Fernando Martínez, de 80 años, tiene un largo historial de abusos encubiertos directamente por el fundador de la orden, Marcial Maciel, durante más de tres décadas
13 de enero de 2020 – México – Agencias.
Los Legionarios de Cristo han apartado del sacerdocio a Fernando Martínez, uno de los involucrados en la oleada de abusos a menores en México. A través de un comunicado, la congregación informó este lunes que Martínez “ha perdido el estado clerical y ya no podrá ejercer el ministerio sacerdotal”, aunque añaden que “sigue perteneciendo a los Legionarios de Cristo”.
Martínez, de 80 años, acumula un largo historial de acusaciones de pederastia desde la década de los setenta en hasta tres centros educativos controlados por la congregación en México. Cada uno de los señalamientos, provocaba un traslado de colegio para Martínez. Y detrás de cada uno de los encubrimientos estaba el fundador de la orden, Marcial Maciel, que supervisó personalmente cada uno de los movimientos del acusado.
Hasta mayo del año pasado, con la primera denuncia pública de una mujer en México, los Legionarios de Cristo no aceleraron las pesquisas internas sobre Martínez que han derivado en la retirada de su estado clerical. La denunciante, Ana Lucía Salazar, también salió este lunes al paso de la decisión de la congregación en unas declaraciones a un programa de radio: “Eso no es un castigo, Fernando Martínez tiene 80 años… No se retiró, lo jubilaron y como cualquiera tendrá los beneficios”.
Los abusos sistemáticos dentro de la orden han sido reconocidos por la propia congregación, una de las más poderosas de la Iglesia católica. Una investigación interna reveló a finales del año pasado que desde su fundación en 1941 hasta la actualidad, 175 menores fueron víctimas de delitos sexuales cometidos por 33 sacerdotes. En la cima de la pirámide criminal aparece Maciel, al que se le atribuyen al menos 60 casos de menores abusados.
El informe, que vio la luz tres días después de que el papa Francisco ordenara suprimir el secreto pontificio sobre los pederastas eclesiásticos, constató que la pedofilia era una práctica sistémica incrustada dentro de la orden y estaba protegida por un manto de impunidad y encubrimiento, hasta el punto de ser un requisito que facilitaba la obtención de ascensos y puestos de poder.
Las ocho décadas de delitos continuados fueron conformando “cadenas de abusos”, como la define el propio informe. Es decir, en muchos casos los menores víctimas de abusos se fueron convirtiendo a su vez en abusadores. “Es emblemático que 111 de los menores abusados fueron víctimas de Maciel, de una de sus víctimas o de una víctima de sus víctimas”, reza el informe.
Uno de esos casos es el de Fernando Martínez. La investigación interna sobre su caso constata que “el padre Maciel abusó del padre Fernando Martínez en Ontaneda y Roma en verano y otoño de 1954, cuando tenía 15 años”. Tras los abusos por parte de la antigua víctima, se fue cumpliendo a su vez el patrón sistémico de encubrimiento y patrocino: “aunque sabía que el padre Martínez a su vez había abusado, el padre Maciel decidió trasladarlo de un lugar a otro”.
Maciel tomó aquellas decisiones incluso yendo en contra del propio Martínez, que en el verano de 1991, en la antesala de su traslado como director del Instituto Cumbres de Cancún llegó a reconocer: “Ni física, ni espiritual, ni moralmente me siento firme para aceptar una responsabilidad del género con todos los antecedentes recientes”.