29 de agosto de 2017 – Agencias.
La cuarta ciudad de Estados Unidos era este martes un gran lago sobre el que más de cinco millones de personas trataban de salvar lo que podían de sus vidas. Grandes áreas de Houston, Texas, permanecían inundadas tras cuatro días de lluvia incesante, que puede continuar durante al menos dos días más, según las previsiones. El martes se desbordaron dos embalses y se rompió una presa. Más de 30.000 personas han tenido que abandonar sus hogares por inundaciones.
Semanas, incluso meses podría tardar el agua en salir de las casas más cercanas a los embalses de Houston y sus suburbios. Será una recuperación de largo aliento. Hasta el martes, 17.000 personas estaban durmiendo en más de 30 albergues dentro de la ciudad y sus suburbios. El alcalde de la ciudad, Sylvester Turner, dijo que el Centro de Convenciones albergaba a 9.000 personas, cuando esperaban 5.000. La ciudad ha pedido recursos a la Agencia Federal de Emergencias (FEMA) para albergar a 10.000 más. La policía informó de que había realizado 3.500 rescates de personas atrapadas en sus casas. Hasta el momento, entre 6 y 11 muertes están relacionadas directamente con la tormenta.
Son la cara más extrema del huracán. Pero además, 246.000 personas están sin luz en Texas. Hasta el martes, el gobernador de Texas, Greg Abbott, había declarado 54 condados como zona de desastre, es decir, un 41% del estado, donde residen 27.9 millones de personas. La Agencia Federal para el Manejo de Emergencia (FEMA) estimó que el estado podría afectar la vida de 450.000 personas. En comparación, el Huracán Katrina en 2005 alcanzó a 400.000.
En Houston y zonas aledañas la posibilidad de que los vecindarios reciban aún más agua desde los embalses ha desatado el pánico en los residentes. Addicks, una de las dos grandes presas de Houston, se desbordó el lunes por primera vez en su historia y comenzó a liberar agua. Los ingenieros del Ejército pronosticaron que ocurrirá lo mismo con la presa de Barker, localizada al oeste de Houston.
El ejército planea liberar agua de manera controlada para sacar presión de ambos embalses. “Si no comenzamos a liberar agua ahora, el volumen y descontrol del agua cercana a las represas será mayor y tendrá un impacto más dañino en las comunidades” aseguró el coronel Lars Zetterstrom.
Jeff Lindner, director del Control de Inundaciones del Condado de Harris (área de Houston), preveía el lunes que los embalses alcanzarían su nivel máximo hacia final de la semana. “Para que el agua comience a bajar y lograr sacarla completamente de las casas llevará varias semanas”, dijo. “Las casas más bajas estarán hasta un mes inundadas. Cuanto más cerca están de la presa, más abajo están. Esas son las áreas que recibirán más inundación y donde el agua llegará a los niveles más altos”, explicó.
Esta era la situación al noroeste de Houston, donde se ordenó la evacuación de seis barrios. Al sureste, las autoridades ordenaron evacuar a los residentes cercanos al río Brazos, ante la rotura de una presa en Columbia Lakes. “¡La presa de Columbia Lakes se ha roto!”, escribió en Twitter el Gobierno del condado de Brazoria. “¡Huyan, ahora!”. Poco después enviaba otro mensaje en el que pedía a los vecinos que limiten el uso del teléfono móvil a llamadas de emergencias, pues el sistema está fallando.
En la mañana del viernes, el NWS informó de que un suburbio de Houston, Mary’s Creek, había batido el récord histórico de lluvia en una tormenta tropical con 125 centímetros acumulados. El anterior récord era de 1978. La previsión es que siga lloviendo al menos hasta el jueves y caigan entre 15 y 30 centímetros más. La tormenta se había desplazado el martes a unos 100 kilómetros de Houston hacia el mar. La previsión es que vuelva a tierra el miércoles, más hacia el Este, y afecte a Luisiana.
Houston lleva una semana preparada para lo peor. El pasado viernes, horas antes de que el huracán Harvey tocara tierra con categoría 4 en la costa de Texas, el Servicio Nacional de Meteorología (NWS) de EE UU avisó con tono de alarma de un evento sin precedentes que provocaría “inundaciones con efectos catastróficos y amenaza para la vida”. Convertido en tormenta tropical, Harvey ha sido después un desastre a cámara lenta. Durante todo el fin de semana estuvo situado sobre Houston, moviéndose a dos kilómetros por hora, realimentándose de una corriente cálida del golfo de México y dejando la mayor cantidad de lluvia que ha visto la ciudad.
La respuesta de las distintas administraciones no resiste comparación con la situación del Katrina, que mató a 1.800 personas tras inundar Nueva Orleans por sorpresa hace 12 años. El presidente Donald Trump aterrizó ayer en Corpus Christi para reunirse con el gobernador Abbott y aplaudir el esfuerzo. Allí alabó al director de FEMA, Brock Long, de quien dijo que “se ha hecho famoso en televisión en estos días”.
Trump lleva días comentando en Twitter el hecho de que esta tormenta haya batido récords y parece ver en Harvey una oportunidad como presidente. “Quiero que lo hagamos mejor que nunca antes”, dijo en Texas. Quiero que esto se vea dentro de cinco o diez años como la forma de hacer las cosas. Esto ha sido de una proporción épica. Nadie ha visto nunca nada como esto”.
Así, los habitantes de Houston se encontraban el martes refugiados hasta un día indefinido, sin saber el estado de sus casas, ni hasta cuándo será posible entrar para evaluar daños y comenzar reconstrucción. Si se tiene en cuenta lo que se tardará en reconstruir una de las ciudades más ricas de Estados Unidos y la vida de cientos de miles de personas, Harvey ha llegado a Texas para quedarse durante meses, o incluso años.