El instituto emisor recorta en el precio del dinero en un cuarto de punto, desde máximos de una década, ante los crecientes temores de una recesión global
15 de agosto de 2019 – México – Agencias.
El Banco de México da su brazo a torcer en plena desaceleración económica. En una decisión no unánime entre los miembros de su junta de Gobierno, el instituto emisor mexicano ha anunciado este jueves una reducción de un cuarto de punto en la tasa de interés de referencia, del 8,25% al 8%, que aún permanece en zona de máximos de más de una década. Es el primer recorte en cinco años, un periodo en el que el precio del dinero no ha dejado de aumentar para evitar una escalada inflacionista —que ya parece bajo control—, una depreciación brusca del peso por las turbulencias en algunos países emergentes —Argentina, Turquía y, en menor medida una China enfrascada en una guerra comercial con EE UU— y la propia incertidumbre que ha pesado durante meses sobre la relación bilateral entre México y Washington.
La rebaja de tipos llega en un momento en el que un buen número de bancos centrales —la Reserva Federal estadounidense y sus pares brasileño, indio y tailandés, entre otros— ha optado en las últimas semanas por relajar los tipos para relanzar un crecimiento que agoniza. Hacen falta impulsos y, ante la negativa del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (Morena) de acometer una reforma tributaria profunda que engrose las arcas públicas mexicanas y dote a su Gobierno de las herramientas fiscales necesarias para afrontar el parón, la vía monetaria es el único estímulo posible para evitar un estancamiento prolongado. Las fuertes turbulencias de las últimas jornadas en las principales Bolsas mundiales y la inversión de la curva de tipos en EE UU, que ha disparado los temores de recesión, parecen haber sido el empujón definitivo para el recorte, que sin embargo ha recibido un voto en contra.
La mayoría de bancos y casas de análisis esperaban una rebaja del precio del dinero, pero no tan temprana: la auguraban para septiembre y no para agosto. Pero el rápido empeoramiento de las constantes vitales de la economía global y el temor en los mercados sobre una nueva recesión ha llevado a Banxico a reconsiderar su postura y adelantar unas semanas el recorte. “Durante el segundo trimestre se desaceleró la actividad económica mundial, reflejando una menor expansión en las principales economías avanzadas y emergentes. Y las perspectivas de crecimiento se han revisado nuevamente a la baja”, reconoce la institución en el comunicado en el que anuncia su decisión de rebajar los tipos. “Este entorno ha dado lugar a la expectativa de un relajamiento adicional en las posturas monetarias de diversos bancos centrales”, justifica. Además, el guardián de la política monetaria mexicana aprovecha para alertar —una vez más— de las preocupaciones que suscita la precaria situación en la que se encuentra la petrolera estatal, Pemex, la firma más endeudada del mundo en su sector y que los inversores perciben como el mayor riesgo para las finanzas públicas.
Fin a un ciclo de tipos al alza
El recorte de tipos de este jueves pone fin a un ciclo de alza del tipo de interés que había iniciado en 2015. La última vez que el banco central mexicano había recortado la tasa de interés había sido en julio de 2014, cuando la redujo de 3,5% a 3%, a años de luz de los niveles actuales. La realidad económica en México era otra: el PIB crecía a un ritmo más cercano al 3% que al 2%, frente a la anémica expansión con la que cerrará 2019. En este contexto, habían crecido las voces —incluida la de López Obrador, en una reciente entrevista con Bloomberg— que abogaban por que el Banco de México relajase su postura restrictiva e insuflase algo de oxígeno en la economía. Que las tasas estuviesen en uno de los niveles más altos de América Latina, con las excepciones de Venezuela —asolada por una profunda crisis económica y con los precios fuera de control—, Argentina —con los precios las nubes y tutelado por el FMI tras el rescate a sus finanzas públicas— y Ecuador —también bajo tutela del Fondo—.
Hace apenas 15 días, la Reserva Federal de EE UU —el país del que, por mucho, más vinculado está la economía mexicana: el 80% de las exportaciones y casi la cuarta parte de su PIB depende del vecino del norte— anunció una rebaja también de un cuarto de punto desde el pasado 31 de julio, el primer recorte del precio del dinero desde diciembre de 2008. Este giro en la estrategia se presentó como un ajuste preventivo para estimular la expansión económica en un momento de incertidumbre por la guerra comercial desatada por Donald Trump contra China y cuyas consecuencias empiezan a sentirse más allá de ambas economías, las dos mayores del planeta.
“Todos los factores se habían alineado para la bajada”, apunta Valeria Moy, directora general del think tank México cómo vamos y profesora de Economía del ITAM. “Sin embargo creo que va a cambiar muy poco la situación macroeconómica en la que está México: la inversión no va a repuntar por un recorte, porque el problema en este momento es de confianza y no de tasas. Puede dar un respiro y es una buena noticia, pero no creo que sea suficiente”. El peso y el bono mexicano respondieron positivamente al anuncio: el primero recuperó tres décimas frente al dólar y la rentabilidad del papel a 10 años cayó en casi 20 puntos base. “Los mercados interpretaban que hacía falta algo”, zanja Moy.
“En la decisión han pesado cinco elementos, tres internos y dos externos”, valora José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico. “La inflación ya está dentro del objetivo del propio banco central, hay una necesidad de relanzar el crecimiento y pesa la presión del presidente, con declaraciones en el sentido de que sería bueno rebajar la tasa”, subraya. En la parte externa, de la Cruz apunta al margen de maniobra que ha proporcionado a Banxico la reciente decisión de la Reserva Federal el mismo sentido —que permite flexibilizar la política monetaria sin perder atractivos para los grandes capitales— y el aumento del temor a una recesión global. “Banxico deja de lado la ortodoxia a ultranza y pasa a prestar atención al crecimiento y no solo a la inflación”.