El terrorista fue interceptado a la entrada del recinto, donde pretendía detonar un chaleco explosivo que llevaba adosado al cuerpo.
29 de diciembre de 2017 – Agencias.
Un terrorista intentó perpetrar ayer un atentado multitudinario en una iglesia copta de Egipto, pero fue interceptado cuando pretendía entrar en el templo, por lo cual se salvaron cientos de vidas de civiles en el lugar. No obstante, según el comunicado oficial del Ministerio del Interior, acabó con la vida de siete personas –un policía musulmán y seis civiles cristianos– al disparar desde la entrada, en la calle. Otros dos civiles que se encontraban en una tienda cercana a la iglesia también fallecieron, alcanzados por las balas desde afuera. También hubo varios heridos.
El atacante intentó traspasar montado en una moto la barrera de los efectivos de seguridad que vigilaban la zona. Llevaba un arma automática y un cinturón explosivo adherido al cuerpo, que según todos los indicios pensaba detonar dentro de la iglesia. El padre Ebram Mikhail, arzobispo del distrito de Helwan –en las afueras de El Cairo, al sur– en el cual se halla la iglesia copta de Mar Mina, blanco del ataque, dijo que los disparos comenzaron pocos minutos después de la finalización de un servicio religioso. Los agentes alcanzaron a disparar al terrorista y herirle, a pesar de lo cual logró huir, aunque no llegó muy lejos. Mientras intentaba disparar, sentado en el asfalto a causa de las heridas que había sufrido, fue neutralizado por un transeúnte. Varios civiles corrieron entonces hacia el lugar y lo retuvieron, sujetándole los brazos para que no pudiera detonar el cinturón explosivo. Acto seguido fue detenido por la Policía.
Se trata de Ibrahim Ismail Ismail Mustafa, de 34 años, según el Ministerio del Interior egipcio, que pese a que no señaló de qué organización fundamentalista era miembro, informó que era considerado uno de los «terroristas más peligrosos y buscados». Horas después el Estado Islámico reclamó la autoría del ataque.
El atentado se produce faltando una semana para las celebraciones navideñas por parte de los coptos, que como el resto de las iglesias ortodoxas, festejan el 6 de enero la Nochebuena y el 7 la Navidad. Los coptos son la principal comunidad cristiana de Egipto, ascienden a aproximadamente a nueve millones de personas, cerca del 10% de la ciudadanía. Ante la inminencia de estas celebraciones, las fuerzas de seguridad egipcias incrementaron en la última semana las medidas de seguridad en torno a las iglesias coptas, conscientes de que son un blanco muy buscado por los grupos yihadistas que operan en el país. La alerta máxima dio ayer sus frutos, al menos parciales, al impedir un atentado mucho más grave. El presidente del país, Abdelfatah al Sisi, condenó el atentado, transmitió sus condolencias a las familias de los muertos y reiteró su ya conocido mensaje de firmeza contra el terrorismo. «La presidencia de la república reitera que estos intentos desesperados de los terroristas no socavarán la determinación y la firmeza de la unidad nacional del pueblo egipcio, sino que intensificarán su determinación a marchar por la senda de la eliminación del terrorismo», decía un comunicado emitido por su oficina.
Pero la situación de fondo en el país sigue siendo muy compleja. Por un lado, las Fuerzas de Seguridad combaten con firmeza a los yihadistas que acosan a los coptos, aunque no son el único enemigo. Ayer mismo se produjo otro atentado contra militares en el Sinaí. Por otro lado, los coptos se sienten una minoría perseguida y se quejan de que no se les protege. Con Al Sisi en el poder, se intensificó claramente la lucha antiterrorista a la vez que los islamistas redoblan sus acciones. El pasado mes de mayo, terroristas armados mataron a casi 30 coptos al atacar un autobús que se dirigía a un monasterio. Y el domingo de Ramos, en un doble atentado, atacando simultáneamente dos iglesias en Tanta y Alejandría, fueron asesinados casi 50 cristianos.