Uruguay se retira de la cumbre mientras México, Bolivia y Nicaragua critican el reconocimiento de los representantes de Guaidó
27 de junio de 2019 – Medellín, Colombia – Agencias.
La grave crisis institucional y política que golpea a Venezuela es, desde hace al menos dos años, uno de los principales focos de discusión en la mayoría de las instancias internacionales y organismos multilaterales. La asamblea general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que se celebra hasta mañana en Medellín, escenificó las discrepancias y las tensiones que existen en el continente sobre las fórmulas para lograr una salida del impasse. México, Bolivia, Nicaragua y Uruguay criticaron este jueves el reconocimiento de la cumbre a los representantes enviados por Juan Guaidó, presidente del poder legislativo reconocido como mandatario interino por más de 50 países. Uruguay llevó más allá su rechazo y se retiró del cónclave, que también debate sobre la emergencia generada por el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua.
La OEA reconoció a la delegación, encabezada por el exjefe del Parlamento Julio Borges, después de que a finales de abril el Gobierno de Nicolás Maduro abandonara oficialmente la organización, nacida en 1948 y liderada hoy por el diplomático uruguayo Luis Almagro, que tiene un discurso beligerante, sin matices, sobre la deriva chavismo. Fue precisamente el embajador jefe de su país ante la asamblea general, Ariel Bergamino, quien tomó la decisión de levantarse de la mesa por “un progresivo y sistemático vaciamiento de la institucionalidad y la normativa” de la organización. “El futuro de Venezuela no pasa solamente por este ámbito de la OEA. Que nosotros nos hayamos retirado de una asamblea que consideramos desnaturalizada no significa que no sigamos trabajando”, manifestó Bergamino en declaraciones a periodistas, dejando claro que no se plantea reconsiderar su postura. “Nosotros cuando nos retiramos, nos retiramos”, entatizó.
La posición de Uruguay se enmarca en un contexto concreto. Después de que Guaidó lanzara, el pasado 23 de enero, su desafío a Maduro, ese país promovió un intento de diálogo, después bautizado como Mecanismo de Montevideo, que todavía no ha dado resultados. Sin embargo, el Gobierno de Tabaré Vázquez mantiene la voluntad de acompañar una solución negociada al estancamiento. “Un futuro perfecto no existe, un acuerdo perfecto no existe, hay que buscar lo mejor posible”, incidió Bergamino.
Las aproximaciones al diálogo exploradas hasta ahora han fracasado por la negativa del chavismo a hacer concesiones de calado —como ocurrió en 2018 en República Dominicana, según el relato de la oposición— y porque esa premisa choca con la principal exigencia de las fuerzas que hoy se sientan en la Asamblea Nacional. Esto es que, Maduro deje el poder y que se ponga en marcha período de transición que desemboque en la convocatoria de elecciones con garantías y observación internacional.
Por eso el reconocimiento de la delegación de Guaidó en el seno de la asamblea general de la OEA tiene un alcance simbólico no despreciable. Porque supone el enésimo espaldarazo, esta vez a través de un gesto concreto, del organismo regional más activo. “Tenemos el reto de solicitarle a la América libre que haga todo lo que esté a su alcance para sacar al Estado fallido de Maduro”, manifestó Borges, quien saludó la decisión de organización como una consecuencia de una crisis ya insostenible: “América Latina entiende que el drama que vivimos en Venezuela, tiene consecuencias devastadoras para sus países”.
La migración de millones de venezolanos que, asfixiados por la miseria, abandonan su país en busca de oportunidades se ha convertido en una prioridad para América. Más de cuatro millones han cruzado sus fronteras desde 2015, según los últimos cálculos de Naciones Unidas, y más de un millón se estableció en la vecina Colombia. Mientras los países participantes en la 49ª asamblea de la organización preparan una resolución sobre la crisis migratoria y la situación política de Venezuela, donde hace menos de dos meses se dio un alzamiento que logró la liberación del dirigente opositor Leopoldo López pero fracasó en su propósito de derrocamiento del régimen, el presidente anfitrión, Iván Duque, pidió apoyo a los Gobiernos del continente.
“No podemos mirar a la lejanía lo que está ocurriendo, nuestro deber es la dictadura finalizada, nuestro deber es la dictadura doblegada, nuestro deber es la libertad del pueblo venezolano”, dijo el mandatario colombiano el miércoles por la noche durante la ceremonia de inauguración de la cumbre. Su país fue el que, junto con la Administración de Donald Trump, abanderó el respaldo internacional a Guaidó, cuyo plan lleva meses estancado. A pesar de ello, Washington aseguró este jueves que sigue comprometido con su causa. Y subrayó que la reunión de la OEA “demuestra el amplio reconocimiento a su Gobierno legítimo”.