Roberts arremete contra el término “juez de Obama” empleado por el mandatario, y este lo reitera y le insta a “estudiar las cifras”
21 de noviembre de 2018 – Washington – Agencias.
En una inusual reprimenda pública, el presidente del Tribunal Supremo de Estados Unidos, John Roberts, defendió este miércoles la independencia del poder judicial tras los ataques de Donald Trump al sistema judicial. El mandatario estadounidense, cuyo ADN político vive de atizar constantemente divisiones y buscar culpables ajenos, tardó muy poco en reaccionar y redobló sus declaraciones de la víspera, cuando llamó “juez de Obama” al magistrado federal que congeló, por considerarla ilegal, una directiva que prohibía pedir asilo a los inmigrantes que entren ilegalmente a EE UU.
Trump también calificó el martes de “desgracia” y “sin ley” el Noveno Circuito de Apelaciones con sede en San Francisco, que ha tumbado algunas de sus medidas más polémicas. Los tres miembros del juzgado fueron nominados por el presidente demócrata Bill Clinton y aprobados por el Senado como todo magistrado. Trump les acusa de estar politizados en asuntos migratorios.
“No tenemos jueces de Obama o jueces de Trump, jueces de Bush o jueces de Clinton”, dijo Roberts el miércoles en un comunicado. “Lo que tenemos es un grupo extraordinario de jueces dedicados haciendo lo mejor para garantizar derechos iguales para aquellos que comparecen ante ellos. Una judicatura independiente es algo por lo que todos deberíamos estar agradecidos”, agregó en su nota, que decidió hacer pública después de que la agencia AP le solicitara su opinión sobre las declaraciones de Trump.
“Lo siento juez John Roberts, pero sí hay ‘jueces de Obama’ y tienen un punto de vista muy diferente que la gente que está encargada de la seguridad de nuestro país”, respondió Trump en Twitter, a las pocas horas del mensaje del presidente del Supremo. “Sería genial si el Noveno Circuito fuera de hecho una ‘judicatura independiente’, pero si lo es por qué hay tantos casos con visiones contrarias (en frontera y seguridad) registrados allí, y por qué una gran cantidad de esos casos han sido revertidos”, se preguntó el mandatario. Y culminó con una recomendación a Roberts y una defensa encendida de que su demonización de la inmigración responde a amenazas de seguridad: “Por favor estudie las cifras. Son impactantes. Necesitamos protección y seguridad. ¡Estas sentencias están haciendo inseguro nuestro país! ¡Muy peligrosas e insensatas!”.
Roberts fue nominado en 2005 por el presidente republicano George W. Bush, pero se ha esforzado en quitarse la etiqueta de conservador y presentarse como un “árbitro” neutral. Es la primera vez que critica a Trump que, en sus casi dos años en la Casa Blanca, ha arremetido reiteradamente contra los jueces que han derogado sus propuestas y también ha exhibido su malestar por no poder controlar a la Fiscalía.
Son tiempos convulsos para el Tribunal Supremo, cuyas decisiones definen el rumbo social de EE UU. Trump ya ha nominado a dos jueces conservadores para plazas vacantes. La designación de Brett Kavanaugh, a principios de octubre, estuvo envuelta en una polémica mayúscula por las acusaciones de acoso sexual contra él. Kavanaugh defendió con vehemencia su inocencia y llegó a atribuir las acusaciones a maniobras del entorno del matrimonio Clinton. Esas declaraciones partidistas han avivado el temor de que, con la llegada de Kavanaugh, crezca la politización en la máxima autoridad judicial del país. De los nueve jueces del Supremo, cinco tienen inclinaciones conservadoras y cuatro progresistas.
Trump acumula un largo historial de reproches a la judicatura y una de sus prioridades como presidente ha sido acelerar la nominación de jueces conservadores para los juzgados de primera instancia y apelaciones. Durante la campaña electoral, criticó a Roberts por dar el voto clave a la reforma sanitaria de Barack Obama y arremetió contra un juez, por ser de origen mexicano, que supervisaba un recurso contra una universidad impulsada por Trump. El año pasado, el mandatario tildó de “especie de juez” al magistrado que consideró inconstitucional su primer veto migratorio a ciudadanos de varios países de mayoría musulmana. Ese juez, James Robart, había sido designado por el republicano George W. Bush.
En cambio, Trump aplaudió el pasado junio la sentencia del Supremo, firmada por Roberts, que consideró legal su tercera versión de un veto migratorio a ciudadanos de siete países, cinco de ellos de mayoría musulmana.