En el país hay 1.032.000 migrantes. El éxodo se intensificó tras el deterioro de la crisis económica y la deriva institucional del régimen
2 de noviembre de 2018 – Bogotá – Agencias.
El éxodo de los millones de venezolanos que cruzan la frontera en busca de oportunidades es un fenómeno que corresponde, en lo fundamental, a los últimos dos años. La relación causa-efecto de esta emergencia migratoria no era ningún misterio, pero los datos difundidos este jueves por Migración Colombia certifican que la inmensa mayoría de los que decidieron abandonar el país lo hicieron tras la deriva institucional del régimen de Nicolás Maduro y el deterioro de una gestión económica insostenible.
Más de 2,3 millones de personas, según ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), han huido de Venezuela y casi la mitad (1.032.016) se establecieron en Colombia. De esta cantidad, más del 90% entraron a partir de 2017. Ese año fueron 184.087 y en los primeros nueve meses de 2018, 769.726, lo que supone un incremento sustancial con respecto a los 39.311 de 2016 o los 5.954 de 2013, cuando falleció el expresidente Hugo Chávez.
En marzo del año pasado, el chavismo marcó un punto de no retorno con la anulación del Parlamento de mayoría opositora y la elección de una Asamblea Nacional Constituyente que se convirtió en un mero brazo legislativo del Gobierno. Las fuerzas de la oposición, entonces agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), mantuvieron el pulso en la calle durante casi tres meses de protestas que se saldaron con más de 150 muertes. Lo que vino después fueron tres citas electorales (regionales, locales y presidenciales), enturbiadas por las sospechas de fraude, que reafirmaron el poder de Maduro y la división de las voces críticas con el aparato oficialista.
El análisis del flujo migratorio refleja también que una mayoría de ese millón de venezolanos radicados en Colombia, que entraron principalmente por alguno de los siete pasos fronterizos que separan a los dos países, son jóvenes. Casi 380.000 tienen entre 18 y 29 años, unos 156.000 son menores de edad y 230.000 están en la treintena. La escasez y la insoportable tendencia hiperinflacionista de Venezuela -el Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó en abril una subida de los precios vertiginosa: un 1.800.000% en dos años- empujó a migrar a aquellos que aún tienen opciones para rehacer su vida.
Más de un millón eligió Colombia para intentarlo, pero no todos lo han hecho con documentos. Cerca de 570.000 tienen papeles en regla -visado, cédula de extranjería o permiso especial de permanencia-, 240.000 están en proceso de regularización, 137.000 tienen permisos caducados y 80.000 entraron por alguna trocha o un paso no autorizado. A pesar de ello, las cifras de personas sancionadas este año por las autoridades a lo largo de su periplo son casi despreciables. Se trata de 3.760 migrantes que, por distintas razones, tuvieron que pagar una multa o fueron deportados y expulsados. Estos últimos dos supuestos no alcanzan el millar de casos.
Además, otros cientos de miles solo transitaron por ese país para reagruparse con algún familiar o buscar suerte en cada esquina de la región. Casi 500.000 se fueron a Ecuador, 15.000 a México y 67.000 a Perú, donde el miércoles entraron 6.708 nuevos migrantes antes de que venciera el plazo para solicitar un permiso temporal de permanencia. El estatus de esas personas y la gestión de la emergencia, que tendrá un impacto sin precedentes en la economía local, desbordó a muchos Gobiernos latinoamericanos, que se vieron obligados a solicitar el apoyo de Naciones Unidas y los principales organismos multilaterales.
El alto comisionado de la ONU para el éxodo venezolano, Eduardo Stein, convocará para finales de noviembre en Quito una cumbre regional para abordar las políticas de acogida y el consiguiente reparto de los refugiados. Mañana el Banco Mundial presentará un informe sobre las repercusiones del fenómeno en Colombia, que, según adelantó el presidente, Iván Duque, ya ha estimado un gasto de 1.500 millones de dólares, un 0,5% del PIB. Esos números recaerán sobre todo en zonas que ya pasan por dificultades económicas.
La ciudad de Cúcuta (noreste) es una de las principales puertas de entrada de esa diáspora. Desde el pasado agosto, en el hospital universitario de la ciudad se atienden más partos de venezolanas que de mujeres locales. En ese departamento, Norte de Santander, residen alrededor de 150.000 migrantes, mientras que en La Guajira hay 123.000. La mayoría, unos 239.000, se fueron a la capital, Bogotá. Por otro lado, el departamento del Atlántico acogió 105.000 y Antioquia unos 71.000.