El capo más famoso de la Cosa Nostra italiana ha fallecido a los 87 años en una cárcel de Palermo
17 de noviembre de 2017 – EFE.
El ex jefe máximo de la mafia siciliana, Totò Riina, falleció esta madrugada en una prisión del norte de Italia a los 87 años tras una vida dedicada al crimen organizado, muchos de cuyos secretos el histórico capo se lleva a la tumba. Riina murió en una cárcel de Parma después de pasar los últimos cinco días en coma y haber sido intervenido quirúrgicamente en dos ocasiones; la Fiscalía de esa ciudad ha ordenado que se practique la autopsia puesto que la muerte sucedió en una prisión.
Las reacciones a la desaparición de un hombre considerado entre los más violentos de la sangrienta historia de la Cosa Nostra, la mafia siciliana, fueron múltiples y desde todos los ámbitos de la vida italiana. La presidenta de la comisión parlamentaria antimafia, Rosy Bindi, aseguró que esa muerte “no es el fin de la mafia”. “Totò Riina ha sido el jefe sin discusión y el más sanguinario de la Cosa Nostra de los atentados. Esa mafia había sido ya derrotada antes de su muerte, gracias al duro empeño de las instituciones y el sacrificio de tantos hombres valientes y justos”, explicó Bindi
El presidente del Senado y exfiscal antimafia, Pietro Grasso, advirtió por su parte que “no se baja la guardia” por la desaparición del capo, y recordó que esta activará “nuevos problemas” dentro de Cosa Nostra, pues ahora se abre la cuestión de su sucesión. Grasso recordó a “los cientos y cientos de personas” muertas por orden de Riina o por su directa autoría y en ese recuerdo coincidió el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, (CEI), Nunzio Galantino, quien advirtió que “las cosas no cambiarán solo porque ha muerto”.
Galantino hizo un llamamiento a que “todos” asuman sus responsabilidades para que se propicie la desaparición del sustrato que hace posible la existencia misma del crimen organizado.
El que fuera “capo de capos” de la mafia estaba condenado a 26 cadenas perpetuas por los múltiples asesinatos que ordenó, entre ellos los de los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borselino en 1992. En julio pasado, el Tribunal de Vigilancia Penitenciaria de Bolonia (norte) negó su excarcelación, después de que el Tribunal Supremo pidiera que se estudiara su situación por el deterioro de su salud, con importantes problemas cardíacos y renales y parkinson, según sus abogados. El ministro de Justicia italiano, Andrea Orlando, autorizó anoche la visita al hospital de tres de sus hijos -otro se encuentra encarcelado también por delitos de mafia- y de su mujer Ninetta Bagarella.
Riina (Corleone, 1930), conocido también como “la Belva” (La bestia), permanecía detenido desde 1993 como consecuencia de los más de cien asesinatos que cometió con sus propias manos y otros tantos que ordenó. Durante todos estos años, los investigadores aseguran que a pesar de estar bajo el régimen carcelario 41-bis, el más duro y con un régimen de aislamiento más severo, Riina seguía tejiendo los hilos de Cosa Nostra.
El “jefe de jefes” y capo de la familia de los “Corleoneses” fue el protagonista de la época más sanguinaria de la mafia siciliana y nunca se arrepintió de sus crímenes. Ante la Justicia nunca reveló detalles sobre las actividades ilegales de la mafia o sobre los atentados contra los jueces Borsellino y Falcone. Sus últimas apariciones habían sido en videoconferencia para declarar en el juicio que pretende aclarar si el Estado emprendió una negociación con la mafia siciliana en la década de los noventa del siglo XX para parar la violencia.
Incluso en los últimos años, desde la cárcel de Parma, se permitía continuar amenazando a magistrados como el fiscal de Palermo, Antonino Di Matteo. Las amenazas a Di Matteo y otra serie de revelaciones mientras dialogaba con otro detenido, también perteneciente al crimen organizado, fueron grabadas por las cámaras de seguridad durante un paseo en el patio. Por el lado de las víctimas, destacó la reacción de María, hermana del juez Falcone, que declaró tras conocer la muerte de Riina que no se alegra, pero que no puede perdonar.
“Como enseña mi religión podría haberle concedido el perdón, pero de él no ha llegado ninguna señal de arrepentimiento”, dijo, al recordar las últimas interceptaciones en la cárcel en las que Riina se reía de Falcone y decía que le había dado “la muerte del atún”. También pidieron que se siga buscando la verdad los familiares del atentado en la calle dei Georgofili, adyacente a la Gallería degli Uffizi de Florencia del 27 de mayo de 1993.
Un artefacto estalló causando 5 muertos y 48 heridos meses después de que Riina fuese encarcelado y aún se desconoce si fue ordenado por él para que el Estado le liberase de las duras condiciones carcelarias que se le impusieron tras su detención.