Al menos seis personas han muerto por este huracán que ya se ha degradado a tormenta tropical
11 de octubre de 2018 – White Springs (Florida) – Agencias.
Es imposible mayor oscuridad. La noche parece más noche cuando no se ven casas iluminadas. Cuando no hay una luz encendida en una cocina a la hora de la cena. A ratos se ven los faros de algún coche saliendo en dirección contraria a Tallahassee, hacia el este del Estado de Florida, tratando de abandonar la ciudad en el último momento. Vehículos casi parados, temerosos de que al avanzar un metro más, el lago en que se ha convertido la carretera sobre la que circulan, de repente, se convierta en un profundo agujero que se los trague.
Michael Herrmann y Neil Terrell conducen una destartalada camioneta roja que tira de un remolque cargado de objetos personales. Son cuñados. Se les ve nerviosos, asustados. Angustiados. “La patrulla de carreteras nos ha informado de que era peligroso, solo queremos llegar a un lugar seco y poner a salvo lo poco que tenemos”, dice Herrmann. Sus mujeres e hijos abandonaron Tallahassee la noche del martes. “Nosotros nos quedamos, teníamos miedo a que hubiera saqueos”. Dormirán en White Springs. A salvo, aunque todavía temblando.
La furia devastadora del huracán Michael, con vientos sostenidos de hasta 250 kilómetros por hora, arrolló este miércoles el noroeste de Florida, provocando además de severos destrozos e inundaciones, dos muertes: un hombre que estaba en su casa cuando un árbol se desplomó sobre la vivienda, según informaron las autoridades del condado de Gadsden. Y una niña de 11 años en el Estado vecino de Georgia. Este jueves la cifra de las víctimas ha aumentado a seis.
El huracán es el más potente registrado en Florida en al menos un siglo. Si se mide por la baja presión atmosférica, es el tercero más intenso en azotar al Estados Unidos continental y, por la velocidad del viento, es el más grave desde Andrew en 1992. Michael llegó a Florida considerado un huracán de categoría 4 dentro de una escala de 5, pero posteriormente al ceder ligeramente la fuerza del viento cayó a la categoría 3, según avanzaba hacia Alabama y Georgia. Durante la noche, la categoría seguía bajando. Llegó a la más baja: 1 para posteriormente degradarse en tormenta tropical.
Poco importaba ya la categoría para los habitantes de ciudades como Tallahassee, Panama City, Mexico Beach o Apalachicola. Michael solo había dejado destrucción a su paso. Casas sin tejados, hogares desplomados como castillos de naipes, transformadores que explosionaron dejando sin luz a unas 388.000 viviendas y establecimientos, árboles arrancados de cuajo y ramas que quebraron lo que pudieron en su caída.
Desde Panama City llegaban informaciones de carteles de carreteras retorcidos por la fuerza del viento. Más árboles caídos. Falta de luz. Ventanas destrozadas. “Ha sido horrendo, catastrófico”, aseguraba Sally Crown a Associated Press en Apalachicola, en la zona costera conocida como Panhandle (en español, mango de sartén). “Está todo inundado. Barcos en la autopista. Una casa flotando en la carretera. Hogares que llevaban toda la vida en un sitio ya no existen”, explicaba Crown.
Michael, que se fue fortaleciendo en los últimos días gracias a las cálidas temperaturas de las aguas del golfo de México, tocó tierra en Mexico Beach alrededor de las 12.30 hora local, en la zona noroeste de Florida. Esa pequeña localidad, de menos de 2.000 habitantes, quedó totalmente anegada por el embate de la subida del nivel del mar. Cerca de dicha ciudad, al oeste de Tallahassee, falleció la primera víctima de Michael. Hay “una muerte relacionada con el huracán”, informó Olivia Smith, oficial de la Junta de Comisionados del condado de Gadsden, y agregó que el incidente estuvo “relacionado con los escombros. Hubo un árbol involucrado”, según publica AFP.
Imágenes y vídeos de residentes muestran casas completamente hechas añicos, edificios sin azotea o prácticamente ocultos por el avance devastador del agua. “Parece una zona de guerra”, dijo a la cadena CNN Linda Albrecht, integrante del consejo municipal de Mexico Beach. Tras tocar tierra, el huracán se movía a una velocidad de 22 kilómetros por hora mientras daba un giro hacia el noreste. Sin apenas perder un atisbo de intensidad, avanza por Florida y hacia los Estados de Alabama, Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte. El viernes se espera que se convierta en una tormenta tropical. Unas 375.000 personas de más de 20 condados recibieron órdenes de evacuación. Al menos 4.000 personas están resguardadas en refugios de la Cruz Roja.
Las autoridades habían advertido de que las inundaciones podrían llegar hasta los cuatro metros de altura y habían calificado los fuertes vientos de potencialmente “catastróficos”. Michael se fortaleció durante la madrugada del miércoles y se convirtió en un fenómeno “extremadamente peligroso”, según el Centro Nacional de Huracanes de EE UU (NHC, por sus siglas en inglés). Sin lugar a dudas, es el fenómeno meteorológico más fuerte del año en Estados Unidos. El reciente huracán Florence, que afectó principalmente a Carolina del Norte dejando decenas de muertos, bajó de categoría 4 a 1 nada más tocar tierra.
Poco antes de que Michael hiciera contacto con la costa, el administrador de la agencia federal de emergencias, Brock Long, advirtió de que iba a ser el peor huracán en esa área de Florida desde al menos 1851. Long alertó de que la mayoría de edificios construidos antes de 2002 no estaban preparados para resistir vientos de esa potencia.
“Estamos absolutamente preparados, la única gran prioridad es salvar vidas”, dijo el presidente estadounidense, Donald Trump, en un acto en la Casa Blanca. El republicano, que tiene previsto visitar la zona afectada el domingo o el lunes, aseguró que las autoridades tienen almacenadas grandes cantidades de comida y agua que se distribuirán “inmediatamente” tras la tormenta.
El gobernador de Florida, Rick Scott, ha urgido a la población durante los últimos dos días a abandonar la zona, pero este miércoles por la mañana les informaba de que ese momento ya había pasado y les recomendaba buscar refugio porque el tiempo para evacuar por carretera o cualquier otro medio se había agotado. El político republicano fue tajante: “Es demasiado tarde para huir. No salga a la calle en medio de esto (…) No va a sobrevivir. Es mortal”, dijo. “A lo largo de nuestra costa, las comunidades verán una devastación inimaginable”, advirtió.
Trump ha declarado el estado de Emergencia para la totalidad de Florida, abriendo la puerta a la asistencia federal, apoyada por las agencias de respuesta ante emergencias tanto estatales como locales. También hay declaraciones similares en partes de Alabama, Georgia y Carolina del Sur. Los avisos y recomendaciones de vigilancia del NHC por Michael abarcan Florida, Alabama, Misisipi y las dos Carolinas (aún afectadas por el paso del huracán Florence).
Cerca de 2.500 integrantes de la Guardia Nacional de Florida han sido movilizados y están preparados para participar en operaciones de ayuda humanitaria, el mantenimiento de la seguridad y búsqueda y rescate de personas. Cuentan con más de 1.000 vehículos especiales para inundaciones, 13 helicópteros y 16 embarcaciones.
Parte del impacto de Michael se notó de antemano en la producción energética y las plataformas petrolíferas marítimas del golfo de México. Las compañías se vieron forzadas a recortar el martes un 40% la producción de crudo y cerca de un 30% la de gas natural.