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Descubren tumbas inéditas de 4.500 años en Perú, dentro del valle de Moche

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Descubren tumbas inéditas de 4.500 años en Perú, dentro del valle de Moche
Descubren tumbas inéditas de 4.500 años en Perú, dentro del valle de Moche

25 de septiembre de 2025 – Lima – EFE.

Recientemente se ha hecho un descubrimiento arqueológico sin precedentes en Perú: una serie de entierros prehispánicos con una antigüedad de 4.500 años. Estos hallazgos son los primeros de su época documentados en el interior del valle del río Moche, lo que sugiere que en aquel periodo existían sociedades desarrolladas que se extendían más allá de las zonas costeras, contrariamente a lo que se pensaba. Los expertos del Proyecto de Investigación Arqueológico de Menocucho (PIAM) están a cargo de la excavación y han catalogado estos entierros, que contienen restos de dos adultos y tres jóvenes, como el primer indicio de la era precerámica en esta región.

Aldo Watanave, el arqueólogo y director del PIAM, describió el proceso del hallazgo. Explicó a EFE que inicialmente encontraron un corte circular en el suelo que conducía a una estructura con forma de semicírculo. Dentro de esta, localizaron otro corte circular, confirmando la existencia de una tumba. Los restos fueron desenterrados a una profundidad de aproximadamente dos metros en la Zona Arqueológica Monumental Castillo de Jesús María, anteriormente conocida como Menocucho, ubicada en la provincia de Trujillo, en la región norteña de La Libertad.

La ausencia de cualquier objeto de cerámica permitió a los investigadores datar los restos en la época precerámica (que abarca desde hace 7.000 hasta 4.500 años). Se cree que estos individuos pudieron haber sido pobladores del valle Moche, un área que se convertiría en un importante centro de desarrollo para las civilizaciones Moche y Chimú en épocas posteriores. Watanave enfatizó la relevancia de este descubrimiento dentro del valle, desafiando la antigua creencia de que las sociedades complejas de aquel tiempo se establecían principalmente en las áreas cercanas al mar.

Los arqueólogos identificaron cinco cuerpos distribuidos en dos contextos funerarios. El primero contenía el cuerpo de un hombre adulto, enterrado en una tumba con forma de media luna, inusualmente grande, de más de tres metros de ancho y largo. El experto supuso que esto indicaba que el individuo pudo haber sido una persona importante, quizás un líder. Junto al cuerpo, se encontraron ofrendas como un mortero y una mano de moler cerca de un pie, dos colgantes con el motivo de la cruz del sur (uno sobre el pecho y otro en la mandíbula), y una concha marina colocada sobre la pierna izquierda.

Adicionalmente, fuera de la sepultura principal, se encontraron los cuerpos de tres individuos más jóvenes: dos de ellos con edades estimadas entre 8 y 12 años, y un tercero, un recién nacido, cuyo sexo no pudo ser determinado. El segundo contexto funerario, de forma circular y mucho menor, podría albergar el cuerpo de una mujer con una posible relación con el neonato, aunque Watanave indicó que se requerirían análisis de ADN y cromosomas para confirmarlo. En este segundo cuerpo adulto, la única ofrenda era una piedra circular ubicada a la altura del corazón, mientras que el resto de los cuerpos jóvenes no contaban con ofrendas asociadas.

Desde su llegada en 2022, el PIAM, bajo la dirección de Watanave, ha estado investigando el terreno debajo del monumento con el objetivo de comprender la dinámica social del Periodo Inicial, que se extiende de hace 3.800 a 2.800 años. El arqueólogo señaló que la zona sirvió como un centro de acopio para productos de la sierra, en especial piedras, además de ser un lugar donde se practicaba la agricultura (principalmente de algodón), la producción de piedra como el cuarzo transparente, y la fabricación de pigmento rojo, esencial para la pintura del Castillo. El monumento en sí, según indicó, estuvo originalmente pintado de rojo y azul, posiblemente con decoraciones, y se construyó en cuatro fases, encontrándose evidencia de hoyos para postes que sugieren que la pirámide estuvo cubierta. Antes de las excavaciones del PIAM, el lugar, conocido entonces como Menocucho, solo había sido investigado en dos ocasiones previas. La última de estas excavaciones no arrojó hallazgos sobre el ‘castillo’ —una edificación de 50 metros de largo, 45 de ancho y 12 metros de alto—, pero sí reveló que, tras su abandono, el sitio fue reutilizado como cementerio por las culturas Mochica y Chimú.

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