El antiguo juez Roy Moore, conocido por su fervor religioso, ha sido acusado de haber mantenido relaciones sexuales con una chica de 14 años cuando él tenía 32
10 de noviembre de 2017 – Washington – Agencias.
Es un caso antiguo pero de aspecto mortífero. El candidato republicano al Senado por Alabama, Roy Moore, ha sido acusado de haber mantenido en 1979 relaciones sexuales con una chica de 14 años cuando él tenía 32. El escándalo, destapado por The Washington Post, contiene pólvora suficiente para acabar con la carrera del ultraconservador Moore y debilitar aún más la inestable mayoría republicana en el Senado. Dada la diferencia de edad, bajo la legislación de Alabama se trataría de un caso de abuso sexual en segundo grado, castigado con más de 12 meses de prisión y que, con agravantes, puede acarrear una condena de 10 años.
El candidato, de 70 años, siempre ha puesto a Dios por delante del Gobierno y ha llegado a defender que el 11-S fue un castigo a Estados Unidos por haberse alejado de la palabra del Señor. También rechaza la teoría de la evolución y está convencido de que hay que perseguir la homosexualidad.
Como juez, su fundamentalismo le ha llevado más de una vez a tocar la campana del escándalo. Uno de los más sonados ocurrió en 2000 cuando los tribunales federales ordenaron que retirase un monumento dedicado a los Diez Mandamientos que él mismo, como presidente de la Corte Suprema de Alabama, mantenía en su sala de vistas. Antes que reconocer la separación Iglesia-Estado y mover ese bloque de granito de 2.400 kilos, prefirió abandonar el puesto. Desde entonces se le conoció como La Roca. Otra prueba de su obcecamiento la dio en 2016, cuando ya reincorporado al cargo, el Tribunal Supremo le acabó expulsando por haber exigido a los jueces bajo su mando que no permitieran el matrimonio gay.
Moralista, belicoso y siempre dispuesto al cuerpo a cuerpo, Moore se enfrenta ahora a un obús que puede dar al traste con sus aspiraciones. El relato de Leigh Corfman, de 53 años, ha sido corroborado por amigas suyas y su propia madre. La Roca era en 1979 asistente del fiscal del distrito. A las puertas de los juzgados del condado de Etowah (Alabama) se encontró a la niña y a su madre, citada por un proceso de divorcio. Entabló conversación con ellas y, cuando la progenitora iba a entrar a declarar, se ofreció a cuidar de la chica. La madre aceptó. Moore se quedó con la adolescente, obtuvo su teléfono y días más tarde tuvieron el primer encuentro. Se vieron dos veces, una de ellas en casa de él, lo que constituye un agravante en Alabama. Hubo tocamientos y besos. Después, la menor no quiso volver a verle. Ni Corfman ni su madre presentaron nunca denuncia.
The Washington Post ha insistido en que la historia, basada en 30 entrevistas, no procede de Corfman, sino que es el fruto de una investigación tomada a iniciativa propia y que todas las implicadas se negaron en principio a hablar.
Moore, que acostumbra a sacar un revólver en sus mítines, ha negado las acusaciones y su equipo de campaña las ha calificado de basura y fake news(noticia falsa). “Son imputaciones absolutamente mentirosas y responden un desesperado ataque político del Partido Demócrata y The Washington Post”, ha declarado el candidato republicano. Algunos de sus aliados tradicionales, como el auditor estatal de Alabama, Jim Zeigler, incluso han ido más lejos en su defensa: “María era una adolescente y José un carpitero adulto, y fueron padres de Jesús”, ha dicho Zeigler.
Lejos de estas componendas, el establishment republicano en Washington ha hecho pública su preocupación y el propio líder conservador en el Senado, Mitch McConnell, ha pedido que Moore renuncie si se demuestran las acusaciones.
La plaza en liza es clave. El escaño pertenecía al actual fiscal general, Jeff Sessions, y su pérdida puede alterar la exigua mayoría republicana en el Senado (52 frente a 48). Las elecciones son en diciembre y si Moore no se apea, los republicanos temen que el rival demócrata pueda sacar provecho del caso y ganar en un estado de absoluta fidelidad republicana. Una victoria progresista aumentaría las dificultades de Trump para aprobar sus proyectos, como ya se demostró en su fracasada tramitación de la reforma sanitaria, donde ni siquiera logró el apoyo de la mayoría de su partido.