El presidente de EE UU admite que el dinero procedía de él pero acusa a Michael Cohen y niega su implicación en el caso de financiación ilícita
22 de agosto de 2018 – Washington – Agencias.
El pago a dos mujeres por callar sobre sus supuestas relaciones sexuales con Donald Trump ha estallado finalmente en la presidencia de Estados Unidos y puesto al mandatario más cerca de tener que rendir cuentas ante la justicia. Michael Cohen, quien fue su abogado personal durante años, reconoció el martes haber dado dinero a una exactriz de cine porno y a una exmodelo de Playboy en los meses antes de las elecciones de 2016 a cambio de su silencio, y con el fin de favorecer la imagen del entonces candidato, siguiendo órdenes de Trump. Así, implicó bajo juramento al mandatario en un delito de financiación ilegal. El republicano aseguró este miércoles que conoció esa operación a posteriori y admitió que el dinero procedía de él. “Lo supe después”, ha dicho el inquilino de la Casa Blanca en la cadena conservadora FOX News.
La actriz conocida como Stormy Daniels (Stephanie Clifford) y la exmodelo Karen McDougal han asegurado que tuvieron relaciones sexuales con Trump entre 2006 y 2007, cuando en magnate ya estaba casado con Melania, y han recibido 130.000 y 150.000 dólares respectivamente por callar. Cohen ha reconocido ahora que se encargó él mismo de gestionar esos pagos antes de las elecciones presidenciales, lo que constituye una violación de las leyes de financiación de campaña en la que señala a su cliente como instigador. En una entrevista en FOX News, el único medio nacional en el que se siente cómodo, el presidente sostuvo que conoció dichas transacciones “después” de que se produjeran y que el dinero en cuestión “no procedía de la campaña”, sino de él, con lo que no debería suponer un conflicto legal. Sí lo supone, para empezar, con sus versiones anteriores del asunto: en abril, al poco de estallar el caso, el republicano aseguró no saber nada del pago a Daniels.
Pero los riesgos para Trump no terminan aquí, ni en la obvia tormenta política. El representante legal de Cohen, Lanny Davis, advirtió este miércoles de que la confesión supone “un nuevo comienzo” para su cliente y la oportunidad de “contar el resto de la historia”. Lo que hay en ese amenazante “resto de la historia”, es decir, cuántos trapos sucios conoce quien fuera el hombre para todo de Trump, y hasta dónde está dispuesto a tirar de la manta, está por ver.
De momento, Davis lanzó este miércoles insinuaciones explosivas respecto a la investigación de la trama rusa, el proceso a cargo del fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia de Moscú en las presidenciales de 2016 y la posible connivencia del equipo de Trump. En entrevistas televisivas, dijo que Cohen dispone de “información relacionada con el conocimiento de una conspiración para corromper la democracia estadounidense por parte de los rusos y el fallo a la hora de informar al FBI al respecto”. Más explícitamente, señaló que su cliente tiene “información que sería de interés del fiscal especial sobre si Donald Trump conocía de antemano el pirateo de correos electrónicos [de la campaña demócrata]”.
El exabogado se ha declarado culpable de dos delitos relacionados con estos pagos, además de cinco de fraude fiscal y uno financiero, a cambio de obtener una rebaja de condena, que aun así será dura: los cargos combinados pueden sumar hasta 65 años de prisión. Su confesión tuvo lugar la misma tarde en la que el exjefe de campaña del mandatario, Paul Manafort, era declarado culpable de ocho de los 18 delitos por fraude que le imputaba Mueller y que también podrían dejarle entre rejas el resto de su vida. Ninguno de los casos tiene que ver con la injerencia en sí ni la posible conchabanza del equipo de Trump, pero señalan como delincuentes responsables de delitos graves a dos personas muy próximas al mandatario.
Trump acusó a Cohen de “inventar historias” para lograr un “acuerdo” con la justicia. En su cuenta de Twitter, aseguró sentirse “muy mal” por Manafort, ya que, dijo, “al contrario que Michael Cohen, él rechazó inventarse historias para llegar a un acuerdo”. “Todos mis respetos para este hombre valiente”, recalcó. Acto seguido, sin embargo, resaltó que las confesiones realizadas por el exabogado, no suponían ningún delito. “Michael Cohen se ha declarado culpable de dos cargos de violación en la financiación de campaña que no son un delito”, escribió, y equiparó el caso a una infracción del expresidente demócrata Barack Obama correspondiente a 2008: “¡El presidente Obama tuvo una gran violación de financiación de campaña y se acordó de forma sencilla!”. La campaña de Obama fue multada en 2013 con 375.000 dólares tras una auditoría de la Comisión Electoral Federal en la que se reveló que no comunicaron en el plazo adecuado alrededor de un millar de contribuciones de última hora que sumaban dos millones de dólares. La penalización tuvo lugar de mutuo acuerdo por las partes.
Si la fiscalía cree a Cohen en lo referente a que fue Trump quien le pidió que pagase a esas mujeres por su silencio, estará dando por bueno que el mandatario ha cometido un delito federal. Ni la ley impide que un presidente pueda ser procesado ni el Tribunal Supremo ha emitido nunca una opinión al respecto, pero la política que el Departamento de Justicia no lo hace posible hasta que el mandatario acusado deje su cargo. Esta directriz apunta al impeachment o destitución como única vía clara para juzgar a Trump. La fiscalía de Nueva York podría, como hizo en su día con Richard Nixon con el caso Watergate, recabar todas las pruebas necesarias y construir un caso sólido que presentar en la Cámara de Representantes con el fin de que esta impulsase el proceso (Nixon dimitió antes, en plenos preparativos), pero con las cámaras legislativas en manos de los republicanos resulta un escenario improbable. Sí es probable que este asunto planee durante toda la campaña de las legislativas de noviembre.
Hay otras derivadas para Trump. Según el abogado de la actriz Stormy Daniels, Michael Avenatti, la confesión de Cohen mejora su propia batalla legal, y que consiste en la demanda que tiene presentada para anular el contrato de confidencialidad que en su día la mujer firmó sobre los contactos con Trump. “Las posibilidades de que interrogue al presidente acaban de dispararse”, dijo.
El caso de Cohen y el veredicto de Manafort también refuerzan al fiscal de la trama rusa, a quien la Casa Blanca acusa de lentitud tras 15 meses de investigación en los que no ha habido aún acusación contra Trump ni su entorno más próximo de connivencia con el Kremlin durante la campaña. El mandato de Mueller, no obstante, no consistía únicamente en explorar la posible conchabanza del círculo del hoy presidente con la injerencia de Moscú, sino en examinar la interferencia en sí y cualquier otro posible delito que se topara por el camino. De ahí salen los 18 cargos contra el exjefe de campaña. Que el jurado se haya puesto de acuerdo en ocho de ellos y tenga que repetirse la vista por el resto resta credibilidad los ataques de Trump hacia la investigación en sí, que no deja de calificar de “caza de brujas”.