El sábado, Donald Trump anunciará si EE UU se retira del acuerdo nuclear con Teherán, lo que podría abocar a la región al conflicto. Mientras, Netanyahu advierte de que Israel está decidido a frenar «la agresión iraní» incluso «si implica un enfrentamiento militar»
7 de mayo de 2018 – Jerusalén – Agencias.
El próximo sábado se espera el anuncio de la decisión del presidente norteamericano, Donald Trump, sobre el acuerdo nuclear con Irán. La gran pregunta es si sus conocidas críticas al documento firmado por su antecesor, Barack Obama, se traducirán en una retirada formal del acuerdo o una exigencia para renegociarlo corrigiendo lo que Washington considera como fallos.
Irán advierte de que no aceptará ningún cambio ni se quedará cruzado de brazos si Estados Unidos se retira del pacto. Europa, por su parte, manifiesta una profunda preocupación ante la eventualidad de la caída del acuerdo. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, asegura que el acuerdo tal cual fue firmado es «horrible» y debe ser «renegociado totalmente o cancelado, porque le permite a Irán mantener y esconder todo su conocimiento para llegar a una bomba atómica». Ayer advirtió de que «si se deja el acuerdo como está, terminaremos en poco tiempo con un Irán con arsenal nuclear».
El presidente iraní, Hasan Rohani, declaró ayer que «tenemos planes para resistir ante cualquier decisión de Trump sobre el acuerdo nuclear», reiterando que «Estados Unidos estaría cometiendo un gran error si abandona el acuerdo».
La UE recalca que el texto es la mejor forma de frenar a Irán. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, avisó ayer de que «si se cancela, estaremos abriendo una caja de Pandora que podría conducir a una guerra».
Desde un punto de vista israelí, la amenaza de Irán no es únicamente la nuclear, aunque sólo esta última es considerada como una amenaza existencial. «Estamos decididos a bloquear una agresión iraní contra nosotros incluso si esto significa un enfrentamiento militar», recalcó Netanyahu. «Es mejor hacerlo ahora que más adelante, cuando el precio será mayor. No queremos ninguna escalada, pero estamos preparados para cualquier escenario», declaró.
Y esto se refiere claramente al escenario sirio. Sobre eso hablará especialmente Netanyahu en su viaje esta semana a Moscú para reunirse nuevamente con el presidente ruso, Vladimir Putin. Siria es un área de influencia e interés de Rusia y es allí justamente donde Irán intenta establecerse militarmente, especialmente estableciendo sus misiles cerca de Israel.
Pero la pieza más dura en el complejo mosaico regional, es la del acuerdo nuclear. Es oportuno recordar que en este documento, suscrito en julio del 2015 por Irán, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia, China y Alemania, Teherán se comprometía a no buscar, desarrollar o adquirir armas nucleares de ningún tipo. Gracias a este pacto, se levantaron las sanciones económicas impuestas a Irán. A cambio, el régimen de los ayatolás limitó la cantidad de uranio, determinándose que durante 15 años Teherán podrá tener únicamente 300 kilos, sólo el 2% de lo que tenía antes, pero únicamente enriquecido a un bajo nivel.
También se exigía a Irán que permita las inspecciones de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) en cualquier sitio que genere sospechas. Europa especialmente, pero también Obama, dijeron que el mecanismo de control es «extraordinariamente robusto». Netanyahu reveló hace una semana documentos que muestran que Irán tiene un programa armamentístico nuclear «secreto» y aseguró que está engañando al mundo, en referencia al acuerdo de 2015 que limita su programa atómico.
Al expirar el acuerdo, Irán habrá quedado con la infraestructura necesaria para avanzar rápidamente hacia la bomba atómica si lo desea, ya que no hay limitaciones claras de ningún tipo respecto a qué debe suceder al pasar 15 años. Y parte de las limitaciones terminan ya antes, a los ocho años. Otro de los grandes problemas del acuerdo nuclear es que no hace referencia al programa de misiles que Irán ha seguido desarrollando.
Las sanciones impuestas por la ONU, Estados Unidos y Europa quedaron levantadas por el acuerdo, que determina que Irán puede acceder a más de 100.000 millones de dólares de sus bienes congelados. Además, Teherán reanudó la venta de petróleo y comenzó a utilizar el sistema financiero mundial para comerciar con el exterior. El acuerdo presenta serias limitaciones a Irán durante unos años, pero no garantiza nada a largo plazo. El mecanismo de control estipulado en el documento de hecho hace posible que Teherán tenga suficiente tiempo para borrar pruebas. Ello, sumado a la convicción de Israel y Trump acerca de las reales intenciones de Irán, lleva a un fuerte choque.
La principal advertencia –que se oye también dentro de Israel– es que si Trump se retira del acuerdo en lugar de tratar de mejorarlo, Irán podría dejar de verse comprometido con cualquier tipo de limitación y retomar el ritmo anterior de enriquecimiento de uranio, avanzando así hacia una bomba nuclear.
► Donald Trump: En su mano está el futuro del pacto nuclear
El 12 de mayo finaliza el plazo que el propio Trump se ha puesto para tomar su decisión sobre el futuro del pacto nuclear firmado por su antecesor en la Casa Blanca. Hace poco resumía su visión sobre el acuerdo de la siguiente manera: «En siete años ese acuerdo caduca. Irán es libre para irse y crear armas nucleares. No es aceptable. Siete años es mañana, no es aceptable». Su decisión de liderar un ataque aéreo a Siria en los compases finales del conflicto en ese país habla a las claras de la solidez de su apoyo a la posición de Israel en la zona. Netanyahu no podría tener mejor aliado al frente de EE UU.
► Benjamin Netanyahu: El portavoz de una nación amenazada
El primer ministro sacó ayer toda su batería retórica en un encuentro con periodistas de agencias y medios internacionales para denunciar la utilización que Irán está haciendo del pacto nuclear de 2015. Netanyahu llegó incluso a utilizar fraseología prebélica con una intención clara: calentar motores mediáticos para la tensa semana que se avecina, en la que Israel se juega su seguridad. Acosado internamente por un escándalo de corrupción, el líder israelí agita el fantasma de la amenaza que viene de Teherán. El miércoles viaja a Moscú para convencer al principal aliado de Irán, Vladimir Putin.
► Hasan Rohani: «Tenemos planes para resisitir»
«Quería ser militar profesional, pero mi madre me dijo que yo había hecho siempre lo que me daba la gana y que cómo me iba a poner a obedecer. Me convenció para que probase antes y opté por la mili voluntaria». Pasó 18 meses en la Academia del Aire de Zaragoza y considera que «fue una experiencia muy positiva. Conocí muchas cosas de mí a través de establecer límites, porque nunca me habían establecido límites», cuenta Raúl, que ahora tiene 36 años y es osteópata en la clínica «El Secreto». Reconoce que a los tres meses «ya sabía que no era mi lugar», pero le sirvió para aprender algo muy importante: «Aunque no queramos, las personas nos necesitamos unas a otras». De hecho, recuerda con cariño tanto a su «binomio» en la mili como a la primera persona que conoció, con quien aún mantiene el contacto. No apoya la vuelta de la mili «impuesta», porque «lo impuesto no siempre es constructivo». Pero sí defiende la opción de que «si alguien quiere vivir la experiencia, lo haga», incluso sus dos hijas: «Me parecería perfecto».
► Vladimir Putin: El mediador que surgió del frío
El hielo de su San Petersburgo natal parece haber calado en las huesos del presidente ruso. Putin deberá poner en juego su ya proverbial sangre fría para mediar en el choque de trenes que se dibuja en el horizonte de Israel e Irán y, por ende, en el resto del mundo. El miércoles oficiará de anfitrión en Moscú en una cumbre con Netanyahu en la que intentará maquillar su vapuleada imagen mediando en la crisis. La postura del Kremlin es que el pacto nuclear debe ser mantenido por todas las partes firmantes en los términos que se fijaron. Si fracasa en su papel de mediador, todo queda en manos de Trump.