El congresista Joe Kennedy III, sobrinonieto de JFK, acusa al presidente de fracturar a la sociedad estadounidense y le advierte: “Los matones nunca en la historia de Estados Unidos lograron igualar la fuerza de un pueblo unido”
31 de enero de 2018 – Washington – Agencias.
Como respuesta, un Kennedy. Aún convulsos por la gran debacle electoral de 2016, y sin líderes de futuro definidos, los demócratas confiaron la réplica al discurso del estado de la Unión al congresista Joe Kennedy III, nieto de Bob Kennedy y sobrinonieto de JFK, un joven de 37 años que recuerda a una época de esplendor del partido. El político de Massachusetts acusó a Donald Trump de promover la “fractura” social de Estados Unidos con falsos dilemas y defendió la inmigración frente al duro mensaje presidencial.
“El odio y la supremacía [racial] marchan orgullosos por nuestras calles”, lamentó, y eso “no es lo que somos”. “Lo fácil sería decir que el año pasado ha sido caos, partidismo, política, pero es más grave”, apuntó. “Nos bombardean con elecciones falsas cada día”, dijo, como si el Gobierno tuviera que elegir entre proteger al campo o a la ciudad, a mineros o madres solteras, empresarios o trabajadores. “Aquí tienen la respuesta de los demócratas: les elegimos a ambos, luchamos por ambos”, clamó.
Para los demócratas, el joven Kennedy debía mostrar que el Partido tiene lo que la jerga futbolística llama cantera, jóvenes promesas para renovar el equipo titular. Formado en Stanford y Harvard, con conocimientos de español y en el Congreso desde 2012, ha empezado a ganar protagonismo con discursos muy progresistas, espoleado por la era Trump. Tiene dos hijos pequeños, es de un pelirrojo llamativo y guarda en común con el presidente que no prueba el alcohol —en la universidad le apodaban “el lechero”—. En el último año ha logrado momentos notorios, como su discurso en la Cámara sobre la anulación de la reforma sanitaria de Obama, que tuvo 10 millones de visitas en Facebook.
Pero su réplica en una noche como la del martes, todo un hit de la liturgia política americana, constituye su mayor exposición pública hasta ahora. Su elección como imagen de frescura ha suscitado algunas críticas entre analistas por su perfil dinástico. Michael Steel, quien fuera jefe de prensa del portavoz del líder de la mayoría republicana John Boehner, advertía esto en The Washington Post: “Han escogido a un blanco, hijo de privilegiados del Estado más progresista de América. Hoy los votantes más insatisfechos rechazan a las dinastías políticas”. Pero Steel se olvida de que esos votantes dieron la Casa Blanca a un —también blanco— magnate de Manhattan, nacido ya millonario, que aun así se las apañó para erigirse en un papel opositor al establishment. Y Kennedy, según algunos analistas, es de los que creen que el Partido Demócrata debe centrarse en las preocupaciones de los trabajadores en un momento en que algunos critican que se haya primado en exceso la política de la identidad.
El congresista habló con corbata y sin chaqueta desde un instituto de formación técnica en Fall River, un pueblo a menos de 100 kilómetros de Boston, otrora ciudad fabril que se ha visto dañada por la desindustrialización. Fue una manera de acercarse a ese votante blanco obrero con el que los demócratas quieren conectar de nuevo de cara a las legislativas de 2018.
Pidió mejoras laborales y repasó las causas omitidas por Trump, como el movimiento contra el acoso sexual ‘Me too’ (Yo también) o ‘Las vidas negras importan’. Se refirió al muro que el republicano quiere construir en la frontera con México para advertir de que su generación lo tumbará. La réplica en español del discurso la pronunció la delegada de Virginia Elizabeth Guzmán, pero el congresista también se dirigió, en español, a los dreamers o soñadores, los jóvenes migrantes que llegaron a EE UU sin papeles como niños a los que Trump ha retirado la cobertura legal. “Ustedes son parte de nuestra historia, vamos a luchar por ustedes”, dijo.
Kennedy habla español porque entre los estudios universitarios fue voluntario de los Peace Corps en la República Dominicana. En la escuela de Derecho de Harvard, donde se graduó en 2009, fue alumno de la senadora demócrata por Massachusetts Elizabeth Warren. Y allí conoció a la que sería su esposa, Lauren A. Birchfield.
El del martes fue un discurso genérico, que evitó bajar a elementos concretos con los que atacar a Trump, a quien siquiera mencionó directamente. La invitada escogida por el congresista para representarle en la Cámara, fue la soldado transgénero Patricia King, miembro de uno de los colectivos perjudicados en la era Trump. A este le dejó un último recado: “Los matones pueden dar un puñetazo. Pueden dejarte una marca”, pero “nunca, ni una sola vez, en la historia de Estados Unidos, lograron igualar la fuerza y el espíritu de un pueblo unido que defiende su futuro.