24 de noviembre de 2022 – por: El Director.
Muchos hemos oído esto desde niños que lo que entra a nuestro organismo en forma de alimentos determina el desarrollo de nuestro cuerpo y al decir esto estoy hablando también, que son la causa de las enfermedades que sufrimos a lo largo de nuestra vida, yo agregaría, que tanto lo que entra a nuestro cuerpo en forma de lo que llamamos alimentos, como lo que entra a nuestra mente a través de los sentidos, consciente e inconscientemente, modifica nuestra forma de pensar, de actuar, de ser.
Ya con lo que comemos tenemos una controversia bien importante, porque dentro de esta diversidad de productos que están a nuestro alcance, vemos y leemos comentarios en contra o a favor, muchos de ellos sesgados por intereses comerciales y otros que esconden tras una apariencia muy agradable a nuestros sentidos su muy poco aporte alimenticio y lo que es peor, su complicidad en el desarrollo de diversas enfermedades.
Lo cierto es que los alimento que son producidos con modificaciones genéticas, siempre bajo la lente de obtenerlos con mejor rendimiento y mayor peso, lo que se traduce en mejores ganancias para sus propietarios, que no miran sino sus intereses comerciales y no, si pueden o no afectarnos la salud, nos obliga a pensar que si un fruto es producido en menor tiempo y con mejor peso revestido de una forma agradable a nuestros sentidos, es sin duda un producto que germina y crece con modificaciones genéticas. Estos productos que consumimos a diario también trasmiten a nuestro organismo la modificación genética o los efectos de fertilizantes especiales y abonos químicos que han servido en conjunto para la obtención de ese nuevo producto, también nuestro cuerpo recibe estas modificaciones y pudieran producir un efecto negativo en su salud y funcionamiento.
¿Y qué sucede en el campo avícola, ganadero, ovino y todos los animales que consumimos expuestos y manejados bajo un régimen especial hormonal y de alta productividad para mejorar en alto grado su rendimiento comercial? Pues sin duda estos elementos que modifican su producción y desarrollo, también los asimila nuestro organismo y los efectos pueden estar causando enfermedades que aún no hemos podido identificar como resultado de su ingesta, pero lo cierto es que esas modificaciones de alguna forma las reciben también nuestro organismo.
El aumento de muchas enfermedades físicas y mentales nos lleva a pensar que algo está sucediendo en nuestro organismo que posiblemente es ocasionado por la ingesta de estos productos modificados.
El comercio pendiente de esta situación se aprovecha de estas circunstancias para promocionar nuevos productos con etiquetas como: orgánico no tiene hormonas, antibióticos ni es expuesto a ningún toxico, sin preservativos, todo natural para que los compradores tumorosos de lo que se está consumiendo regularmente, elijan estos nuevos productos, claro a un mayor precio. Pero ellos, los productores, están aceptando tácitamente que los otros productos que no gozan de estas nuevas condiciones que protegen nuestra salud, son diferentes de los que ellos ofrecen y que no tienen esta etiqueta salvadora, pero claro, a un mayor precio para los consumidores.
¿No deberían ser todos los productos que consumimos saludables por igual para todo el mundo? ¿Porque, aunque los productores y las entidades del control de alimentos saben que unos son saludables y beneficiosos y otros no lo son tanto, por no decir que no los son? ¿Se siguen vendiendo en todos los lugares comerciales?
Y eso no solo sucede con lo que comemos, también pasa con lo que recibimos en nuestra mente a todo momento por lo que vemos y oímos tanto por las redes como por los videos y publicidades, muchos de ellos envenenan nuestra mente y al igual que los alimentos perjudican en alto grado nuestra salud mental
Desafortunadamente tanto los unos como los otros tienen un denominador común: el dinero
No importa si hacen daño o no, no importa a quien se sacrifique, lo único que interesa es obtener grandes rendimientos.
Igual pasa con medicinas y productos que aquí se prohíben por no ser beneficiosos para nuestra salud, tener fuertes contraindicaciones, pero se siguen vendiendo en otros países, muchos de ellos latinoamericanos.
Por lo pronto mi recomendación es que se tomen un tiempo en leer las etiquetas de los envases, que, aunque no está todo lo que contienen, si dejan ver de alguna forma porcentajes y aditivos que llevan los productos. Cuídate e investiga por que unos son tan baratos, de seguro no debes de consumirlos. Cuida tú salud y no te dejes de engañar por envases, colores y tamaños muy llamativos; por algo los están presentando así.
El Director
Ing. Jairo Vargas
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