7 de agosto de 2017 – Elpaís.
El barco C-Star, fletado por la organización ultraderechista europea Generación Identitaria con el fin de dificultar las tareas de rescate de migrantes por parte de las ONG humanitarias en el mar Mediterráneo, ha topado con un inesperado obstáculo en su controvertida misión: la conciencia de los pescadores tunecinos. El C-Star no pudo atracar el domingo a repostar en el puerto de Zarzis, situado cerca de la frontera libia, porque la asociación de pescadores de esta localidad bloqueó su entrada al recinto. Actualmente, el navío antimigrantes se halla anclado en cerca de la ciudad tunecina de Sfax y su futuro es incierto.
“Hace tiempo que seguíamos con preocupación las actividades de este grupo. Cuando supimos que venían hacia Zarzis nos movilizamos para evitar su entrada. No queremos al barco fascista en Túnez”, relata en una conversación telefónica Shamseddin Bourasin, presidente de la asociación de pescadores de Zarzis,integrada por unos 500 miembros. “Ya hace 10 o 15 años que salvamos a migrantes naufragados. Por eso, no queremos que un barco que quiere que se ahoguen y que utiliza lemas fascistas y contra el islam reciba ayuda en nuestros puertos”, añade Shamseddin, que asegura que su acción contó con la colaboración de las autoridades tunecinas, cuyo comportamiento califica de “ejemplar”.
El incidente llega en un momento de tensión entre las ONG humanitarias y las autoridades italianas, después de que Roma haya impuesto un nuevo código de conducta a estas entidades que incluye mayores controles sobre sus actividades. Algunas de ellas, como Médicos Sin Fronteras (MSF) han rechazado firmarlo. Según la OIM, la agencia de la ONU para las migraciones, unos 2.400 migrantes han muerto en lo que va de año tratando de cruzar el Mediterráneo, mientras otros 115.000 han sido rescatados y trasladados a costas europeas.
Esta cifra es sensiblemente inferior a la registrada el año pasado en estas mismas fechas: 261.000. Sin embargo, el hecho de que ahora Italia concentre la gran mayoría de llegadas, más de 95.000 (un 82%), y de que varios países europeos se hayan negado a permitir la entrada de los migrantes rescatados en su territorio ha excitado los ánimos de la opinión pública italiana.
En las últimas semanas, Roma ha proporcionado nueva asistencia material y técnica a los guardacostas libios con la finalidad de aumentar su capacidad de interceptar las embarcaciones de las mafias traficantes de personas y devolverlas a territorio libio. Se estima que varios centenares de miles de migrantes se hallan en Libia a la espera de intentar cruzar el Mediterráneo. Para las ONG humanitarias, esta no es una solución a la crisis actual, ya que la ONU ha revelado en sus informes que las condiciones de vida en los centros de detención en Libia son durísimas, y las violaciones de derechos humanos sistemáticas.
Esta cuestión no parece preocupar a la xenófoba Generación Identitaria, un grupo creado en Francia pero que reúne a activistas de varios países europeos. En la página web de su proyecto Defend Europe, asegura que su intención es que los migrantes salvados en el mar sean conducidos a Libia y no a Europa. Asimismo, en sus textos acusan a las ONG que llevan a cabo operaciones de rescate entre las costas italianas y las libias de “trabajar en acuerdo con los criminales” que trafican con personas. Esta visión goza de una cierta popularidad en Italia, donde algunos políticos han llegado a calificar a las entidades humanitarias de “taxis” de migrantes.
“No tenemos ningún contacto, negociación o intercambio de información con las redes de tráficantes en ningún lugar”, ha afirmado en un comunicado MSF . Antes de dirigirse hacia Túnez el domingo, el C-Star se acercó al buque Aquarius, perteneciente a eta ONG, mientras se encontraba en aguas internacionales. De acuerdo con la versión de Lauren King, responsable de comunicación de MSF, tras un breve intercambio de mensajes entre ambas tripulaciones, el Aquarius se alejó del C-Star, pero este le siguió durante aproximadamente una hora. Sus responsables no han respondido a las peticiones de entrevista de EL PAÍS.
Hasta el momento, el periplo del C-Star, financiado gracias a la recaudación de más de 160.000 euros en donaciones, se ha visto plagado de contratiempos. Tras permanecer retenido varias horas en el canal de Suez, atracó en un puerto turcochipriota, donde parte de la tripulación, proveniente de Sri Lanka, pidió asilo asegurando que habían pagado dinero a traficantes para llegar a Europa. Tras llevar a cabo una investigación, la policía turcochipriota dejó partir a los jóvenes activistas de extrema derecha del C-Star, que vieron cómo activistas progresistas les impedían atracar en Grecia y Sicilia. Ahora, lo mismo les podría suceder en Túnez. “Estamos en contacto con los pescadores de Sfax, y de otras ciudades para impedirles la entrada”, afirma Bourasin.