5 de julio de 2021 – MADRID, España – EFE
Escarabajos, orugas, hormigas, langostas o grillos son, no solo comestibles, sino una fuente de alimento sostenible y con importantes valores nutricionales, pero los investigadores han descubierto que pueden ser también útiles para fabricar harinas de interés para la industria alimentaria.
Lo han demostrado científicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que han comprobado que las harinas obtenidas de muchos de los insectos que ya están catalogados como comestibles pueden ser de gran interés para la industria alimentaria como fuente saludable de proteína.
Los investigadores, que han publicado sus resultados en la revista Food and Function, han comprobado el impacto positivo que esas harinas pueden ejercer sobre las propiedades funcionales y sensoriales de los alimentos, y con un papel potencial en la prevención de enfermedades asociadas a la hiperglucemia (demasiada azúcar en la sangre) y la hiperlipidemia (exceso de grasa en la sangre).
Las harinas elaboradas con escarabajos, orugas, hormigas, langostas y grillos exhibieron un alto contenido de proteínas y grasas como componentes principales, destacando la presencia de quitina en las muestras de las hormigas.
Además, estas harinas comestibles de insectos exhibieron propiedades efectivas de hiperglucemia e hiperlipidemia, que junto con su alta capacidad antioxidante se asocian con efectos fisiológicos beneficiosos in vitro.
Los insectos para la alimentación humana se han convertido en un campo de investigación en constante crecimiento, dadas las ventajas que ofrecen como fuente sostenible de proteínas y grasas de calidad para alimentar a una población humana cada vez mayor, puesto que la huella ecológica de la cría de insectos es considerablemente menor a la del vacuno o el porcino, ha señalado la Universidad.