Un total de 228 centroamericanos pudieron cruzar la frontera para exponer su caso de petición de asilo, según los organizadores de la marcha
4 de mayo de 2018 – Los Ángeles – Agencias.
Un grupo de 83 personas que formaban parte de la llamada caravana migrante entró este viernes en Estados Unidos a través de la garita de Tijuana. Según los organizadores de la caravana, es el último gran grupo de los más de 200 migrantes centroamericanos que acamparon el pasado domingo frente al paso fronterizo esperando una oportunidad para pedir asilo en EE UU después de atravesar todo México. Estos migrantes recibieron atención mundial al provocar la ira del presidente de EE UU, Donald Trump, que los puso como ejemplo de la debilidad de las fronteras del país.
En total, 228 personas han sido admitidas dentro de Estados Unidos en esta semana, según confirmó por teléfono Alex Mensing, de la ONG Pueblo sin Fronteras. La gran mayoría son familias y un poco menos de la mitad son menores de edad. Son una parte de la caravana que llegó a juntar alrededor de 1.500 personas a su paso por Puebla. Cuando llegaron a Ciudad de México, se dispersaron en distintos grupos. El más numeroso fue este, de unas 400 personas, que llegó hasta Tijuana el pasado fin de semana con gran atención mediática a su alrededor.
Nada más llegar, el servicio de Aduanas de Estados Unidos informó de que sus centros de detención estaban “al máximo de capacidad” y que los migrantes tendrían que esperar en Tijuana a que se liberaran plazas para poder pasar. Parte del grupo decidió entonces acampar al aire libre junto a la valla. Otros se repartieron en albergues en Tijuana a la espera de su oportunidad. Según Mensing, unas 100 personas se han quedado en albergues o en casas alquiladas en Tijuana. Aproximadamente la mitad de ellos van a estudiar sus opciones de quedarse en México. Los demás aún no tienen bien preparado su caso legal para pedir asilo.
La organización Pueblo sin Fronteras organiza una caravana llamada viacrucis migrante desde 2010 para llamar la atención sobre las duras condiciones en las que los centroamericanos que huyen de la violencia atraviesan México en dirección a Estados Unidos. En esta ocasión, a principios de abril trascendió la noticia de que más de 1.500 personas se habían juntado en el centro de México.
Trump acudió a Twitter para denunciarlo como una invasión y clamar que nadie se aprovecharía de EE UU, volcando la atención mediática sobre la caravana. Además, ordenó el envío de la Guardia Nacional a la frontera. Los estados fronterizos han enviado a sus militares reservistas siguiendo la petición del presidente. Estos se dedican a labores de apoyo logístico y administrativo para la policía de fronteras, pero no hacen el trabajo policial de detener inmigrantes.
En Tijuana, los migrantes que huyen de la violencia en Centroamérica han hecho lo que debe hacer todo migrante que quiera pedir asilo en EE UU: presentarse en la garita y decírselo a la policía de fronteras. En esta ocasión, han tenido que hacerlo en pequeños grupos porque no había capacidad para procesar todos los casos a la vez. Los organizadores fueron dando prioridad a las situaciones más vulnerables, como madres solas con niños pequeños.
Una vez que se le permite al inmigrante el paso a EE UU, al no tener papeles se le lleva a un centro de detención. Allí puede hacer la petición de asilo y ser entrevistado por los Servicios de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), que deciden si el temor de la persona es creíble o no. Si se entiende que hay base para el asilo, pasan a ver a un juez de Inmigración. Si no, comienza el proceso para su deportación, aunque lo pueden recurrir ante un juez. La policía de Inmigración no tenía el viernes números concretos sobre cuántos de los casos de la caravana han sido ya procesados.
Estadísticas del Departamento de Justicia citadas por Efe revelan que en el año fiscal de 2016 se recibieron 65.218 peticiones de asilo, de las que se concedieron 8.726.
El pasado 9 de abril, un grupo de 59 guatemaltecos saltó la valla fronteriza en la zona de Yuma, al Oeste de Arizona, uno de los sectores más peligrosos para cruzar ilegalmente. Al entregarse a la policía, dijeron ser parte de la misma caravana migrante, que se separó al llegar a Ciudad de México.