El presidente justifica que «EE UU tiene que estar a la vanguardia para mantener su supremacía»
15 de agosto de 2018 – Agencias.
El mayor presupuesto militar que vieron los tiempos. Al menos sobre el papel. Ése que Donald Trump rubricó ayer y que eleva el gasto militar de Estados Unidos hasta unos apabullantes 716.000 millones de dólares, y que comprenden una subida de los sueldos del personal militar de un 2,6%. Una suerte de aldabonazo para tiempos convulsos. La ley fue firmada en Fort Drum, una de las principales bases militares del Estado de Nueva York. «Esta ley –comentó el presidente– dará a los combatientes de guerra estadounidenses la potencia de fuego que necesitan para ganar cualquier conflicto de forma rápida y decisiva».
En su alocución a las tropas, el mandatario de EE UU rindió tributo a los impulsores de la iniciativa legal. «Hoy no estaríamos aquí», dijo, «en esta ceremonia de firma, sin los dedicados esfuerzos de los miembros del Congreso que trabajaron duro para pasar la Ley de Autorización de Defensa Nacional. «Vamos a reforzar a nuestro ejército como nunca antes», celebró Trump. «!Eso es lo que hicimos!». En un terreno más concretó, aseguró que la nueva partida presupuestaria, que entra en vigor a partir de septiembre, servirá para «reemplazar las tiendas envejecidas, los aviones y barcos viejos, con las tecnologías más avanzadas y letales jamás desarrolladas».
«Para mantener la supremacía militar de Estados Unidos», añadió, «tenemos que estar a la vanguardia. Es por eso que también estamos reforzando con orgullo el legado de liderazgo estadounidense en el espacio». Refiriéndose a los supuestos y devastadores avances de las potencias más o menos enemigas en la carrera espacial», señaló.
«Ya han comenzado a militarizar el espacio». Al más puro, aunque involuntario, estilo Blade Runner, explicó que ha «visto cosas que no os gustaría ver» y advirtió de lo avanzados que están». EE UU, en definitiva, necesita recuperar el dominio espacial. De ahí su intención de «crear una sexta rama del Ejército» denominada «Fuerza Espacial de los Estados Unidos». Cabe añadir que la ley no parece dotar de fondos a esa asombrosa rama espacial del Ejército. Pero tampoco parece necesario, habida cuenta de que sus réditos pretenden ser más electorales, con la vista puesta en las elecciones legislativas de noviembre, que estratégicos o militares. La guerra espacial puede esperar.
Como remate, la jugada de nombrar la partida con el nombre de un senador enemigo, el piloto de combate, héroe de guerra y ex candidato a la Presidencia John McCain, para luego no mencionarlo ni una vez durante su encendida alocución. Ni una sola a pesar de que McCain, al que Trump ya insultó seriamente durante la campaña de 2016, afeándole que se hubiera «dejado atrapar» por las tropas norvietnamitas, pelea por su vida enfermo de un tumor cerebral.
En un comunicado, McCain celebró la celeridad con la que se ha aprobado la ley. Al tiempo mostraba su agradecimiento por el homenaje de que hubiera sido bautizada con su nombre. «Ser parte del Comité de Servicios Armados del Senado», dijo, «ha sido una experiencia increíblemente significativa». Tras celebrar a muchos de sus colegas, como John Tower, Barry Goldwater, Sam Nunn, John Warner y Carl Levin, explicaba que el trabajo del Comité sirve a «una causa mayor que yo: la de las mujeres y los hombres de uniforme que defienden a Estados Unidos y todo lo que eso representa». Para el senador, el presupuesto de 2019 permitirá «actualizar y fortalecer» los recursos de las Fuerzas Armadas de EE UU en un contexto geoestratégico de amenazas crecientes, destinando al Ejército las necesarias «herramientas».
Palabras de un hombre esencial en la política estadounidense de los últimos años. Palabras, al cabo, que encierran un melancólico y agradecido aroma a despedida. Y a las que el presidente Trump, que no le perdona sus aceradas críticas, los lances innumerables en los que ambos chocaron y, por supuesto, su negativa a votar el desmantelamiento del «Obamacare», no quiso o no supo corresponder.