28 de diciembre de 2017 – Washington – Agencias.
“El presidente despega en ruta hacia West Palm Beach”, o “El presidente despega en ruta hacia Westminster, New Jersey”, son mensajes habituales en el horario publicado a diario por la Casa Blanca. Suelen aparecer los viernes por la tarde. En su primer año como presidente, Donald Trump ha pasado un tercio de su tiempo en sus mansiones privadas, fuera de Washington, según un recuento de The Wall Street Journal. Más de 100 días en total, 40 de ellos en su complejo lujoso de Mar-a-Lago, otros 40 en su club de golf en Nueva Jersey, y el resto en otro resort que posee a las afueras de la capital.
En verano, tras instar a los senadores a que aprobaran su fallido plan para reemplazar el sistema sanitario —que no tuvo éxito—, Trump pasó 18 días de vacaciones en su club de golf de Westminster. Actualmente, el presidente está disfrutando de 10 días libres en Mar-a-Lago, la que él apoda como la “la Casa Blanca de invierno”. No regresará a Washington hasta el domingo, pero el lunes ya pidió a América que volviera al trabajo tras las celebraciones de Navidad.
Trump, que durante años criticó a Barack Obama por jugar al golf o pasar las Navidades en Hawái, se ha convertido en uno de los presidentes que más dinero público se gasta en sus traslados y descansos. Según el cálculo del Journal, los gastos del republicano se situaron en torno a 1,5 millones de dólares por mes, medio millón más que los Obama.
Además a diferencia de otros presidentes, el magnate levanta con frecuencia la polémica ya que sus estancias son en propiedades que pueden ser utilizadas como hoteles o clubes por ciudadanos privados, por lo que cada viaje de Trump sirve para publicitar el complejo y generar ingresos, de los que él mismo y su familia se benefician. El mes pasado, durante su viaje a Asia, el inquilino de la Casa Blanca hizo una parada inesperada en su hotel de Hawái mientras el avión repostaba gasolina. “Un proyecto tremendamente exitoso”, dijo la portavoz del Ejecutivo al ser preguntada.
En Washington, el hotel Trump, donde el presidente ha cenado las únicas dos veces que lo ha hecho en un restaurante de Washington, ha roto récords de ingresos en sus primeros meses, superando todos los pronósticos. Al llevar el nombre del ahora hombre más poderoso del mundo, el lujoso lobby se ha posicionado como centro de congregación para lobistas, asesores y presidentes de otros países, que gastan sus dólares ahí como un gesto de simpatía hacia el Despacho Oval.