El director del FBI, Christopher Wray, explicó que por ahora no se han detectado esfuerzos para atacar la infraestructura de voto, pero advirtió de que los intentos de intromisión extranjera son constantes y que la amenaza es “amplia y profunda”. “Nuestra democracia está en el punto de mira”, avisó la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen.
Investigación de Mueller
La injerencia rusa en 2016 es objeto de investigación del fiscal especial, Robert Mueller, que indaga en si el equipo de Trump se coordinó con la estrategia de Moscú y, si como presidente, el republicano puede haber cometido un delito de obstrucción a la justicia al pedir el fin de las pesquisas y despedir a James Comey como director del FBI.
La gran incógnita de la investigación es si Trump aceptará ser interrogado por el fiscal especial de la trama rusa. El mandatario se ha mostrado públicamente dispuesto a ello en varias ocasiones y en los últimos días ha reiterado ese deseo a sus abogados. Pero su equipo legal le ha vuelto a recomendar no hablar con Mueller porque lo considera una jugada demasiado arriesgada.
El fiscal trata de disipar esos temores y ha lanzado un último intento para convencer a los letrados del presidente, incluida la posibilidad de responder algunas preguntas por escrito. En caso de no llegar a un acuerdo, el riesgo es enorme: Mueller podría tratar de emitir una orden judicial para interrogar al presidente, propiciando una pelea de alto vuelo en los tribunales poco antes de las elecciones legislativas de noviembre. Y si Trump se opusiera a hablar con él, podría parecer que tiene algo a ocultar.
Mueller comunicó a principios de semana su última propuesta a los abogados de Trump, según han reconocido estos mismos. En una carta, el equipo del fiscal especial sugirió que se reduciría el número de preguntas en persona, respecto a la anterior oferta, y que aceptarían algunas contestaciones por escrito. Pero los investigadores quieren mantener la posibilidad de repreguntar a Trump en persona una vez reciban sus respuestas, algo que los abogados del presidente rechazan de plano.
Sin embargo, Trump, cada vez más desesperado por una investigación que califica de “caza de brujas”, ha vuelto a presionar esta semana a sus letrados para que lleguen a un acuerdo sobre una entrevista, según el diario The New York Times. El republicano, que alardea de sus supuestas dotes negociadoras, parece estar convencido de su capacidad de disipar en persona las posibles dudas que pueda tener Mueller, al que lleva meses tratando de desacreditar. En cambio, sus abogados temen que su conocida retórica hiperbólica le pueda llevar a hablar más de la cuenta y jugar en su contra.
El pasado mayo, se filtraron posibles 49 preguntas que quisiera hacerle Mueller a Trump y que abordaban todas las polémicas de la trama, desde las reuniones con Rusia de algunos de sus asesores como el despido de Comey.
Algo que preocupa mucho a los abogados del presidente es que están a oscuras sobre la investigación de Mueller. Desconocen si está en una fase avanzada o no de sus pesquisas, ni qué está explorando exactamente. Y saben que, cuando se cierre la investigación, es posible que las conclusiones sean entregadas al Congreso. Si los demócratas se hacen en noviembre con el control de la Cámara de Representantes, tendrían la mayoría suficiente a partir de enero para impulsar un hipotético proceso de impeachment (destitución) de Trump en el caso de que Mueller acuse al presidente de cometer un delito.