22 de octubre de 2020 – por: El Director.
El tiempo pasa y la situación tiende a empeorar con el desarrollo de la pandemia que ya tiene al menos 8 meses, los que pronosticaban un corto periodo se equivocaron y los que aun creen que esto es un invento, no pueden negar los más de 230,000 muertos que ya ha causado el COVID-19 y que, con la llegada de la segunda ola, esta cifra desafortunadamente va a aumentar.
Lo más complicado de este escenario es que por lo menos, hasta mediados del año entrante, no se va a contar con una vacuna que sería la única tabla de salvación para hacerle frente a este virus que no se quiere ir, y que cada vez le descubrimos una mayor capacidad de hacernos daño.
Ante esa situación ya sabemos que debemos de protegernos y revestirnos de paciencia a la espera de que una vacuna nos ayude a salir de este terrible mal, pero mientras, nuestra situación financiera se hunde cada vez más y más y la economía de los pequeños negocios y de los millones de asalariados que han perdido sus ingresos. Pero a diferencia de la pandemia, que dependemos del desarrollo de una vacuna eficaz y segura y en la que trabajan los grandes laboratorios y los miles de científicos de todo el mundo; la precaria situación económica de los millones que han perdidos sus puestos de trabajo y las decenas de miles de negocios que han tenido que cerrar sus puertas, su situación pudiera cambiar radicalmente con un solo si quiero, de nuestros gobernantes; tanto la Cámara como el Senado y sus líderes, tiene con un simple voto a favor de las ayudas económicas la formula generosa para aliviar esta situación creada por una pandemia que no es culpa de nadie, pero al contrario de lo que pudiera creerse, se ha venido dilatando por el momento político que vive el país, que ha pasado por encima de las grandes necesidades como si estas se pudieran indefinidamente aguantar; quienes tienen en sus manos aprobar desembolsos económicos para subsanar así sea en parte los destrozos que está causando esta pandemia y en la que, las clases menos favorecidas son las más afectadas, parece no importar su sufrimiento ni su precaria situación. Parece ser que como a ellos nos les falta nada y les sobra la mesa, el desespero de millones puede esperar.
Y es que esta ayuda económica, no es como muchos creen un regalo, primero es una obligación del estado, proteger a todos los que con su esfuerzo y trabajo han hecho posible colocar en el tope a esta nación, la más poderosa del mundo; el trabajo y dedicación de cada una de las personas que laboran en los campos, muchas veces bajo el implacable sol en jornadas agotadoras o en líneas de producción de grandes fábricas o procesadoras con movimientos rutinarios que parecieran nunca acabar, que no solo fatigan la mente sino también su físico, por la que muchas veces laboran manejando productos dañinos para la salud y con temperaturas extremas.
Todos ellos que trabajan diariamente en jornadas fatigantes, entregando poco a poco su vida, merecen una protección económica ante una situación que nadie esperaba, pero que es obligación del gobierno protegerlos, no solo en los momento buenos sino también, en los que pudieran verse seriamente afectados, como es el caso de las infecciones causadas por el COVID-19.
Entonces, ¿porque la demora en la toma de decisiones por parte de nuestros representantes en las cámaras?, lo que debiera ser una respuesta inmediata para protegernos a todos, se dilata y se dilata y quizás ni se apruebe por intereses políticos, dejando a millones en situaciones precarias. Esto es culpa solamente de la falta de voluntad politica de unos cuantos, que miran primero los intereses de su partido antes que las necesidades de la gente. Tienen trabadas sus prelaciones y ante esta falta de liderazgo, ¿qué podemos esperar? Las cosas no se van a modificar radicalmente con los cambios a nivel político, las únicas maneras de que se realicen verdaderos cambios, que nos vuelvan más humanos son: Primero, enseñando a nuestros hijos que todos somos de una sola raza: la humana, sin discriminación, ni por el color de nuestra piel, ni por el idioma, menos aún, por lo que somos ni por lo que creemos o no creemos. Segundo, que el dinero ni las ansias de poder son los dioses que nos pueden gobernar. Tercero, debe primar la solidaridad con los demás antes de cualquier decisión partidista. Cuarto, debemos tener gente joven en las cámaras con renovadas energías y pensamientos acorde con los nuevos tiempos, las personas mayores y los adultos no tan jóvenes deberían prestar su experiencia, pero en todos los niveles gubernamentales gente joven con conocimientos y habilidades obtenidos con la educación superior y lozana experiencia, debieran ser los que, presenten nuevas ideas y proyectos. Claro, esto suena a ciencia ficción, pero pudiera ser que esta utopía algún día se convierta en realidad. Estas directrices si pudieran generar realmente un verdadero cambio en la forma como nos gobiernan. Y recuerda: ante todo, debemos buscar ser mejores seres humanos en concordancia con todo lo que nos rodea y esto incluye: nuestro planeta.
El Director
Ing. Jairo Vargas
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