7 de septiembre de 2020 – Denver (CO) – EFE.
Los latinos de Colorado con ingresos por debajo del promedio estatal son el grupo más afectado por las actuales leyes de impuestos en este estado, ya que proporcionalmente destinan más de sus ingresos a esas contribuciones que los otros grupos, revela un estudio difundido este viernes por The Bell Policy Center.
El estudio destaca que el actual sistema impositivo de Colorado, con su énfasis en la recaudación fiscal basada en impuestos a las ventas y al uso de propiedades, genera “una mayor carga para las familias de clase media y de ingresos bajos, y para las personas de color”.
Por ejemplo, en Denver, el impuesto a las ventas es de 8,81 % y ese porcentaje no varía sin importar si quien realiza la compra gana más de 246.000 dólares al año (5 % de la población estatal) o menos de 40.000 dólares al año (40 % de la población estatal). Por eso, proporcionalmente, las familias con menos ingresos pagan más que las familias acaudaladas.
En el caso específico de los latinos, de promedio los trabajadores hispanos de Colorado tienen ingresos 38 % menores que los trabajadores blancos. (Solamente los nativos americanos superan esa cifra – 40 % –, pero el porcentaje de nativos en la fuerza laboral de Colorado es significativamente menor que el de los hispanos).
Por eso, dice el reporte a cargo de Tyler Jaeckel, director de investigaciones del Bell Policy Center (un grupo no gubernamental ni partidista dedicado a estudios sociales), “esa disparidad de ingresos causa que los residentes de Colorado de grupos minoritarios gasten una proporción más alta de sus ingresos en bienes y servicios con impuestos a la venta”.
Por el contrario, aquellos (mayormente blancos, que representan la casi totalidad de familias con ingresos superiores a 605.000 dólares) pueden “realizar inversiones que no están sujetas a los impuestos locales”.
Aun peor, puntualiza el reporte, los impuestos a las ventas y al uso de propiedades en Colorado son los sextos más altos en país por cada 1.000 dólares de ingresos personales, mientras que, paradójicamente, los impuestos a las ganancias son los sextos más bajos del país según ese mismo criterio.
Eso significa que Colorado cuenta cada vez con menos dinero (la recaudación actual, por la COVID-19, es la “históricamente más baja”, dice el reporte), obligando a las ciudades y condados a aumentar los impuestos a las ventas y a la propiedad, con los resultados ya explicados.
De hecho, Denver ya aumentó su impuesto a las ventas cinco veces en los últimos dos años y podría aumentarlo otra vez en un 0,25 % en noviembre próximo si así lo aprueban los votantes.
Y la situación podría complicarse aun más si los votantes de Colorado aprueban el 3 de noviembre la Proposición 116, que reduce el impuesto estatal a las ganancias de 4,63 % a 4,55 %, es decir unos 170 millones de dólares menos al año para el Gobierno estatal.
Por eso, el informe anticipa un aumento al impuesto a la propiedad, especialmente las viviendas, ya que esas residencias, aunque representan menos de la mitad (45 %) de las propiedades de Colorado, generan la mayoría de esos impuestos (79 %).
Si eso sucediese, los latinos y otras minorías de Colorado tendrán menores posibilidades de comprar casas propias o de mantener las viviendas que ya poseen.
En definitiva, concluye el reporte, “la tendencia general de las jurisdicciones de Colorado de usar el impuesto a las ventas como el impuesto de mayor proporción en sus códigos impositivos resulta en una carga acumulativamente desproporcionada en las comunidades de color”.
“Las leyes de impuestos no son neutrales en cuanto a quiénes benefician y a quiénes perjudican”, afirmó Jaeckel.