El mandatario amenazó al presidente de Honduras con retirar los fondos de ayudas si seguía adelante la caravana de cerca de 2.000 personas, que ya está en Guatemala
16 de octubre de 2018 – Washington / México – Agencias.
Una caravana de cerca de 1.500 hondureños se dirige a Estados Unidos para solicitar asilo alegando razones de seguridad, pero Donald Trump ya ha dejado ver que no son bienvenidos. EE UU avisó este martes al presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, que si la multitud de migrantes no frena su paso van a cortar las ayudas económicas “con efecto inmediato”. Los migrantes, no obstante, ya cruzaron la frontera y se encuentran en Guatemala. No es la primera vez que Trump amenaza con esto al país centroamericano. En abril, cuando otro grupo masivo pretendía lo mismo, el republicano adelantó que frenaría los fondos y envió a la Guardia Nacional a la frontera mexicana para impedir el acceso al país del “viacrucis migrante”. El anuncio consiguió que se dispersaran y buscaran una alternativa legal en pequeños grupos organizados.
La “Caminata del Migrante” arrancó el pasado sábado desde San Pedro Sula, la ciudad más violenta de Honduras, con la idea de llegar a Estados Unidos e incluso a Canadá. Unas 1.300 personas, entre las que hay muchas familias con niños. Durante el fin de semana se los vio dormir en tiendas de campaña, polideportivos, coches y cocinar tortillas en grandes cantidades para alimentar a la comunidad. Después pasaron el punto fronterizo de Agua Caliente, Guatemala, y se dirigieron hacia Esquipulas, donde pasaron la noche de este lunes. Durante el recorrido por las ciudades guatemaltecas se han unido cerca de 700 migrantes más que escapan de la violencia. El argumento repetido para salir con lo puesto de su país es el temor a la violencia de las pandillas (maras) y la pobreza. En una de las pancartas con la que partieron se leía. “No nos vamos, nos echan”.
La Embajada de Estados Unidos en Honduras dijo el sábado que estaba seriamente preocupada por el grupo que emprendió el viaje con “falsas promesas” de poder ingresar a su país. Este martes el tono no fue el mismo. A primera hora de la mañana el presidente estadounidense sostuvo en su cuenta de Twitter: “¡EE UU ha informado firmemente al presidente de Honduras que si la gran Caravana de personas que se dirige a EE UU no se detiene y regresa a Honduras, no se dará más dinero ni ayuda a Honduras, con efecto inmediato!”.
La convocatoria había surgido a través de las redes sociales y poco a poco se fue uniendo más gente al grupo. Un día después, el domingo, ya había 800 personas más y actualmente, algunos de los activistas que la acompañan calculan que podría llegar a 3.000 personas. Para llegar a Estados Unidos los migrantes tendrían que atravesar primero la frontera con Guatemala y después la de México.
Con la amenaza de Trump, el Gobierno de Estados Unidos quiere intenta evitar que se repita la situación que se vivió en marzo cuando otra caravana migrante que salió de Tapachula (Chiapas) recorrió México para llegar a suelo estadounidense. Antes de disolverse en la Ciudad de México la caravana provocó momentos de tensión diplomática entre Estados Unidos y el Gobierno de Enrique Peña Nieto.
“Vamos para allá le vamos a caer a Donald Trump, tiene que recibirnos allá en Estados Unidos”, dijo a la agencia Reuters Andrea Fernández, de 24 años, que cargaba un bebé en brazos y caminaba junto a dos niños de 5 y 7 años.
Esta nueva caravana, siete meses después de la anterior, confirma la crisis humanitaria que vive en la región donde los centroamericanos que llegan ya no emigran sino que huyen. La esperanza de muchos de ellos es llegar a México para solicitar refugio humanitario hasta poder legalizar su situación. En Honduras un 64 % de los hogares vive en condiciones de pobreza, es asolada en barrios y colonias por pandillas que imponen violentamente un llamado “impuesto de guerra” o extorsión a pobladores, comercios y negocios, autobuses y taxis. Honduras es el único país centroamericano que tiene dos ciudades, San Pedro Sula y Tegucigalpa, en el ránking de ciudades más violentas del mundo, donde ocupan los puestos 25 y 35. El gobierno de Juan Orlando ha insistido por su parte en que ha hecho su trabajo y que logró reducir la emigración a EE UU en un 36%.