El presidente, Donald Trump, sugirió este miércoles, mirando al cielo, que era “el elegido” por Dios (en este caso, para liderar la guerra comercial contra China). Tan sólo unas horas antes había difundido con orgullo en la red social Twitter las afirmaciones de un comentarista radiofónico comparándole con la reencarnación de Dios. Y, entre tanto, alimentaba un conflicto diplomático con Dinamarca, país europeo aliado militar de Estados Unidos, por negarse a venderle un pedazo de su territorio.
No era broma. Al menos, no lo era su intento de comprar Groenlandia, una isla de 830.000 millas cuadradas (casi el doble que Texas y California juntas) ubicada al norte de Canadá y que pertenece a Dinamarca como región autónoma.
Trump llevaba un año hablando en privado sobre la posibilidad de adquirir este territorio, e incluso había pedido a su equipo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que estudiase la idea.
Según informa el diario The New York Times, llegó incluso a bromear con la posibilidad de entregar Puerto Rico a cambio, contento de librarse así de un estado asociado por el que ha mostrado desprecio en algunas de sus intervenciones recientes (cuestionando, por ejemplo, el dinero que recibe para recuperarse del devastador huracán María).
Los puertorriqueños, sin embargo, le han devuelto la broma, bautizándose como “vikingos del Caribe”, y alegrándose en muchos casos de la posibilidad de ser vendidos Dinamarca, según informa la cadena NBC.
“Es el país con mejor sistema educativo del mundo”, explicaba un usuario de la red social Twitter, “allá al menos, deben saber qué es Puerto Rico, a diferencia de muchos gringos, que piensan que es un poblado mexicano”.
“Honestamente, sería lo mejor que nos pudiera pasar jamás”, decía otra usuaria.